Biomedicina
¿Se puede detectar el cáncer a partir de una muestra de sangre?
En hospitales españoles empiezan a realizar biopsias líquidas, que analizan la sangre en busca de señales de algunos cánceres
El tratamiento contra el cáncer ha evolucionado mucho en el último siglo. Ha dejado de ser una enfermedad incurable para acabar desarrollándose una medicina personalizada, llena de tratamientos únicos para cada tipo de tumor y paciente. En este escenario, lo importante es detectar correctamente el tipo de cáncer de cada paciente, algo que normalmente se hace extrayendo una muestra del tumor. Pero, en vez de pasar por cirugías, existe una solución más sencilla que poco a poco se está implementando en hospitales de España de todo el mundo: extraer una muestra de sangre y buscar el rastro del tumor en ella.
Una aguja en un pajar
En 1869, el investigador Thomas Ashworth hizo un descubrimiento único: pudo detectar células tumorales en la sangre de pacientes con cáncer de mama avanzado. Estas células habían dejado el tumor, y se dispersaban por el cuerpo formando la metástasis, un proceso por el cual las células tumorales invaden y colonizan otros tejidos.
Al analizar estas células décadas después, el ADN del tumor no coincide con el ADN de los pacientes. Es una versión distorsionada, con mutaciones que incitan a la célula tumoral a dividirse sin control. A medida que el tumor crece, sus células se dividen y replican cada vez más, acumulando más mutaciones hasta hasta quedar irreconocibles.
Conocer estas mutaciones es importante para el tratamiento del tumor, ya que según estas alteraciones, un cáncer puede ser más sensible a ciertos tratamientos. También es importante para conocer la evolución futura de la enfermedad. Por ejemplo, ciertas mutaciones pueden hacer que el tumor crezca más lentamente e incluso encoja por sí mismo, haciendo que el tumor sea bautizado como benigno; o acelerar rápidamente en forma de un tumor maligno.
Al liberarse células del tumor a la sangre, es posible recogerlas y estudiar su ADN para conocer estas alteraciones. Pero hasta hace poco, el número de células tumorales era demasiado bajo como para ser analizado. Salvo en estadios avanzados de algunos tumores, encontrar estas células y aislarlas es como buscar una aguja en un pajar. No ha sido hasta el siglo XXI que ha sido posible desarrollar instrumentos suficientemente sensibles para poder aislar estas pocas células en sangre, mediante una técnica llamada biopsia líquida.
La biopsia líquida desde el punto de vista del paciente es simplemente extraer una muestra de sangre normal. La diferencia está en el laboratorio que analiza la sangre, que aplican nuevos instrumentos que permiten analizar el genoma de las células tumorales que pudiera haber. Este tipo de técnica empieza a implementarse en hospitales españoles a medida que las máquinas de análisis han reducido su coste.
Pero las biopsias líquidas no sirven para todo, sino que tienen unos usos concretos. No conocemos las mutaciones de ADN específicas para todos los tipos de cánceres, ni todos los tumores liberan células ni restos a la sangre. Eso hace que esta técnica solo permita detectar ciertos tumores concretos de mama, pulmón y próstata, e impide la posibilidad de hacer rastreos masivos en la población. A cambio, la lista de cánceres compatibles con la técnica van creciendo poco a poco a medida que los instrumentos se vuelven más precisos y se estudian nuevas mutaciones.
Mar de datos
La gran ventaja de la biopsia líquida no es solo lo simple que es para el paciente (solo necesita dar una muestra de sangre), sino que permite repetir la prueba muchas veces a lo largo del tiempo, permitiendo al médico conocer la evolución de la enfermedad en el tiempo.
Y es que esto es lo más importante: el cáncer no es una enfermedad estática. El genoma de las células de un tumor sigue mutando y cambiando en el tiempo. Puede que la sensibilidad que tengan las células a un tratamiento acabe pasando a ser una resistencia con la acumulación de ciertas mutaciones. Por este motivo, controlar los cambios del genoma permite al oncólogo adaptarse a la evolución de la enfermedad, y actuar en consecuencia antes de que sea demasiado tarde.
Gracias a las biopsias líquidas, la combinación entre oncología e inteligencia artificial ha ganado fuerza en los últimos años. Cuando se obtiene el ADN tumoral a partir de la biopsia líquida, los oncólogos de repente reciben demasiada información. Tienen en sus manos todas las mutaciones del tumor, y su evolución temporal mes a mes, e incluso día a día. Son unos datos que no hemos tenido hasta este momento, y los estudios científicos previos sobre el tema, limitados a relacionar unas pocas mutaciones con un tratamiento efectivo, se quedan cortos.
Para lograr lidiar con este exceso de datos, se han empezado a usar algoritmos de inteligencia artificial para analizar los resultados de las biopsias líquidas. Con la información de los pacientes previos, el algoritmo puede aprender qué mutaciones y tratamientos son más efectivos, acelerando la investigación del cáncer.
Atrás han quedado los tiempos en los que una mutación decidía el tratamiento que ponía el médico. Hoy en día, cada vez más médicos introducen los datos de la biopsia líquida para obtener una lista de tratamientos recomendables entre los que elegir. Y todo a partir de unos pocos centilitros de sangre.
QUE NO TE LA CUELEN:
- La posibilidad de hacer una biopsia líquida depende, principalmente, de tener un cáncer compatible con ella. Como hemos dicho, no todos los tipos de cáncer son iguales, ni somos capaces de reconocer su genoma por ahora. Esto hace que no sea útil en todos los pacientes.
- Encontrar a esta pequeña proporción de células tumorales en la sangre no necesariamente implica metástasis. Son restos del tumor original, pero puede que no hayan mutado para poder colonizar otros tejidos. Sin esa capacidad de colonizar, son inofensivos y degradados por el sistema inmune.
REFERENCIAS:
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