Salud
Arte como terapia: así se cura el estrés postraumático de los sanitarios tras la covid
Entre el 75 y el 90% de los profesionales sufrirán estrés emocional tras la pandemia. Cataluña pone en marcha "Recuperat-19", con el MNAC y otros 15 museos, para evitar secuelas psicológicas
Hace tres semanas, cuando la libertad todavía se medía en fases, el polífacético Bruno Oro cuestionaba en uno se sus vídeos de la serie “Confinados” por qué los aviones podían ir llenos y los teatros, museos o salas de concierto seguían vacíos. Con esta pregunta reivindicaba que tanto se puede volar dentro de un avión con 200 personas o a través de las emociones que generan creadores y artistas con sus obras. “¿Qué es más importante que un ejecutivo viaje a Alemania por trabajo o que una mujer que ha perdido a un familiar vaya a un concierto y se olvide durante dos horas de todo?”, se preguntaba. Que el arte cura el alma no es una idea de Bruno Oro. Los griegos ya recetaban literatura como terapia. Y la Organización Mundial de la Salud (OMS) sostiene que “las artes pueden ayudar a las personas que padecen enfermedades mentales en todas las etapas del curso de la vida”. La OMS habla de “artes”. Podría ser un libro, una canción o una película, pero para mejorar el estado emocional de los profesionales sanitarios tras la pandemia de la COVID-19, el Institut Català de la Salut (ICS) ha elegido obras de arte.
Esta mañana, en el Museo Nacional d’Art de Catalunya (MNAC) ha presentado el programa “Recuperart-19”. Está pensado para ayudar a los profesionales sanitarios -médicos, enfermeras celadores, personal de la limpieza y el resto de trabajadores-, a rehacerse del impacto de la COVID-19. El doctor Josep Antoni Ramos-Quiroga, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Vall d’Hebron, al frente del proyecto junto a Guillem d’Efak Fullana Ferré, coordinador de la Estrategia de las Artes en Salud de l’ICS, estima que entre el 75% y el 90% de los profesionales sanitarios sufrirán estrés emocional relacionado con la gestión de la covid.
La crisis de la covid ha puesto a prueba la salud mental de los profesionales. La exigencia profesional ha sido altísima. Además de aguantar jornadas laborales largas, de atender a un elevado número de pacientes y tener poca vida social por miedo a contagiarse o a contagiar, las estrictas medidas de bioseguridad, les ha hecho difícil ofrecer los cuidados deseados. Uno de los dramas de esta pandemia ha sido la muerte en soledad. “Ha sido muy duro no recibir a las familias en el proceso final de la vida”, es el lamento que más repiten los profesionales, cuenta Ramos-Quiroga.
Aunque los hospitales, los colegios de médicos, psicólogos o centros de atención primaria han puesto al servicio de los profesionales que estuvieron al frente de la pandemia ayuda psicológica, Ramos-Quiroga cuenta que los profesionales sanitarios tienden a hacerse los fuertes y a no pedir ayuda. O peor aún, a automedicarse, con el riesgo de caer en adicciones tóxicas.
Ejercicios en el museo
Pensando en el carácter de estos profesionales, el proyecto “Recuperart-19” respeta el anonimato. Los profesionales que lo deseen pueden acercarse a uno de los 16 museos que participan en la iniciativa. “Queremos que sea fácil, accesible y espontáneo”, afirma Josep Maria Argimon, director del ICS. Al llegar al museo elegido, el profesional sólo tiene que mostrar su credencial. Entonces, se le entrega un cuaderno de visita que propone un recorrido terapéutico a través de unas obras seleccionadas con ejercicios. No hay un orden concreto. Se empieza con un paseo por el museo hasta que la persona se sienta cómoda. A continuación, la idea es elegir una de las piezas seleccionadas para hacer ejercicios mindfulness, técnicas de respiración y concentración que ayudan a desconectar. Luego toca concentrarse en la obra para describir las emociones y conceptos que inspira. También a relacionarla con canciones. Y aunque en un museo se pide silencio, en este caso, los pacientes tienen permiso para tararear melodías. Otras actividades son dibujar el objeto, sin preocuparse por el resultado final, y escribir historias. Dejar volar la imaginación. También hay un recortable para hacer una figura de origami. La terapia acaba con un recorrido libre por el museo y una pregunta: “¿Ahora, puede que te lo mires todo de una forma diferente, no crees?”.
El caballero de Fragonard
Los 16 museos que participan en el proyecto escogerán entre 3 y 5 obras del fondo permanente. Pepe Serra, director del MNAC, está acabando de elegir. “Tenemos 5.000 obras colgadas y cuando me propusieron el proyecto, me salieron cien”, dice. Tiene clara un par: “Una obra de Jean-Honoré Fragonard, en la que sale una cavallero sentado, descansando, mientras su caballo bebe agua en una abrevadero. Y un retrato de Tizziano que mira tan intensamente que no puedes eludir su mirada”, dice. Serra tiene experiencia con el arteterapia. Hace un año, el MNAC y el Hospital Vall d’Hebron pusieron en marcha un proyecto de arteterapia con quince mujeres inmigrantes y refugiadas de orígenes diversos con estrés postraumático.
“Los cuadros no son una estufa que emiten calor, son una manta, tienes que cogerla para envolverte”, dice Serra. Su consejo es no mirar la ficha técnica, porque “se trata de que la obra provoque emociones”.
Se analizarán los resultados. Y si la arteterapia funciona, Argimon no descarta extender la experiencia al resto de la ciudadanía.
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