Memoria recuperada
Las imágenes de la Barcelona que se perdió
Un libro recopila fotografías de la ciudad en homenaje al arquitecto y divulgador Giacomo Alessandro
El Ayuntamiento de Barcelona, a través de sus publicaciones editoriales, ha emprendido la noble labor de recuperar las imágenes que nos hablan de una ciudad perdida en el tiempo, en blanco y negro o en tonos sepia. Eso es lo que encontramos en un imponente libro de reciente publicación, fruto de una investigación y búsqueda entre colecciones públicas y privadas. Todo ello sirve también para homenajear a Giacomo Alessandro.
Hablamos de un arquitecto italiano que vivió los últimos años de su vida en Barcelona siendo él originario de Porto Torres. Murió en 2016 con solo 39 años, víctima de leucemia. Por su labor ideando y dibujando edificios, Alessandro sostenía que era necesario «una inmersión en el pasado para entender el presente y mirar hacia el futuro». Fue eso lo que lo animó a crear y promover un muro en Facebook, titulado «Porto Torres Sparita», dedicado a imágenes antiguas con una base documental histórica. Dos años más tarde, también en esta misma red social, abría una página llamada «Barcelona desapareguda» y que arrancaba con una imagen procedente del Arxiu Fotogràfic de Barcelona. Era una obra de de Josep Domínguez quien en 1930 captó con su cámara la avenida de la Diagonal, en el tramo ante el Palau de Pedralbes. A partir de aquí, Giacomo Alessandro emprendió una titánica labor de recopilación de materiales gráficos, siempre con la capital catalana como principal protagonista, una manera de conocer su historia visual más desconocida, un magnífico vehículo para que muchos se animaran a indagar sobre el pasado fotográfico de la ciudad y sus gentes. Y es que Alessandro animaba a los internautas a que buscaran imágenes ya lejanas en el tiempo, pero que merecían ser recuperadas de aquello que el poeta Miguel Hernández definía como «tiempo amarillo». «Barcelona desapareguda» también pasó a ser una suerte de foro de debate virtual en el que se podía discutir sobre varios episodios de la historia barcelonesa.
Este libro nace de todo este material, de toda esa investigación que merecía ser traducida en papel. Es el segundo volumen de ese recorrido por la Barcelona que fue y se perdió para siempre por el inevitable paso del tiempo. Fue precisamente Facebook el canal en el que se conocieron muchos de los que han colaborado en este libro. No se puede olvidar que Giacomo Alessandro llegó a tener 75.000 seguidores en esta red social con sus muros con imágenes impagables. En esta ocasión Jorge Álvarez, Enric Comas y Víctor Oliva han capitaneado las indagaciones.
En este paseo en papel, centrados en los primeros cincuenta años de la ciudad, tenemos todo tipo de momentos y de historias. Es el caso, por ejemplo, de la llegada de una carroza del marqués de Castellbell, construida en Italia, que cerraba la procesión del Corpus y que nos aparece en las páginas del libro.
De esa Barcelona que ya no está es la llamada Escola del Mar, situada en la playa de la Barceloneta junto a los Baños Orientales. Estaba dirigida por Pere Vergés y estaba destinada a aquellos pequeños y pequeñas que tenían problemas de salud, por lo que necesitaban estar en contacto con el aire libre y el mar. Se inauguró en enero de 1922 gracias a una iniciativa del consistorio barcelonés. Su estructura de madera, un diseño de Josep Goday, fue destruida durante un bombardeo de la aviación italiana el 7 de enero de 1938.
Algunas imágenes del volumen nos enseñan la ciudad que estaba creciendo, con la construcción de edificios que han marcado el paisaje urbano. Es el caso, en 1899, de la plaza de toros de las Arenas, en la Gran Vía, un proyecto de August Font. La cámara de Antoni Borrell Vidal se encargó de recoger, en 1893, el interior de la plaza de Catalunya, divisándose el Museu Armeria de Josep Estruch con su impresionante colección de dos mil armas. Ninguna institución quiso quedarse ese centro que hoy se encuentra lejos, demasiado lejos: en París.
El libro también se preocupa de los barceloneses anónimos, los trabajadores que hicieron la ciudad. Es el caso de los empleados de las míticas Atracciones Caspolino, un pequeño y recordado parque de atracciones que se inauguró en 1942 en la plaza de Gal·la Placídia. También podemos ver a los hombres que se encargaban de la durísima labor de las cargas, las descargas y los almacenamientos de carbón en el puerto, concretamente en el muelle de Sant Bertran.
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