Patrimonio cultural

La memoria de piedra del Cap de Creus

Un completísimo libro recoge las varias barracas que se han conservado en esta zona de la Costa Brava

Una de las construcciones tan características de esta zona ampurdanesa
Una de las construcciones tan características de esta zona ampurdanesaRobin Townsend

A lo largo y ancho del Cap de Creus, uno de los más hermosos entornos naturales catalanes, se han ido conservando una serie de sencillas construcciones de piedra. El paso del tiempo ha hecho que su conservación no sea en ocasiones óptima, aunque han quedado los suficientes vestigios para que nos hagamos una buena idea de lo que fueron esas barracas.

Un libro se ha propuesto inventariar esa memoria de piedra, una labor patrimonial que permanecía pendiente desde hacía mucho tiempo.

Eso es lo que podemos encontrar en «La pedra seca al Cap de Creus», un detectivesco trabajo de Jenar Fèlix Franquesa que se pasea por El Port de la Selva, la Selva de Mar, Cadaqués y Roses. El libro, editado por Brau Edicions, contiene 615 fotografías realizadas por Robin Townsend de una selección de 350 barracas, una aproximación a las 1.389 habitadas de esta zona.

Se impone una pregunta. ¿A qué nos referimos cuando hablamos de barracas de piedra seca? Nos referimos a un esfuerzo por parte de las personas que forman parte de esta región con unos 250 años de historia. Eso es lo que han hecho entre diez y doce generaciones en el Cap de Creus.

Hay testimonios de todo este proceso, de la transformación económica de la zona, en algunos casos de peso, como es el caso del florentino Cosme de Medici en el siglo XVII. Mientras recorría la Península, antes de ser nombrado Gran Duque de la Toscana, Medici, a su paso por el Cap de Creus escribió que «Cadaqués se puede decir que es el primer Puerto que está en la costa de Cataluña pasado el Golfo […] se encuentra en el nacimiento de una colina colocado en la parte inferior de un seno, que forma el Puerto, rodeado de pequeños montículos rocosos y salvajes, si no fuera porque de cuando en cuando, en el lado que mira a mediodía, son cultivados con viñas y olivos».

A consecuencia de estos cambios en la zona, cambios económicos importantes, también llevó consigo una evolución en la arquitectura rural realizada con piedra seca. Todo ello ha dado como resultado una forma de construcción única y particular para esta parte del litoral catalán.

Una de las principales características de estas construcciones es el empleo de una falsa bóveda. Fueron los mismos campesinos, convertidos en una suerte de arquitectos rurales, los promotores de este tipo de edificaciones que no tardaron en expandirse por el Cap de Creus.

Pero el libro que nos ocupa no es una historia de estas barracas sino que es un intento de llevar a cabo un trabajo de corte descriptivo, desde un punto de vista patrimonial, pero con el objetivo de dar a conocer los elementos de esta arquitectura de piedra seca. La naturaleza, por su parte, se ha encargado con el paso de los años, de realizar su aportación y hacer que estas construcciones pasen a ser un destacado elemento más del paisaje.

En esta memoria de piedra del Cap de Creus, cabe subrayar que técnicamente estas barracas no traían consigo un gran esfuerzo. A ello se le suma, como recurso para su edificación en muchos casos, el aprovechamiento de aquello que ofrece la naturaleza, como es el caso de las peñas naturales inclinadas, que son fácil encontrar por todo el Cap de Creus.

Gracias al libro podemos pasear por Sant Baldiri, Port Lligat, Mas Baltre, Jóncols, Mas Marès o El Pení, algunos nombres, por cierto, muy conocidos para los estudiosos de la cartografía daliniana. Asimismo podemos constatar la amplia diversidad de barracas existentes en esta geografía, como son las de planta irregular, circular y cuadrangular.

También hay espacios que son variantes de estas barracas, como son los pequeños oratorios y capillas que aparecen por diversos caminos, como el de Sant Sebastià o la llamada capilla Des Dolors, entre los olivares que bordean Cadaqués. Igualmente curiosas con las colmenas de piedra, tan importantes para los habitantes de esta zona, especialmente predominantes en Cadaqués. El libro, igualmente, rescata los hornos de piedra seca que se conservan en el valle de Montjoi o el de Canadell. Todo ello sirve para conservar un importante patrimonio.