Intrigas en exposición

Los espías que llegaron del cine

Una exposición indaga en CaixaForum Barcelona sobre la relación entre este género y la gran pantalla

Una de las salas de la exposición que se acaba de inaugurar
Una de las salas de la exposición que se acaba de inaugurarFundació La Caixa

El mundo del espionaje ha tentado en muchas ocasiones a la gran pantalla, especialmente gracias a las adaptaciones de las obras de John Le Carré o Ian Fleming. CaixaForum Barcelona es, desde ayer, la principal sede de espías cinematográficos gracias a una gran exposición que acaba de abrir sus puertas. Gracias a la colaboración de la entidad con la Cinémathèque Française se ofrece un recorrido completo por personajes, títulos, producciones, es decir, historias alrededor de secretos, confidencias y agentes, todo ello con un recorrido cronológico que nos lleva desde la Mata-Hari que interpretó Greta Garbo a la lectura que hizo Oliver Stone de la vida de Edward Snowden.

Además de objetos, carteles e imágenes relacionados con el mundo del cine, la muestra se complementa con obras de autores como Andy Warhol, Ceryth Wyn Evans, Julien Prévieux, JeanLuc Blanc, Nina Childress, David Lynch, Nemanja Nikolic, Simon Menner, Walid Raad, Trevor Paglen, Heather Dewey-Hagborg y Sophie Calle. Todas ellas exploran uno de los iconos de este género cinematográfico, como es el papel de la mujer espía, más allá del estereotipo del denominado «sexpionaje».

Porque no todo se limita a la perspectiva de las grandes superproducciones de Hollywood sino que también trata de acercarse a otras cinematografías, incluso las españolas. A este respecto, en la exposición caben títulos como «El Lobo», de Miguel Courtois, «Mataharis», de Icíar Bollaín, y «Estambul 65», de Antonio Isasi-Isasmendi, además de un fragmento del documental «Garbo, el espía», de Edmon Roch.

El recorrido se inicia de la mano del código Morse, uno de los sistemas de comunicación que hemos visto usado con frecuencia en el cine. De ahí arranca un paseo en el que tenemos piezas tan curiosas como una estación de reprografía usada por agentes de la KGB y del Departamento Central de Espionaje Ruso o minicámaras ocultas tan habituales en los años de la larga Guerra Fría.

La muestra bucea en la mujer como espía, hecho que tuvo su máximo apogeo de la mano de un personaje real que sigue fascinando a muchos, como es Mata-Hari, interpretada para el séptimo arte por Greta Garbo, Jeanne Moreau, Sylvia Kristel o Vahina Giocante. Otras «femme fatales» fueron, por ejemplo, Marlene Dietrich como agente X27 en «Fatalidad», un papel curioso cuando se sabe que la propia actriz actuó como espía contra los nazis. Otro nombre propio es Hedy Lamarr, no solamente un mito de la gran pantalla sino también inventora de un sistema secreto de codificación de transmisores precursor del GPS y del Wifi.

Cuando hablamos de cine de espías inmediatamente se nos viene a la cabeza un nombre: James Bond. El mundialmente conocido agente 007, esa creación literaria de Ian Fleming, ha sido adorado y odiado, pero también ha sido un reflejo de su tiempo, desde las intrigas de la Guerra Fría a la estabilidad que vive el mundo en estos tiempos actuales. En CaixaForum podemos comprender su vigencia, con ropa y objetos como el esmoquin y los zapatos llevados por Daniel Craig en en «Casino Royale» pasando por el traje granate con cremalleras delantero de Hale Berry en «Muere otro día» o el cocodrilo submarino en el que se ocultó Roger Moore en «Octopussy».

La muestra también nos invita a conocer cómo se entendía el espionaje en las producciones procedentes del frío, de la Europa del Este. Pero también podemos ver cómo aparente variantes en el cine de espías, cambiando escenarios a medida que la política también tenía otros intereses. De esta manera nos trasladamos de Europa a Oriente Medio, como podemos ver en «Argo», de Ben Affleck; «La noche más oscura», de Kathryn Bigelow; o «Múnich», de Steven Spielberg, además de en Latinoamérica, como en la miniserie «Carlos», de Olivier Assayas. Todo esto nos lleva a un contexto en el que el terrorismo ha sustituido cualquier forma de ejército civil, una tragedia que también traduce el cine.