Curiosidades
El viejo coso taurino que fue casa cuartel de la Guardia Civil y okuparon los ecologistas
Ejemplo de supervivencia, esta emblemática plaza de toros del siglo XIX que acogió tardes de gloria es hoy uno de los rincones más bonitos pero menos conocidos de la capital del Pisuerga
Valladolid es un lugar con mucha historia y un patrimonio artístico y monumental de gran importancia y que atrae cada año a miles de turistas ávidos de conocer los entresijos de una ciudad en la que se habla el mejor español, según dicen, y que ha sido también capital del Reino de España.
El Campo Grande; el Museo Nacional de Escultura; la Academia de Caballería; su Plaza Mayor, que acoge decenas de eventos culturales, sociales y deportivos durante todo el año; el Museo de la Ciencia, el Monasterio Iglesia de San Benito, la Iglesia de San Pablo o la Catedral, rematada con la estatua del Sagrado Corazón de Jesús que hace apenas unos días ha cumplido su centenario en un acto donde el arzobispo Luis Argüello bendijo a los vallisoletanos por su Año Jubilar dedicado a esta figura por el Papa Francisco; la iglesia de la Antigua; o la Plaza del Viejo Coso, son lugares emblemáticos de esta ciudad de la que sus habitantes se sienten muy orgullosos y reivindican como suyos.
Curioso es el caso de este último espacio, la Plaza del Viejo Coso como así se la conoce hoy, uno de los lugares más bonitos de la ciudad pero, paradójicamente, uno de los menos conocidos para el gfran público que visita la capital del Pisuerga. Un lugar con 190 años de historia -se edificó en el año 1833, en el siglo XIX, que tiene una singular historia detrás y que en su época supuso una transformación de la zona que impulsó la desamortización de Mendizabal y posterior ley Madoz.
De hecho, en sus inicios se convirtió en la primera plaza de toros de Valladolid, sustituyendo así a los festejos taurinos que hasta ese momento se llevaban a cabo en la Plaza Mayor, y se construyó sobre el lugar que ocuparon las casas del Conde de Salinas y el Hospital de Pobres, y colindante al palacio renacentista de Fabio Nelli.
De forma octogonal se la relaciona con algunas otras plazas de toros de la época que se construyeron por toda España, como las de Cádiz, Granada, Valencia o Jerez de la Frontera. En origen disponía de un tendido de piedra y una crujía cubierta con dos plantas de gradas, la denominada como crujía exterior actual.
Un coso taurino que albergó y fue testigo de grandes tardes de gloria de los diestros del momento, y que dejó de acoger corridas cuando se empezó a construir la plaza de toros del Paseo Zorrilla en el año 1890, lo que provocó que el Viejo Coso cayera en el olvido y el abandono trajo el abandono durante unos años hasta que en 1900 se convirtió en la Casa del cuartel de la Guardia Civil.
Para ello se suprimió el tendido y se añadió una segunda crujía interior. Así, y a modo corrala, se organizaron 45 viviendas entre el primer y el segundo piso, mientras que la planta baja se destinó a cuadras, comedor, salón de armas y despacho para el comandante de guardia.
Los guardias civiles tenían aquí su hogar hasta que, al igual que ocurrió con la plaza de toros, en los años sesenta del pasado siglo la Casa Cuartel del Benemérito Cuerpo se trasladó a su nueva ubicación la carretera de Segovia.
Momento complicado para el Viejo Coso, que sufrió décadas de abandono y descuido y que incluso padeció el vandalismo y graves desperfectos en su tejado.
No fue hasta el año 1982 cuando el edificio volvió a ver la luz y recuperó gran parte de su esplendor pasado, al impulsarse nuevamente su uso residencial con un proyecto de los arquitectos Manuel Finat y Javier López de Uribe. Se alteró la cornisa interior para dotarla de mayor espesor se pudo mantener la configuración formal de la plaza, que no ha variado hoy en día su peculiar disposición geométrica e igualmente mantiene sus singulares y atractivas galerías interiores como testigos de su uso pasado.
Una Plaza que, como decíamos antes vivió estas tres décadas de olvido iniciándose además un proceso convulso en el que llegó a ser ocupada ilegalmente u okupada por un grupo de ecologistas de principios de la Democracia que pedía dar a este espaci un uso cultural.
La Plaza que en la actualidad mantiene el nombre de Viejo Coso, bien podría denominarse del Antiguo Cuartel e incluso Plaza del Duque de Ahumada, pues es este uso el que configuró su aspecto actual.
Así es en la actualidad
Hoy en día esta Plaza mantiene este uso residencial en el que los antiguos palcos taurinos son ocupados por viviendas. Lo que en el siglo XIX constituía el ruedo es, actualmente, un pequeño parque con altos árboles.
Los edificios mantienen la fachada de ladrillo y dos pasajes con techos de madera conducen a las calles San Quirce y San Ignacio. En su interior, se mantienen los dos pisos de balconcillos, con barandilla de hierro y corredores de madera, que evocan el recuerdo de la primera plaza de toros de la ciudad.
Una Plaza, en definitiva, orgullo de Valladolid y ejemplo de supervivencia en pleno centro histórico de la ciudad, testigo de grandes momentos de la historia más reciente de la que fuera capital del Reino.
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