
Libro
Barcelona, 50 años de (de)construcción de una ciudad
►Jordi Amat ahonda con
un libro en la historia social y cultural de la capital catalana

Cuando Barcelona empezó a presentarse internacionalmente gracias a la celebración de los Juegos Olímpicos de 1992, el historiador del arte Robert Hughes planteó en un ensayo una mirada cultural a la capital catalana, con un especial interés por el modernismo. Hughes no iba más allá y no se atrevía a traspasar la ciudad tras la muerte de Franco. Ese paso sí lo da Jordi Amat en «Les batalles de Barcelona. Imaginaris culturals d’una ciutat en disputa (1975-2025)», una obra publicada por Edicions 62 y galardonada con el Premi Bones Lletres d’Assaig Humanístic.
Amat nos propone un viaje por la Barcelona que explotó culturalmente tras la muerte del dictador, una mirada que evita la nostalgia y que contiene bastante crítica. El recorrido que se puede decir que arranca simbólicamente con la serie de conciertos de Lluís Llach en el Palau de la Música en 1976 y que culminan en el disco «Barcelona Gener 1976». «Está titulado como si fuera un documento. En él se puede escuchar la rabia aguantada y la esperanza», explicó ayer Amat durante la presentación de la obra. Amat, que se presenta como un hijo del maragallismo, es decir, de la etapa en la que Pasqual Maragall fue alcalde de Barcelona, nos lleva por la Rambla en la que paseaban Ocaña y Nazario cuando en ella había barceloneses, no como ahora convertida en un decorado turístico. Todo ello forma parte de un ciclo contracultural que acabará con Jaume Sisa y su mítico «Han tancat la Rambla».
Barcelona pasa a ser en este último medio siglo de vida una ciudad de contraste, como ejemplifica el Parc Joan Miró que comenzó a ser una declaración de principios con la gran escultura mironiana «Dona i ocell» y que hoy, en el lago que hay a los pies de la biblioteca que lleva el nombre del pintor, encontramos numerosas tiendas de campaña con subsharianos.
«La democratización de la ciudad responde alianza entre gobernantes, clases populares y las élites locales. Eso se rompió», aseguró Amat quien no es partidario de la nostalgia, aunque reconoció echar de menos el espíritu de entendimiento que hubo antes cuando gobernantes, clases populares y las élites pactaron para poder emprender la democratización de Barcelona. «Es una de las mejores ciudades del mundo en las que vivir, un ejemplo esperanzador de que las cosas se pueden hacer con ambición y política», dijo.
Los Juegos Olímpicos fueron el punto culminante de ese proceso emprendido tras noviembre de 1975 y que tuvo como como himno «kitsh» el «Barcelona» de Freddie Mercury y Montserrat Caballé, «una canción horrorosa presentada como apertura de algo nuevo».
Aquella cohesión de 1992 se empezó a fracturar con el ambicioso Fòrum de les Cultures de 2004. «Era una propuesta megalómana que quería mostrar que los problemas del mundo se arreglan desde Barcelona», recordó Jordi Amat.
En «Les batalles de Barcelona» también encontramos el acercamiento que hacia la ciudad han dado mujeres de letras, como Montserrat Roig y Llucia Ramis. Tampoco deja de lado la disneyficación que se está viviendo en la Barcelona que se ofrece a los turistas de paso, como se visualiza en «Vicky Cristina Barcelona» de Woody Allen, una mirada cinematográfica que difiere de la de «El 47» donde se reivindica la olvidada periferia.
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