Cultura

El investigador de Lorca, olvidado por Barcelona

El pasado 11 de noviembre hubiera cumplido cien años quien fue pionero en los estudios lorquianos

Federico García Lorca
Federico García Lorcalarazon

«Su vida fue trágica». De esta manera, el hispanista Ian Gibson contesta cuando se le pregunta por Agustín Penón. Hablamos del investigador barcelonés que volvió del exilio en 1955 para tratar de averiguar en Granada sobre la vida y la muerte de Federico García Lorca, un tiempo en el que nombrar al poeta en su ciudad era un tabú. Hace unos días se ha celebrado su nacimiento y nadie, absolutamente nadie en Barcelona, le ha rendido homenaje. Hay silencios que retratan a las autoridades que permiten que eso sea así y eso es lo que pasa con Penón. Y eso confirma a Gibson cuando habla de tragedia. «No pudo acabar su libro pese a lo mucho que investigó y trabajó. Recibió el rechazo de las editoriales, pese al apoyo de intelectuales como Thornton Wilder. Supongo que cuando vio publicado mi libro sobre el asesinato, en 1971, se echó atrás. No lo sé. Nunca lo conocí. Si lo hubiera podido conocer todo habría sido distinto», rememora el gran biógrafo de Lorca quien trató sin suerte de ponerse en contacto con Penón por carta. «Nunca recibí respuesta», recuerda.

Desde hace poco tiempo, una asociación trata de recuperar el legado de Penón y de Marta Osorio, albacea del autor y responsable de dar a conocer buena parte de sus papeles. Al frente de ella se encuentran Isabel M. Reverte y Juan Carlos García de Polavieja. Este último, en declaraciones a este diario, habla de la importancia que tuvo Barcelona en el autor. «Penón amaba a Barcelona. Las circunstancias terribles del golpe de estado de 1936 hicieron que sus padres tomaran la decisión de exiliarse a Costa Rica con sus tres hijos y empezar de nuevo en un país que no les era desconocido y en el que tenían familia y amigos. Agustín entonces tenía quince años: “Vivía en una ciudad que quería, con una familia a la que quería, y entre amigos a los que también quería”. Barcelona sería siempre la ciudad de su infancia, el recuerdo de una época feliz, y a la que visitó cuantas veces pudo para recordar esos tiempos. No quiso que la familia vendiese la casa del barrio de Horta en la que vivió muchos años y sufrió por no poder evitarlo».

Penón nació el 11 de noviembre de 1920. Era hijo de un matrimonio acomodado. Su padre era propietario de dos tiendas de muebles, una en el número 84 de Rambla Catalunya –y en cuyo piso superior vivía la familia– y otra en el Pasaje Serra i Arola, 46, en el barrio de Sants. Con la Guerra Civil todo saltó por los aires y los Penón Ferrer se vieron obligados a exiliarse en Costa Rica. Agustín vivió en ese país, pero también en Estados Unidos hasta lograr viajar a la España franquista en 1955 para saber más de García Lorca. Juan Carlos García de Polavieja añade a este respecto que «la investigación que hizo en 1955 y 1956 en Granada sobre la vida y la muerte de Lorca ha sido la más profunda, la que más lejos llegó y la base de las que se hicieron después. Agustín partió de España hacia Nueva York en septiembre de 1956 con una maleta llena de documentos: entrevistas, fotos, apuntes… E incluso originales inéditos de la obra de Federico, con la idea de escribir el libro que finalmente no hizo. Es posible que no se atreviera a hacerlo para no poner en peligro a quienes colaboraron con él en la gris Granada de la dictadura franquista».

Polavieja e Isabel M. Reverte, quien hace unos años dirigió el documental «La maleta de Penón», trabajan actualmente en una biografía sobre el investigador que publicará próximamente la granadina editorial Comares. Este año, por otra parte, debían haberse celebrado un congreso sobre Penón en la ciudad de la Alhambra, pero la pandemia provocó que tuviera que posponerse.

Cuándo se le pregunta a Polavieja si Barcelona podría hacer algo por el investigador reconoce que «sería de justicia que la ciudad en la que se crio y que siempre llevó en su corazón llevara a cabo alguna iniciativa en ese sentido. Podría ser el nombre de una calle, una plaza, un parque… Penón quiso, cuando estuvo en Granada, “subvencionar un premio entre quienes se dediquen a estudiar y a publicar libros sobre la poesía y el teatro de Lorca”. Pensaba entonces en “dos o tres granadinos o granadinas”, pero bien podría Barcelona hacerlo suyo, que llevara su nombre y que tuviera carácter internacional». Es el Ayuntamiento de Barcelona quien debería ahora rescatar a Agustín Penón.