Fascinó a Rosalía y Woody Allen

La casa-escultura de Xavier Corberó busca propietario

El proyecto más ambicioso del reconocido artista catalán en Esplugues está en venta por seis millones de euros después de fascinar a Woody Allen o Rosalía

Una imagen de la casa-escultura de Xavier Corberó
Una imagen de la casa-escultura de Xavier Corberó La Razón

Hay edificios que son algo más que una obra de arte. Alcanzan una dimensión cultural que va más allá de su uso como vivienda, de su funcionalidad como hogar. Son enormes esculturas en piedra, como sucede con algunos de los proyectos más ambiciosos, por ejemplo, de Frank Lloyd Wright, Le Corbusier, Ludwig Mies van der Rohe o Frank Gehry. Luego están esas iniciativas que son imaginadas por pintores o escultores que hacen de su hábitat, de su estudio y casa una de sus mejores composiciones, como sucede cada vez que se pone los pies en el Port Lligat de Salvador Dalí. Fue precisamente un amigo del pintor surrealista quien construyó en Esplugues uno de los edificios más singulares en esta zona. Se llamaba Xavier Corberó y ahora el paraíso laberíntico de piedra que soñó y pudo poner en pie busca un nuevo y solvente propietario.

Corberó fue uno de los nombres de referencia de la escultura catalana durante la segunda mitad del siglo pasado. Buena prueba de ello es que algunos de sus trabajos se encuentran en las colecciones de museos como el MoMA de Nueva York o el Victoria and Albert Museum de Londres, además de en espacio público. Es el caso, por ejemplo, de la gran columna conmemorativa dedicada al que fuera presidente de la Generalitat, Josep Tarradellas, en la avenida barcelonesa que lleva su nombre.

Sin embargo, es muy probable que la más ambiciosa de las obras de Corberó fuera la casa-taller que realizó en Esplugues. En 1968, el escultor adquirió los terrenos en los que empezó a edificar poco a poco, diseñando un conjunto de 4.500 metros cuadrados a través de una serie de edificios interconectados con una decena de patios.

Además de ser el espacio en el que trabajó Corberó, también ha fascinado a otros creadores. Es el caso de Woody Allen que quiso que la vivienda-estudio fuera uno de los escenarios de su película «Vicky Cristina Barcelona» haciendo que fuera el taller del personaje de Javier Bardem. Otro nombre a tener en cuenta, la mismísima Rosalía con Rauw Alejandro, quiso que su video clip «Vampiros» se rodará en tan singular construcción.

Desde hace unas semanas la más grande de las esculturas de Xavier Corberó está en venta en el portal inmobiliario Engel & Völkers. Su precio es de seis millones de euros.

Xavier Corberó falleció en 2017 dejando sin finalizar su propuesta arquitectónica. No se trataba de un complejo fácil de mantener desde un punto de vista económico. A este respecto cabe señalar que tras la muerte del escultor, sus herederos vendieron una parte del complejo al Ayuntamiento de Esplugues quien piensa destinarlo a usos culturales. Esa parte, conocida como la Casa dels Cecs, fue vendida al consistorio por unos tres millones de euros hace tres años.

Vayamos a las cifras, a las muy espectaculares cifras relacionadas con esta creación a medio camino entre lo arquitectónico y lo escultórico. Los datos de otro portal inmobiliario, Top Arquitectura, nos informan que el edificio ahora en venta, la gran escultura de Xavier Corberó, cuenta con 38 dormitorios, 15 baños, 3 cocinas, 9 salas y 1 piscina. Todo ello en más de 3.600 metros cuadrados interiores construidos y otros 1.300 metros cuadrados correspondientes a patios y jardines. Un laberinto extraordinario con más de 300 arcos.

La puesta en venta de la casa sirve para recordar a un artista que tuvo una gran repercusión en el exterior, con numerosas exposiciones más allá de nuestras fronteras, especialmente en estados Unidos y en Japón. Pese a ello, el primero que supo ver su potencial creativo fue nada menos que Salvador Dalí. El pintor surrealista fue el primero en comprar uno de sus trabajos, lo que supuso todo un estímulo para Corberó quien siempre se mostró públicamente como un fiel admirador del padre de los relojes blandos. Pero el de Figueres no fue su único apoyo porque Xavier Corberó también tuvo la suerte de contactar con otros nombres destacados del arte, como Marcel Duchamp, Man Ray o Max Ernst.

Los sesenta fueron probablemente los años en los que conoció algunos de sus mejores éxitos, como lo atestiguan premios como el Manolo Hugué (1960), el Ramon Rogent (1961) o la Medalla de Oro del Estado de Baviera (1963).

Siguió creando hasta el final piezas de una deslumbrante abstracción e ideando un edificio que, como se dice en Top Arquitectura, contiene «un estilo arquitectónico de difícil clasificación pero provisto de una belleza y singularidad que la hacen única e irrepetible». Ahora solamente falta encontrar al inversor que quiera pagar y mantener el legado.