Adolescentes
En la última década, se han triplicado las conductas autolesivas entre los menores
Una cuarta parte de los niños y adolescentes que acuden a urgencias de Vall d’Hebron por motivos psicológicos se han autolesionado o han cometido tentativa de suicidio para calmar su malestar emocional. La media de edad ha caído ya hasta los 12 años
En uno de cada cuatro menores que acudieron a Urgencias del Hospital Infantil de Vall d’Hebron por motivos psicológicos entre el 2015 y el 2017, el motivo de su consulta fueron las autolesiones, un término que engloba tanto los conductas relacionados con el suicidio, es decir su verbalización y tentativa, como aquellas en la que el individuo se inflige lesiones a sí mismo, no con el objetivo de conseguir la muerte, sino de regular sus emociones negativas.
Ésta es la principal conclusión de un estudio publicado por el Servicio de Psiquiatría de Vall d’Hebron y el Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental, en el que se analizaron 566 episodios clínicos relacionados con un problema de salud mental que atendieron en las Urgencias pediátricas del hospital, en el cual también se pone de relieve que este problema es especialmente evidente en chicas, de una media de edad de 15 años y, en muchos casos, sin patologías psiquiátricas de base. Además, el informe pone de manifiesto que, en los últimos años, se ha producido también un descenso de la edad media en la que los jóvenes incurren en estas conductas: si en 2015 ésta se situaba en los 15 años, en 2017 era ya de 12 años.
Ante estas evidencias, el doctor Marc Ferrer, jefe de Sección de Hospitalización del Servicio de Psiquiatría e investigador principal del Grupo de Investigación en Psiquiatría y Salud Mental de Vall d’Hebron, asegura que “estamos ante un problema muy preocupante”. “Tenemos un grupo poblacional, el adolescente, que representa cerca del 20% de la población de los países desarrollados, que está sufriendo y que cada día lo está pasando peor”, constata, para a continuación poner de relieve que “desde hace 10 años se está registrando un incremento alarmante de las conductas autolesivas entre adolescentes, las cuales se han duplicado o triplicado”. De hecho, tal y como recuerda el doctor, “la noche pasada atendimos a dos niñas de 13 años por intento de suicidio por ingesta de medicamentos y a una de 15 años con autolesiones”. “En todos mis años de carrera, no he visto nunca un fenómeno que creciera tanto”, confiesa.
Sobre los posibles factores que podrían explicar este importante aumento de las conductas autolesivas, el doctor Ferrer recuerda que “la adolescencia es un corto período de tiempo, de los 12 a los 20 años aproximadamente, en el que el individuo vive muchos cambios y además tiene dificultades para tolerar las emociones negativas y, en este contexto, “hay individuos a los que les cuesta más que al resto conseguir regular sus emociones y son éstos los que pueden acabar autolesionándose para calmar su malestar emocional ”.
Pero además, en los últimos años, se ha ido generalizando el uso las redes sociales y las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), “que se basan en un modelo de reconocimiento inmediato, en el que los likes son claves y gracias a las cuales hay niños que están ganando millones y eso, en un colectivo que ya de por sí tiene dificultades para soportar las recompensas demoradas, la frustración o el fracaso como el adolescente, contribuye a incrementar su malestar emocional, especialmente entre los jóvenes que ya tienen alguna vulnerabilidad, como falta de autoestima o problemas para relacionarse, que recurren a la autolesión como una forma de calmar ese malestar”.
Así pues, para los autores de estudio, las conclusiones del trabajo invitan a la preocupación, porque “tenemos una generación que está sufriendo y que, con esa conducta autolesiva, está tapando un malestar que no sabe gestionar”, destaca el doctor Ferrer, quien además pone de relieve que “el autolesionamiento tiene mucho impacto en el funcionamiento psicosocial del adolescente y además incrementa el riesgo de cometer tentativa de suicidio”. “A diferencia de otros fenómenos similares en salud, entre la autolesión como tal y el suicidio hay un link. Hay evidencia de que el hecho de autolesionarse de forma reiterada aumenta el riesgo de que esos chicos que inicialmente se autolesionan para calmar el malestar emocional acaben haciendo una conducta suicida”, advierte para a continuación recordar que “autolesionándose, estos adolescentes sienten aligeramiento, desbloqueo e incluso bienestar, porque se activa el sistema opioide o circuito de recompensa, como también sucede con el consumo de alcohol, con un porro o jugando, y eso les produce una descarga inmediata de placer”.
Por lo tanto, “cuando alguien llega a autolesionarse, tiene tendencia a repetir, porque le gusta y además, cada vez necesita más autolesiones para conseguir que esta acción tenga el mismo efecto”, como el borracho, que cada vez necesita beber más para alcanzar el estado de embriaguez, de manera que se establece un “link entre las autolesiones y el suicidio”.
Además, según señalan los primeros datos, “la pandemia seguramente nos habrá empeorado las cosas y con toda probabilidad ésta tendrá algún impacto, ya que en este contexto, los adolescentes no han podido hacer su proceso madurativo como debieran”. De hecho, como pone de relieve la doctora Mónica Sancosmed, del Servicio de Pediatría de Vall d’Hebron y autora del estudio, “aunque aún son cifras que tenemos que evaluar, el año pasado las tentativas autolíticas aumentaron un 27 % y entre los adolescente que acudieran al hospital por conductas suicidas, solo el 27% estaban bajo seguimiento de la red de salud mental”, por lo que la mayoría eran personas en las que no se había identificado previamente problemas de salud mental o tendencias suicidas.
Así pues, queda claro que, como señala la doctora Sancosmed, “estamos ante un problema relevante de salud pública”. “La salud mental de los jóvenes es muy importante y hemos de cuidarla. La adolescencia es una etapa difícil y complicada y tenemos que estar encima y acompañarles, ayudarles para que tengan una adolescencia sana” y en este sentido es de vital importancia “reforzar la red de salud infantojuvenil”, concluye.
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