Química

Encuentran cómo producir combustible mientras reducen el dióxido de carbono de la atmósfera

Los sumideros de carbono han dado un avance y podrían suponer un gran aliado contra el cambio climático

Representación artística del proceso por el que convertir dióxido de carbono en ácido fórmico mediante luz, goethita y alúmina
Representación artística del proceso por el que convertir dióxido de carbono en ácido fórmico mediante luz, goethita y alúminaKazuhiko MaedaCreative Commons

El cambio climático es, sin duda, una de las grandes amenazas de nuestro tiempo, pero ¿la tratamos como tal? Si analizamos las veces en que los medios deciden dar voz a este tema, veremos que buena parte de ellos se reducen a una enumeración de catástrofes que están por llegar. En cierto modo, parece que contribuyen al derrotismo, porque si está tan claro que el apocalipsis va a llegar… ¿para qué esforzarse? Las pruebas son rotundas y los estudios científicos coinciden en su práctica totalidad: el cambio climático es real y buena parte de este se debe a la acción humana. Ya está habiendo consecuencias económicas, sanitarias, agrícolas y, por supuesto, en la biodiversidad. Sin embargo, cuando hablamos de una amenaza, no nos limitamos a describir sus grandes garras y afilados dientes, en algún momento hablamos de las soluciones, pero por algún motivo, en este caso permanecen en un segundo o tercer plano.

La confusión es tal que hay quien piensa que usar menos plástico ayuda a luchar contra el cambio climático. Y usar menos plástico es positivo para el medio ambiente, por supuesto, pero poco tiene que ver con el cambio climático. Dejemos a un lado que, en realidad, los principales responsables son los países y las industrias, por lo que (aunque debamos cambiar nuestros hábitos), las acciones individuales no nos vayan a sacar de esta. Apartemos eso y las típicas recomendaciones de consumir menos carne, intentar no coger aviones y reducir el uso del coche, etc. Son útiles, pero no suficientes. Una de las bazas más fuertes que tenemos entre manos y de la que, curiosamente, apenas hablamos, es la de los sumideros de carbono, y ese es precisamente el tema de un nuevo artículo científico, donde informan de un nuevo avance en este abordaje contra el cambio climático.

El cambio climático por el sumidero

A pesar de lo poco que hablamos de ellas, resulta que una de las acciones en las que más insiste el último informe del IPCC es, precisamente, la apuesta por conservar, recuperar y diseñar sumideros de carbono. Lugares donde atrapar buena parte de nuestras emisiones de dióxido de carbono para así retirarlas de la atmósfera. Una de las soluciones más recurridas han sido los créditos de carbono, por los cuales, las empresas se comprometían a plantar árboles que capturaran este gas. Muchos de los bosques que se están quemando en Australia y California habían sido plantados para atrapar carbono durante al menos 100 años, con lo que muchas de estas inversiones están en riesgo. Esto ha empujado a algunas empresas privadas a apostar por ecosistemas donde no hay incendios, como el mar.

El carbono azul se refiere a esos grandes ecosistemas acuáticos cargados de diminutas algas, plantas acuáticas y otros organismos capaces de hacer la fotosíntesis y atrapar incluso más dióxido de carbono que las grandes selvas. De hecho, los océanos son los principales sumideros de carbono del mundo. Estos absorben cerca de la mitad del carbono que emitimos a la atmósfera y lo acaban integrando entre las rocas y sedimentos del fondo marino. Parte de la solución debe ser, por lo tanto, conservar sanos estos ecosistemas y mantener sus poblaciones de plancton, peces, corales y demás seres marinos. Ahora bien, estos sumideros no son suficientes y, los estudios más recientes, indican que debemos apostar por el desarrollo de nuevas estrategias artificiales que imiten el comportamiento de estos grandes captadores de carbono.

¿La solución?

A pesar de lo que les gustaría a amantes de ciencia ficción, los sumideros artificiales de carbono no son bosques robóticos que extiendan sus acerados troncos hacia el cielo. Se trata de algo bastante diferente. Los expertos buscan una colección de sustancias que reaccionen entre sí captando dióxido de carbono del aire para así retirarlo de la atmósfera y reducir su efecto invernadero. En estos procesos, se busca que los productos de la reacción no sean contaminantes, por supuesto, pero ya puestos se suele pedir que tengan algún valor, por ejemplo, como combustibles. Y, en el caso de esta nueva investigación, han logrado producir ácido fórmico (el que usan las hormigas para protegerse), por lo que no solo reduce el dióxido de carbono atmosférico, sino que nos proporciona cierta cantidad de combustible.

Es la primera vez que se logra obtener ácido fórmico de este modo utilizando un catalizador basado en hierro, esto es, una sustancia que facilita que la reacción de interés tenga lugar y que, en este caso, utiliza un mineral de óxido de hierro llamado goethita, que resulta ser barato, inocuo, reciclable y bastante común. Este, junto con una sustancia llamada “alúmina” ayudan a transmitir los electrones captados de la propia luz y, con ellos, transformar el dióxido de carbono en el famoso ácido fórmico, añadiendo a la molécula dos átomos de hidrógenos.

Durante los próximos años, posiblemente veamos avances muy interesantes en este campo, y más allá de la curiosidad que podamos tener puesta en el mundo de la tecnología, tal vez debamos seguir de cerca esta línea de investigación, porque parece que será una de los principales factores que modelarán el futuro de nuestra civilización.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • En ningún momento se ha afirmado, ni en este artículo ni en la conversación original, que deba dejarse de lado el esfuerzo por reducir las emisiones de dióxido de carbono y otras sustancias contaminantes, sino que han de abordarse conjuntamente otros problemas sin los cuales, alcanzar nuestros objetivos será mucho más difícil, sino imposible.

REFERENCIAS (MLA):