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Mito del cómic

«Cairo», la revista que lo cambió todo

Victoria Bermejo reúne en «Conocerlo es amarlo» entrevistas con el equipo de la publicación

Una portada de la revista La Razón

Parece que la década de los ochenta, en lo referente a cambios culturales, solamente se pudiera ubicar en Madrid. Pero en Barcelona se hizo mucho y excelente. Una buena prueba de ello es una revista que se ha convertido en un mito. Se llamaba «Cairo» y fue una verdadera revolución al ofrecer a los lectores un cómic o «neotebeo» dirigido a un público adulto, una iniciativa que llegó a los kioscos en 1981 bajo la dirección de Joan Navarro.

Efe Eme ha tenido la buena idea de publicar un libro que nos ayuda a conocer mejor esa publicación porque recoge las voces de los diferentes creadores que colaboraron en ella, al menos en su primera época. «Conocerlo es amarlo» de la escritora y cineasta Victoria Bermejo es un libro imprescindible para saber más de la filosofía de «Cairo» y de las muchas puertas que dejó abiertas para los amantes del llamado noveno arte.

Estos diálogos formaban parte de una sección que, con el mismo título del libro, aparecieron originalmente en la revista entre mayo de 1983 y octubre de 1984, un periodo fascinante porque en sus páginas aparecieron maestros de la talla de André Franquin, Jacques Tardi, Jacques P. Jacobs o François Rivière, por citar a los extranjeros y con escasa visibilidad hasta ese momento en nuestro país. Pero «Cairo» fue lo suficientemente hábil e inteligente para saber rodearse de una escudería impresionante de dibujantes y escritores, especialmente barceloneses. Ellos, entre nuevos creadores y algún veterano, también fueron objeto de las entrevistas de Bermejo. Fueron Coll, Daniel Torre, Gallardo, Guillem Cifré, Ignacio Molina, Micharmut, Mique Beltrán, Montesol, Pere Joan, Ramón de España, Roger, Sento y /Tha .

Como cuenta la propia entrevistadora en la introducción del libro, el objetivo era entrevistar a los colaboradores de la revista «como si fueran ya famosos, interesantes, únicos en su género». Eso hizo que la sección pasara a llamarse «Conocerlo es amarlo». «Conforme fui conociendo a los colaboradores, supe que eran buenos y sabios, cultos y con mucho que contar. Creía que no se hacía justicia con su obra, como si fueran menos que los pintores, los cineastas o los músicos, y eso había que solucionarlo», comenta Victoria Bermejo.

Fueron solamente trece entrevistas y son un documento de primera mano para comprender el mundo del cómic y ese tiempo de cambio. Resulta, por ejemplo, emocionante poder leer la conversación con Coll, un veterano del «TBO» que fue recuperado para «Cairo» al final de su vida, después de años retirado del dibujo para ganarse la vida en la construcción. «Para mí el cómic con los dibujos serios, que no sean monigotes, que sean personajes reales. Antes se decía siempre el tebeo, aunque “Aventurero” se podía considerar cómic por que eran dibujos serios. Aquí ha habido mucho desconcierto con que esto es un cómic, esto es un tebeo, ¿en qué quedamos, en qué se diferencian?» Entre los que comenzaban a publicar sus trabajos, uno de los más interesantes es hoy un nombre consagrado, como es el de Daniel Torres. Quien había empezado en revistas marginales, junto con Mariscal, Micharmut o Sento, en «Cairo» trajo dos personajes míticos como Rubén Plata y Roco Vargas. A Bermejo le comentó que «yo estoy navegando entre el cómic y la ilustración. Tengo el concepto de trabajo dirigido a un producto, cercano al concepto del diseño gráfico, pero que el grafismo tenga una función a priori. Necesito saber dónde se va a publicar cada historieta para saber cómo la tengo que hacer. En mi esquema de trabajo lo primero que apunto es: número tal de álbum, portafolio, postal. Y esto cambia mi manera de realizarlo. Quiero que me digan lo que quieren. Sigo una psicología de calle, me planteo qué me gustaría a mí ver de Torres en la calle... esto me marca un dinamismo».

Por su parte, Mique Beltrán, quien publicó en «Cairo» su fundamental serie protagonizada por la inolvidable Cleopatra, al ser preguntado por la diferencia entre el cine y los tebeos reconocía que en estos últimos «uno puede hacer todo: director, guionista, atrezo, decorador...»