El desafío independentista

La Justicia avala llevar a juicio al jefe de la oficina de Puigdemont

Josep Lluís Alay está acusado de malversación y prevaricación

El historiador Josep Lluis Alay (2i), a su llega a la Audiencia Nacional / Efe
El historiador Josep Lluis Alay (2i), a su llega a la Audiencia Nacional / Efelarazon

La Audiencia de Barcelona ha avalado cerrar la investigación y llevar a juicio la causa por presunta malversación y prevaricación contra el director de la oficina de expresidente de Carles Puigdemont, Josep Lluís Alay.

En un auto, la sección 10 del tribunal ha desestimado el recurso de la defensa, que ejerce el abogado Gonzalo Boye, y ha ratificado la decisión del Juzgado de Instrucción 28 para cerrar la investigación.

El tribunal cree que Alay presuntamente usó fondos públicos de la oficina de ex presidente para un viaje “personal y particular” a Nueva Caledonia.

Las tres magistradas de la Audiencia de Barcelona remarcan que la tarjeta de crédito corporativa de la Generalitat que Alay tenía por su cargo “únicamente debía servir a los únicos efectos de pagos de los desplazamientos (transporte) a través de la agencia de viajes homologada por la Generalitat”, y que era competencia de la Conselleria de Presidencia autorizarlo.

Recuerdan que el 24 de octubre de 2018 Alay recibió un correo electrónico para promocionar un proyecto de soberanía la semana antes al referéndum en Nueva Caledonia, y que “del contenido de ese correo, se desprende que el viaje fue realizado y pagado con fondos públicos”, y que no formaba parte de su trabajo como director de la oficina de Puigdemont sino que era una invitación personal.

El auto recoge que ese viaje costó 4.394,79 euros y se pagó con la partida presupuestaria de la Generalitat pero Alay “en ningún momento indicó la realidad a la que obedecía el viaje en cuestión”.

Cabe recordar que, este verano, el rotativo norteamericano “The New York Times” lo dejó muy claro en un artículo colgado en su página web y que cita un informe de inteligencia europeo: “En Moscú, el emisario, Josep Lluis Alay, un colaborador del ex presidente catalán autoexiliado Carles Puigdemont, se reunió con funcionarios rusos, con exagentes de inteligencia y con el nieto de un espía de la KGB, un hombre muy bien conectado. La meta era garantizar la ayuda rusa para lograr la separación de Cataluña del resto de España”.

Alay, investigado en la operación Voloh por un juez de Barcelona, Joaquín Aguirre, habría mantenido varios contactos con oficiales rusos, sostiene el diario neoyorkino. Y vincula estos contactos con la plataforma Tsunami Democràtic, protagonista de las protestas tras la sentencia del Tribunal Supremo contra los líderes del”procés”.

El rotativo explica que Alay viajó a Rusia en la primavera del 2019 para buscar “un salvavidas político” para la causa de Puigdemont después de ser “aplastada” tras el referéndum de independencia del 1-0 y de que la Unión Europea y los Estados Unidos apoyaran el esfuerzo de España por mantener intacto al país. En concreto, asegura que el asesor del expresidente de la Generalitat se reunió con actuales funcionarios rusos, ex oficiales de inteligencia y el nieto de un eminente espía del KGB. El objetivo, según el diario, era asegurar la ayuda de Rusia a la independencia de Cataluña.

Siempre según la versión de “The New York Times”, Alay aseguró que cualquier insinuación de que buscaba apoyo ruso era “una ‘historia fantasiosa’ creada por Madrid”. No obstante, los informes secretos indican que, muy al contrario, Rusia era un tema central en la relación entre el expresident, residente ahora en Bruselas, y Alay.

De hecho, según el citado medio, “muchos de los funcionarios con los que se reunió en Moscú están involucrados en lo que se ha conocido como la guerra híbrida del Kremlin contra Occidente”, mediante operaciones de propaganda, desinformación y otros elementos desestabilizadores. Tanto Alay como Puigdemont confirmaron al diario norteamericano los viajes a Moscú, pero insistieron en que eran parte de contactos regulares con funcionarios y periodistas extranjeros.

El rotativo reconoce que no está claro qué ayuda proporcionó el Kremlin a los separatistas catalanes. Pero señala que los viajes de Alay a Moscú en 2019 fueron seguidos rápidamente por el surgimiento de “un grupo de protesta secreto”, Tsunami Democràtic, que, entre otras acciones, invadió el aeropuerto de Barcelona y cortó la autopista AP-7 en la frontera con Francia con motivo de las conentraciones y los disturbios por la sentencia del “procés” en otoño de 2019. El reportaje desvela documentos que muestran que Rusia fue una preocupación central entre Alay y Puigdemont.

Para reconstruir los contactos con Rusia, el diario se basó en un informe de inteligencia europea de 10 páginas, cuyo contenido fue confirmado por dos funcionarios españoles; expedientes de dos investigaciones separadas llevadas a cabo por magistrados en Barcelona y Madrid, que incluyen la transcripción de los textos, pero que no han arrojado ningún cargo relacionado con las reuniones de Moscú; y entrevistas con políticos y activistas independentistas en Cataluña, así como con agentes de seguridad en España y en el extranjero.

Un reporte confidencial de la Guardia Civil española obtenido por el diario afirma que Alay estuvo involucrado en la creación de ese grupo de agitación, Tsunami Democràtic, pero el emisario de Puigdemont ha negado cualquier vínculo.