OPinión

Dinero para enseñar a leer

No son más recursos económicos lo que hace falta, sino cambiar la forma de enseñar

Lo importante es enseñar a leer, no el dinero invertido
Lo importante es enseñar a leer, no el dinero invertidoGoogle

Con el propósito de paliar el descalabro del informe PISA, el presidente del Gobierno ha anunciado esta semana una inversión de 500 millones para mejorar la enseñanza de la Lengua y las Matemáticas. 

Es la respuesta que se acostumbra a dar siempre desde la órbita autodenominada progresista a los problemas educativos. Como si el dinero fuera la piedra filosofal que lo soluciona todo. Pero no son más recursos económicos lo que hace falta. Que serán solo un parche, y pasajero. O ni siquiera. Lo justo y necesario, y urgente además, es cambiar la forma de enseñar. Rectificar, que es de sabios, y por eso a lo mejor nadie lo hace. Volver a lo básico y esencial, la lectura, la escritura y el cálculo matemático, para lo cual no se necesitan más medios ni recursos que los que hay. (Hasta no hace mucho, los únicos materiales pedagógicos con que contaban los profesores eran el libro de texto, la tiza y la pizarra. Como mucho había algún aula habilitada con proyector de diapositivas, y las únicas fuentes de información al alcance de los alumnos eran los libros y enciclopedias de papel. Con todo, los resultados eran más que aceptables; excelentes, comparados con los de hoy.) Dejarse de competencias, proyectos educativos y tecnologías digitales y volver a enseñar contenidos. Contenidos y conocimientos que se adquieren a base de esfuerzo, no de entretenimiento (¡las matemáticas socioafectivas de que habla ahora el Gobierno!). Premiar el mérito y el estudio. Y no desterrar la memoria.

Es muy difícil enseñar si el alumno no entiende lo que lee. Y no entiende lo que lee porque en clase se ha dejado de leer, o se lee muy poco, y más en pantallas que en papel. Leer, ese es el recurso, y el remedio. Y para eso no se necesita dinero, solo dedicación y voluntad. Leer y acompañar la lectura con actividades de comprensión lectora que exijan una respuesta razonada y no se l limiten, como ocurre en las plataformas digitales, a marcar una casilla.

Recuerdo a este respecto que, hace unos veinte años, cuando el problema no era aún tan acuciante como hoy pero ya se empezaba a detectar, se implantó en algunos centros la hora de lectura. Una hora de lectura a la semana, en la que todos los alumnos leían el libro que traían de casa o sacaban de la biblioteca. Leer en silencio durante una hora: una experiencia nueva y desconocida para muchos. Y pese a que a algunos se les cerraban los ojos, solo eso, estar una hora en silencio delante de un libro, sin ningún artilugio a su alcance con que distraerse, ya era en sí mismo un magnífico aprendizaje. Tan provechoso quizá como las actividades de comprensión lectora que debían preparar luego para la clase de Lengua.