
El poder de los tebeos
¿Cuál es el futuro del cómic en tiempos de Donald Trump?
Charles Burns y Françoise Mouly hablan con LA RAZÓN sobre los retos del noveno arte durante su paso por Kosmopolis

Corren malos tiempos para la libertad de expresión en Estados Unidos. Son muchos los casos de cancelación y censura. Así que uno no puede evitar la tentación de preguntar sobre esto a dos grandes personalidades del mundo del cómic. Y es que estos días han estado en Barcelona, participando en el festival literario Kosmpolis, organizado por el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB), algunos de los más importantes nombres del cómic independiente actual. Este diario juntó al dibujante Charles Burns y a la editora Françoise Mouly para dialogar sobre el arte de la viñeta.
Empezamos preguntando por el tiempo que estamos viviendo. «Tengo el lujo de no tener que preocuparme por ganarme la vida. Me puedo aislar. Me siento en mi estudio, trabajo conmigo mismo , aunque soy muy consciente de lo que pasa en el mundo real. Puedo centrarme en la historia que narro con independencia de que se pueda contar o no. Mi único problema en el pasado fue la autocensura y procuro no hacerla ahora», aseguró el autor de «Black Hole».
Por su parte, Mouly, editora gráfica de la revista «New Yorker», tiene a la realidad de su país como la materia prima para las portadas del mítico semanario. Desde su punto de vista «el cómic es la demostración perfecta de por qué es un medio especial. No está al servicio de los medios. Ni magnates como Jeff Bezos ni Elon Musk pueden interferir en ese mundo. Son historiecistas individuales que lo único que necesitan es un vaso de agua, un papel y un lápiz. Nada más. El medio es tan accesible que se convierte en democrático. Mientras siga alimentando voces intelectuales se demostrará que no está domesticado».
Lo dice una editora que ha visto como en ocasiones, desde el trumpismo, ha sido criticada por hacer mofa del actual ocupante del Despacho Oval de la Casa Blanca. Françoise Mouly meditó, sobre este tema, y dijo que «a Trump lo único que le interesa es llamar la atención sea como sea. Cuando en la portada de la revista ponemos una imagen de Musk y él no ésta, es decir, cuando no sale en el centro, sí que se ofende». Burns ratificó esas palabras añadiendo que «el narcisismo de Trump es tan claro y transparente que no necesita más comentarios».
Todo ello ocurre en un tiempo en el que podemos encontrar nuevos creadores en las librerías especializadas, nuevas voces que logran el respaldo de lectores deseosos de conocer historias y estilos hasta el momento inéditos para el gran público. A este respecto, Charles Burns señaló que «hay una proliferación de artistas jóvenes que se autopublican, gente que está al margen de los grandes editores. No quieren limitaciones».
Mucho han cambiado las cosas desde que Burns y Moudy empezaron en el cómic «underground» y pasaron a convertirse en nombres de referencia de la contracultura. Ahora el conocido como noveno arte incluso se estudia en las universidades, algo que hace que nuestros dos protagonistas arqueen las cejas. ¿Les gusta que el cómic haya llegado a la universidad? «Lo lamento por los estudiantes porque de esta manera se roba lo que yo tuve que fue un descubrimiento de ese trabajo. Tuve mucha suerte porque cuando empezamos aquello era un campo especial, éramos como una sociedad secreta. Estábamos ante una mina de oro que nadie más conocía. Si estudian el cómic porque lo aman o quieren ser historiecistas, eso es otra cosa, puede estar bien, pero no tendrán esa emoción del descubrimento de lo que considerábamos como nuestro mundo», subrayó Mouly.
Y, para los que empiezan, Burns también tiene palabras, consejos que parten de su propia experiencia: «Hace poco, una autora joven muy talentosa, no le diré el nombre, me preguntó cómo me puedo ganarme la vida con esto. La respuesta es que durante mi carrera gané dinero con la ilustración, con anuncios. Tuve suerte de tener esa salida. Es decir, yo tenía una carrera doble: por un lado estaban los anuncios y, por el otro, mi carrera personal que sabía que no me daría para mantener a mi familia. Tuve claro que debía ser así».
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