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Municipal

Vivir más o menos depende del barrio: las desigualdades persisten en la salud de Barcelona

La diferencia puede superar los diez años entre vecinos que viven a apenas unas paradas de metro de distancia

Vista aérea del distrito 22@ de Barcelona La Razón

La esperanza de vida en Barcelona se ha recuperado tras la pandemia y se mantiene en cifras altas, pero el retrato global de la salud en la ciudad esconde desigualdades profundas entre barrios y un aumento constante de los problemas de salud mental. Así lo recoge el informe La Salut a Barcelona 2024, presentado por la Agència de Salut Pública de Barcelona (ASPB), que analiza los principales indicadores sanitarios, sociales y ambientales del último año.

Según el documento, la esperanza de vida se situó en 87,5 años para las mujeres y 82 años para los hombres, prácticamente los mismos valores que antes de la llegada de la covid. Sin embargo, esta media no representa la realidad de toda la población. El informe vuelve a insistir en un fenómeno recurrente en los últimos años: no todos los barceloneses viven lo mismo, ni viven igual. La distancia entre los barrios más acomodados y los más desfavorecidos no solo persiste, sino que en algunos indicadores incluso se ensancha.

Una brecha que sigue marcando el mapa de la ciudad

Los barrios de mayor renta continúan registrando una esperanza de vida significativamente más alta que los de niveles socioeconómicos bajos. En algunas zonas, la diferencia puede superar los diez años entre vecinos que viven a apenas unas paradas de metro de distancia. Factores como la estabilidad laboral, la calidad de la vivienda, el acceso a recursos sanitarios, la presencia de zonas verdes o la exposición a contaminación y ruido determinan de forma directa la salud y, en consecuencia, la longevidad.

La ASPB subraya que esta desigualdad no es solo un problema sanitario, sino estructural, vinculado a las condiciones de vida de cada barrio. En este sentido, el programa Barcelona Salut als Barris, dirigido a las zonas con más necesidades, amplió su actividad en 2024 hasta alcanzar 26 barrios priorizados, donde se llevaron a cabo 230 intervenciones comunitarias en las que participaron más de 14.600 vecinos. Aunque la iniciativa contribuye a reducir vulnerabilidades, los responsables del informe recuerdan que se trata de un trabajo a largo plazo y que la salud de un territorio no mejora al margen de su contexto económico y urbano.

La salud mental, un indicador en ascenso

Más allá de la esperanza de vida, el informe alerta de otro fenómeno cada vez más visible en la ciudad: el crecimiento de los problemas de salud mental, especialmente la ansiedad y la depresión. Ambos trastornos se mantienen como las causas más frecuentes de consulta en Atención Primaria.

Durante 2024 se diagnosticaron casi 29.500 nuevos casos de ansiedad, de los cuales dos tercios correspondieron a mujeres. La ansiedad fue más habitual en personas jóvenes y en barrios de menores ingresos, un patrón que se repite año tras año y que apunta hacia un problema social de fondo más que a un fenómeno clínico aislado. En cuanto a la depresión, se registraron cerca de 9.300 casos nuevos, también con una mayor incidencia en mujeres y con un incremento progresivo con la edad.

Los profesionales consultados por la ASPB vinculan este aumento a factores como la precariedad laboral, la presión económica, la dificultad para acceder a la vivienda y el impacto emocional de la pandemia, que dejó una huella profunda en determinados grupos. El informe insiste en la necesidad de reforzar los recursos de salud mental en la red pública y mejorar la prevención en los entornos comunitarios.

Un contexto ambiental más favorable, pero insuficiente para compensar desigualdades

El cuadro general incluye también datos positivos. Entre ellos, la mejora de la calidad del aire, con un descenso continuado de los niveles de dióxido de nitrógeno (NO₂). Esta reducción ha permitido que los casos de asma infantil atribuibles a la contaminación se hayan reducido un 28% respecto al periodo prepandemia. La ciudad también mantuvo una buena calidad del agua de consumo, pese a la reducción de recursos hídricos causada por la sequía y al aumento de los controles en 2024.

Asimismo, la tasa de paro se situó en el 7,0%, la cifra más baja desde 2008, lo que contribuye a mejorar el bienestar general de la población. Aun así, el informe recuerda que estas mejoras no se distribuyen por igual en el territorio y que los barrios con menos recursos siguen concentrando los peores resultados sanitarios.

Un desafío de salud pública que va más allá de los indicadores

La recuperación de la esperanza de vida es una buena noticia, pero los responsables del estudio subrayan que el verdadero reto está en garantizar que nazca en el código postal que nazca, cualquier persona pueda vivir lo mismo y con la misma calidad. Las desigualdades territoriales y el incremento de los problemas de salud mental conforman, según la ASPB, el principal desafío para los próximos años en una ciudad que, aunque sana en términos generales, sigue mostrando fracturas profundas entre sus barrios.