Referente del cómic

El erotismo de Milo Manara ante sus maestros

Un libro recoge algunos de los mejores trabajos de uno de los grandes referentes del cómic de todos los tiempos

El homenaje de Manara a Klimt
El homenaje de Manara a KlimtNorma Editorial

Milo Manara es el responsable de algunas de las páginas más brillantes de la historia del cómic. Esto no es una opinión sino una evidencia, un hecho totalmente contrastado como ha demostrado con solvencia en series como «El clic», «El perfume del invisible», «Los Borgia» o «Caravaggio», además de sus colaboraciones con Federico Fellini o Hugo Pratt. Todas estas obras tienen un denominador común que es el hecho de elevar el erotismo a una categoría de obra de arte. Las mujeres dibujadas por Manara son inmediatamente reconocibles y se convierten en un sinónimo de deseo en tinta china.

Mientras esperamos que el maestro publique a lo largo de este año su muy personal adaptación de la novela «El nombre de la rosa» de Umberto Eco, algo que promete ser un hito en el llamado noveno arte, podemos aproximarnos a su universo con un imponente libro que acaba de publicar Norma Editorial. Se trata de «El arte de Milo Manara».

No se trata, como sería fácil y equivocado pensar, de una recopilación de grandes éxitos. Lo que encontramos son especialmente una serie de trabajos en los que las chicas de Manara se adentran en los temas de algunos de los pintores admirados por este creador italiano, como Botticelli, Rubens, Velázquez, Goya, Klimt, Toulouse-Lautrec, Matisse, Picasso o Balthus, entre muchos otros. El resultado final es un viaje único por la historia del arte, por aquellos que han abierto el camino por el que después ha seguido caminando Milo Manara, desde los clásicos latinos hasta la actualidad.

Sobre esta serie, titulada –no podía ser de otra manera– «El pintor y la modelo», escribe en este libro el historiador Asier Mensuro un interesante texto. Sobre la propuesta de Manara escribe Mensuro que «con inteligencia, recurre a algunos de los cuadros más famosos de la historia del arte como fuente de inspiración, solo que en sus versiones, incluye al pintor dentro de la obra pictórica; y, al hacerlo, toca otro tema capital de la historia del arte, el autorretrato. Pero sobre todo, iguala plásticamente al creador masculino con la mujer que es representada, reivindicando para la historia a aquellas figuras femeninas cuyo aspecto todo el mundo conoce, pero de cuya identidad solo está al tanto el especialista».

De esta manera, en «El arte de Milo Manara» nos podemos encontrar a un Francisco de Goya que trabaja en lo que parece ser su celebérrima «Maja desnuda», probablemente obedeciendo al encargo que le había hecho un sacerdote al que llamaban «El Agonizante». En otra versión se nos dice que aquella mujer no era otra que la duquesa María del Pilar Teresa Cayetana de Alba.

Manara también nos invita a mirar como lo hacía Auguste Rodin cuando tenía delante a la pareja que se convirtió en los modelos para su grupo escultórico «El beso». Es el homenaje del artista francés al erotismo, algo que liga con los intereses temáticos del autor italiano.

Bajo el título «Una lluvia de oro» tenemos una de las mejores composiciones de Manara, en esta ocasión su particular homenaje a Gustav Klimt. El autor de «Las aventuras de Giuseppe Bergman» nos invita a entrar en el estudio del pintor en Viena, inundados por los colores que formaban la paleta del pintor, pero con una de sus modelos en un primer plano, desnuda, como hacía con las mujeres a las que retrataba en la Viena de la Belle Époque.

Otro taller al que podemos adentrarnos es el de Amadeo Modigliani, en la parisina calle Taitbout. Cubierto por la bohemia propia del tiempo que le tocó vivir en la capital francesa, Modigliani se nos aparece aquí retratado por Manara en compañía de su modelo y compañera Jeanne Hébuterne, protagonista de algunas de las más impresionantes telas del pintor.

Pero no todo es pintura y escultura en este libro. Manara no puede dejar de lado a sus principales referentes, aquellos con los que tuvo la suerte de colaborar. Es el caso de Hugo Pratt o Fellini al que rinde personalísimo tributo con «La Saraghina». De ella dice el artista que su impresionante silueta «está envuelta en el aura oscura y misteriosa, del sexo en estado puro que irradia su indomable cabellera».