Historia

Esto decía Antonio Tejero sobre el referéndum del 1-O y los independentistas de Cataluña

El exteniente coronel de la Guardia Civil denunciaba un agravio comparativo entre el trato que se le dio a él frente al que se le dio a los "sediciosos catalanes"

Muere a los 93 años Antonio Tejero, autor del golpe de Estado de 1981
Antonio TejeroEuropa Press

Antonio Tejero está siendo noticia estos días por su delicado estado de salud. El teniente coronel retirado de la Guardia Civil, conocido por encabezar el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, protagonizó en 2017 una de sus últimas apariciones públicas con una carta enviada al diario La Gaceta. En ella, Tejero, entonces con 85 años, comparaba su actuación en el 23-F con el proceso independentista catalán y el referéndum ilegal del 1 de octubre, que consideraba un “golpe de Estado” mucho más grave que el suyo.

En el texto, fechado el 15 de septiembre de 2017 en Torre del Mar (Málaga), Tejero comenzaba identificándose con su nombre completo, su edad y su condición de “teniente coronel de la Guardia Civil expulsado del Ejército por los sucesos del 23-F”. A continuación, reclamaba a la Justicia española que realizara un “Juicio Comparativo” entre el intento de golpe de Estado de 1981 y lo que estaba ocurriendo en Cataluña con el referéndum promovido por el Govern de Carles Puigdemont.

“El 23-F pretendía conseguir un cambio de Gobierno que garantizara la unidad de la Patria”, escribía, asegurando que la acción de 1981 buscaba preservar España frente a una Constitución y unos estatutos de autonomía que, en su opinión, habían dañado la unidad nacional. En contraste, sostenía que el “golpe de Estado” catalán perseguía la ruptura de esa misma unidad.

Un trato desigual ante la ley

Tejero reconocía sin ambages la gravedad de lo sucedido en 1981: “Cometimos un gran delito”, afirmaba, recordando que él y otros dos participantes fueron condenados a 30 años de reclusión mayor y expulsados del Ejército. Sin embargo, denunciaba lo que consideraba una “impunidad total” de los “sediciosos catalanes”, a quienes acusaba de incumplir las leyes y “jactarse de ello”.

También cargaba contra el Gobierno de Mariano Rajoy, al que reprochaba una actitud “estática” y “cobarde”. Según Tejero, mientras el delito del 23-F fue perseguido de manera “inmediata y contundente”, el Ejecutivo de entonces se limitaba a “intentar diálogos infructuosos” y a “perseguir papeletas del referéndum” con la Guardia Civil, en lugar de aplicar medidas firmes.

Críticas al Rey y a la clase política

Aunque reconocía que el Rey “no es responsable de sus actos”, Tejero sostenía que Felipe VI “debió haber tomado alguna resolución” para impulsar “medidas más coercitivas”. A su juicio, tanto el Gobierno como la Corona y los partidos políticos habían incurrido en una “dejación de poder” que perjudicaba la unidad de España.

El exguardia civil llegaba incluso a referirse al 23-F como un “Contragolpe”, asegurando que su acción pretendía frenar una operación “patrocinada por el Rey Juan Carlos I y los partidos políticos, sobre todo el socialista y el comunista”, a quienes, decía, se habían “repartido los ministerios”. Afirmaba que la documentación que demostraría esta versión se hallaba en los “Papeles del 23-F”, aún clasificados, según decía, por decisión política.

Advertencias finales y apelación a la Iglesia

En el tramo final de la carta, Tejero dirigía duras palabras al Gobierno y advertía de las consecuencias de no actuar antes del “fatídico día del primero de octubre”. “Ni se ha producido ni creo que se vaya a producir” una reacción contundente, lamentaba.

También dedicaba un párrafo a las Fuerzas Armadas, por las que decía sentir un “gran respeto”, pero a las que reprochaba su silencio ante la amenaza secesionista. “Un general en una España rota y disminuida no vale nada”, sentenciaba.

Por último, se dirigía a la Iglesia católica, de la que decía esto: "Ya sólo me queda la Iglesia y de esta aún hablaré menos por ser hijo fiel de ella, pero los obispos y clérigos que ondean las banderas esteladas, algunas veces hasta en sus iglesias, podían mejor orar por la unidad de la Patria que tanto expandió la religión católica por el mundo y a la que España dio tantos mártires".

La carta concluía con un juramento de fidelidad a España y a su unidad, acompañado de un mensaje que resumía su ideario:

"Piénsenlo bien antes de seguir por el camino que han tomado y Dios y España les premiará, y si no se lo demandará ¡Lo juro! Como juro igualmente fidelidad a España, a su historia, a sus mártires, a sus héroes y, en la actualidad, sobre todo a su unidad y su grandeza, en defensa de las cuales daría gustoso mi vida y la vida de mis enemigos.

¡Viva España!"