Espacio

Descubren otro maldito exoplaneta: “Proxima d”.

Proxima d es su nombre, da la vuelta a su estrella cada 5 días y se encuentra tan cerca de ella que la vida tal y como la conocemos sería imposible.

Representación artística de Próxima d orbitando la estrella enana roja Próxima Centauri. Al fondo, otros dos planetas: Próxima b y Próxima c.
Representación artística de Próxima d orbitando la estrella enana roja Próxima Centauri. Al fondo, otros dos planetas: Próxima b y Próxima c.ESO/L. CalçadaCreative Commons

Hubo un tiempo en que descubrir nuevos planetas entusiasmaba al gran público. Urano se descubrió en el siglo XVIII, por ejemplo, y Neptuno sorprendió a todos 60 años después, a mediados del XIX. Aquellas noticias eran realmente únicas o, mejor dicho, su unicidad era evidente: un séptimo y un octavo planeta, habían aumentado notablemente el número de ellos que conocía la humanidad. Durante más de tres siglos no descubrimos ni uno más (si olvidamos al destronado Plutón, claro) pero, a lo largo de los años 90, el ingenio y la tecnología alcanzaron la cota para enseñarnos mundos nuevos en otras estrellas. Ya no buscábamos planetas de nuestro vecindario, sino exoplanetas y los resultados eran revolucionarios. Era 1995 y habíamos bautizado a 51 Pegasi b (Dimidio), la prensa entró en llamas y el mundo entero fue partícipe de ese tecnológico viaje astral que la humanidad acababa de vivir.

Ahora bien, la emoción causada por ese primer exoplaneta era más que esperable, era único, el primer exoplaneta descubierto en torno a una estrella como la nuestra. Cuando eres un planeta extrasolar, esa exclusividad tarda en perderse y el segundo exoplaneta también se vivió como toda una novedad. Así pasó con el tercero, el cuarto… el quincuagésimo. Y ahí es a donde queremos ir a parar, en estas décadas hemos encontrado más de 4000 exoplanetas confirmados. En los 27 años que han pasado tocaría a un descubrimiento cada dos días y medio, casi 150 exoplanetas al año. Para ponerlo en contexto, eso es más o menos la misma cantidad que largometrajes españoles producidos durante 2008 (173 títulos). Se trata de una cantidad astronómica y nunca mejor dicho, por lo que cabe preguntarse: ¿Cuándo dejará de ser noticia que descubran un maldito exoplaneta más?

Relevancia, interés y profecías autocumplidas

Pues la respuesta no es fácil, porque cabe recordar que, efectivamente, son descubrimientos de gran relevancia científica, pero ¿lo son para el público general? Constantemente se determina la estructura de nuevas proteínas y de ello no se hace ninguna fiesta, cuando posiblemente acabe teniendo mayor impacto en la sociedad que el descubrimiento de un nuevo exoplaneta. Sin embargo, parece que a la prensa le funciona (o funcionaba) hacerse eco de estas noticias y por perspicacia (o inercia) dan bombo a algunos nuevos exoplanetas y el descubrimiento será tan importante como popular sea el periódico que decida sumarse a la noticia.

Las instituciones lo saben, por supuesto, y unos equipos de comunicación cada vez más entrenados saben todo nuevo exoplaneta que descubran sus investigadores debe ser acompañado por una nota de prensa grandilocuente, así son los nuevos tiempos, donde tenemos que forzar que todo sea superlativo para que lleguemos a considerarlo mínimamente interesante. Porque repito, el descubrimiento de un nuevo exoplaneta es interesante, sobre todo para los expertos, pero no tiene la épica que los titulares venden. Y es que si no comprendemos esto nos insensibilizaremos a las buenas noticias, a esas que están bien y que no necesitan cambiar la manera en que comprendemos el mundo para merecer su espacio en los periódicos. Ahora sí, habiendo expuesto el problema mediático de los exoplanetas, vemaos por qué Proxima d no es solo “otro maldito exoplaneta”.

Una prueba de agudeza visual

Si todo lo que buscamos es justificar un artículo exultante sobre lo magnífico que es Proxima d, posiblemente cojamos cualquiera de sus características más llamativas. Por ejemplo: que orbita a la estrella más cercana a la Tierra, a 4,2 años luz de aquí. Sin embargo, ya conocíamos exoplanetas en torno a esa estrella. De hecho, su vecino, Proxima b, está a la distancia adecuada de su estrella para que hubiera agua líquida, un requisito que por ahora consideramos casi indispensable para la existencia de vida tal y como la conocemos. Proxima d, en cambio, está tan cerca de su estrella que dejaría en ridículo a nuestro mismísimo Mercurio, que orbita 10 veces más lejos del Sol. Así que nada de esto parecen ser los datos de relevancia para el público general. Y es que para entenderlo hay que darle la vuelta a la noticia, porque lo importante no es tanto que el planeta exista como el hecho de que lo hayamos podido detectar.

Resulta que Proxima d es tremendamente liviano, uno de los exoplanetas más ligeros que hemos descubierto nunca y, lo que es más importante: el más ligero que hemos descubierto utilizando la técnica de la velocidad radial. Dicho con una simplificación casi insultante (pero efectiva): como estamos demasiado lejos para verlo directamente con nuestros telescopios, su presencia se deduce de las anomalías en el movimiento de la estrella, bamboleos que nos indican la masa, ubicación y velocidad a la que se encuentran los planetas. Podríamos compararlo con un lanzador olímpico con un martillo invisible. El deportista no gira en torno a su propia columna vertebral, sino a un punto situado entre él y el pesado objeto que quiere lanzar. Cuanto más pesado sea el martillo, más lejos del lanzador se encontrará ese punto en torno al que gira y algo así ocurre con los planetas.

Y aquí viene la relevancia porque, siendo Proxima d tan increíblemente ligero, el bamboleo de su estrella debería ser casi imperceptible. Como un lanzador que agite un martillo en miniatura, su peso será tan despreciable que no habrá casi diferencia entre el punto en torno al que estos giren y el cuerpo del propio lanzador. Por lo tanto, haber conseguido detectar esa minúscula diferencia y, a partir de ella poder deducir con suficiente certidumbre que está originada por un planeta, es el verdadero hito. Proxima d no nos interesa tanto como planeta como “prueba de agudeza visual”, sobre todo porque estimamos que la mayor parte de exoplanetas del universo observable son de su tamaño. Ahora sí, Proxima d es otro maldito exoplaneta, pero trae con él una maravillosa promesa tecnológica.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Aunque suele decirse que 51 Pegasi b fue el primer exoplaneta encontrado, en realidad fue el primero confirmado en torno a una estrella como la nuestra, pero las sospechas venían de unos años antes y, los primeros confirmados orbitaban en torno a un púlsar, el Lich.

REFERENCIAS (MLA):