Opinión

La chirigota

El líder de Vox, Ignacio Garriga, durante su intervención ante un auditorio semivacío en la segunda sesión del debate de investidura
El líder de Vox, Ignacio Garriga, durante su intervención ante un auditorio semivacío en la segunda sesión del debate de investiduraQuique GarcíaEFE

Tengo un amigo que es un tipo muy interesante, desarrolló casi toda su vida profesional en Estados Unidos asesorando editoriales y como profesor invitado en diversas universidades.Hombre muy cercano a la administración Obama cuyos análisis sobre lo que sucede en Cataluña siempre me han ofrecido una perspectiva original y diferente, ya que los ve desde una experiencia distinta y lo percibe aquí, donde vive desde su jubilación.

Mi amigo decidió hacer un curioso experimento, envió a sus colegas en USA el video de la primera intervención del diputado Ignacio Garriga (Vox) en el Parlament, sin más comentarios. Sus amigos americanos le contestaron horrorizados al ver que al subirse al estrado un señor negro un montón de diputados salían del hemiciclo.

Mi amigo les envió un primer whatsapp en el que explicaba que el motivo del abandono era porque los diputados independentistas consideraban que el señor Garriga era racista y xenófobo.

A algunos de sus colegas les pareció un video falso y le dijeron que era una broma, incluso alguno añadió de mal gusto.

Luego mi amigo les explicó que era cierto y que los que se habían ido eran seguidores de un señor que se cree exiliado político en una democracia que es España y que entre sus apoyos está el partido más ultra de Europa que es el Vlaams Belang, es decir, el partido nacionalista flamenco.

Después a los que le seguían respondiendo les remitió otro video de la misma sesión, de otro diputado, el señor Alejandro Fernández (PP) que explicaba que la Presidenta del Parlament el mismo día que llamaba a España Estado opresor, por la tarde firmaba como funcionaria a perpetuidad del propio Estado opresor.

Cada vez le contestaban menos colegas y los que dejaban de hacerlo, lo solían hacer a base de emoticonos que simbolizan risa o cachondeo.

Luego me explicó que como ya nadie se tomaba en serio sus envíos y se creían que su amigo desde que volvió a su España natal lo que se había vuelto era un cachondo integral, que se distraía de la jubilación enviando chistes, entonces decidió cambiar de tema y ya no envió nada de la segunda sesión del Parlament.

Creo honradamente que hizo bien, de haber seguido con sus envíos, el siguiente sólo podía ser la final del concurso de chirigotas de Cádiz.