Contaminación

El carbón que te traen los Reyes Magos acaba en las profundidades del océano

Estudios recientes muestran que en las fosas oceánicas se acumulan grandes cantidades de carbono negro

Rocas en el fondo del océano con un foco de luz al fondo
La Fosa de las Marianas es la fosa oceánica más profunda del planeta1840489pavan ndCreative Commons

Si no sabes qué hacer con el carbón que te hayan traído los Reyes Magos, estás en buena compañía. En el mundo se emiten anualmente unos 6,6 millones de toneladas de carbono negro y el planeta tampoco sabe qué hacer con ellas. Estas diminutas partículas (de menos de 2,5 micras de diámetro, veinte veces más finas que un cabello humano) contribuyen al calentamiento global, y algunos estudios recientes desvelan que, además, se acumulan en grandes cantidades en las zonas más profundas del océano.

Al quemar combustibles fósiles, no solo se emite dióxido de carbono. Otros gases de efecto invernadero como los óxidos de nitrógeno o el dióxido de azufre, además de monóxido de carbono y partículas finas, se liberan al entorno. Las partículas de carbono negro viajan arrastradas por el viento hacia las regiones polares, se depositan sobre la nieve y el hielo y aumentan la absorción de calor y, por tanto, el derretimiento.

Los gases de efecto invernadero, por su parte, provocan enfermedades respiratorias y lluvia ácida además de incrementar la temperatura del planeta. En particular, los océanos absorben grandes cantidades de dióxido de carbono, lo que los vuelve más ácidos y puede ralentizar al crecimiento de animales marinos como las ostras, las langostas y otros crustáceos. Este impacto repercute, a su vez, sobre las cadenas alimenticias de las que forman parte estos animales.

Un mar de carbono

Pero, según las investigaciones recientes, los mares también tragan carbono negro en abundancia. Estas partículas, junto con otras formas de carbono de degradación muy lenta, se acumulan en el fondo de las fosas más profundas del océano. Este descubrimiento abre la puerta a averiguar qué papel juegan los mares en la regulación de la contaminación aérea a nivel global.

Eso sí, las fosas oceánicas son de los lugares más hostiles del planeta y, por tanto, de los menos explorados. Se sitúan en la zona hadal, con una profundidad de entre seis y 11 kilómetros. Acceder allá abajo es muy complicado dado que reina la oscuridad y la presión es extremadamente alta. Por eso se requieren sofisticadas máquinas para recoger muestras y hacer mediciones fiables de los procesos que regulan el movimiento de la materia orgánica a esas profundidades.

Robots en el fondo del océano

Gracias a unos robots especializados, el grupo de investigación que ha realizado los estudios pudo recoger muestras de sedimento de la zona hadal en varias localizaciones a lo largo y ancho del Océano Pacífico. Según sus cálculos, concluyen que, cada año, las profundidades de los océanos absorben entre 500 000 y 1 500 000 toneladas de carbono negro. A modo de comparación, la quema de combustibles fósiles provoca la emisión de entre 6 600 000 y 7 200 000 toneladas anuales de carbono negro: hasta la cuarta parte acaba en el mar.

El carbono negro no es la única materia que se deposita en la zona hadal: también caen otros tipos de carbono muy resistentes a la descomposición. De hecho, estos estudios muestran que, por metro cuadrado, las fosas oceánicas contienen 70 veces más carbono resistente que la media en el mar profundo.

Lo que aún no se sabe es de dónde vienen estos depósitos de carbono negro. Se sospecha que podrían provenir de la quema de combustibles fósiles en Nueva Zelanda, Australia o Chile, países vecinos a las zonas exploradas por el equipo. El viento podría haber transportado las partículas emitidas hacia el océano. Esta hipótesis tiene sentido ya que los niveles de carbono negro son mayores en las fosas más cercanas a los países más industrializados, mientras que las fosas cercanas, por ejemplo, a Papúa Nueva Guinea (menos industrializado) tienen menos carbono.

Sin embargo, podrían existir muchos otros factores que afecten a la distribución de estas partículas. La dirección del viento, las corrientes oceánicas o los incendios forestales podrían enviar el carbono negro lejos de su origen, dificultando la tarea de averiguar de dónde procede. Esta es la próxima tarea que se ha propuesto el equipo investigador.

Tragado por un terremoto

¿Por qué se acumula el carbono negro en las fosas oceánicas? En la zona hadal, los terremotos son muy frecuentes. El temblor de la corteza terrestre arrastra grandes cantidades de material hacia el fondo de las fosas, donde queda enterrado entre sedimentos. Sin oxígeno, este material se acumula a lo largo de cientos o miles de años.

De hecho, antes de que la tecnología permitiera explorar las fosas oceánicas en detalle, se creía que eran demasiado hostiles como para albergar vida. De ahí viene el nombre “hadal”, que hace referencia al dios griego del inframundo. Sin embargo, ahora se sabe que acogen organismos muy variados que son fundamentales desde el punto de vista ecológico y de conservación.

Los nuevos trabajos ponen de relieve la importancia de los océanos en el ciclo de carbono a nivel global, ya que representan un reservorio de estas partículas hasta ahora subestimado. El impacto del carbono negro sobre los organismos que habitan las fosas oceánicas está aún por estudiar, en especial dado el aumento sin precedentes en los niveles de estas partículas desde la Revolución Industrial hasta hoy. En cualquier caso, el consenso científico está claro: reducirlas emisiones de carbono negro es una de las maneras más inmediatas de frenar el calentamiento global a corto plazo.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • En el océano no solo se acumulan gases y partículas finas: también se acumulan ingentes cantidades de plásticos. De hecho, un estudio de 2018 documentó el registro más profundo conocido hasta ahora: una bolsa de plástico precisamente en la Fosa de las Marianas, a casi 11 kilómetros de profundidad. El estudio, basado en tres décadas de observaciones, también resalta que los plásticos son “ubicuos” a más de 6 000 metros de profundidad, y que el 92 % de las muestras encontradas eran plásticos de un solo uso.

REFERENCIAS (MLA):