Paleontología
Estos parientes de los primates vivieron en el Ártico hace 52 millones de años
Un estudio ha analizado los fósiles de dos especies de primatomorfos para deducir cómo se adaptaron a la vida en el Ártico
¿Qué impacto tendrá la crisis climática en la humanidad dentro de miles de años? Es imposible adivinarlo con certeza, pero la historia de la Tierra nos da pistas decisivas. Un estudio ha hallado los primeros dos parientes de los primates que habitaron el Ártico hace 52 millones de años y ha desvelado cómo se adaptaron a las condiciones polares.
Se trata de los fósiles pertenecientes a dos especies de animales desconocidas hasta ahora y el equipo científico las ha nombrado como Ignacius mckennai e Ignacius dawsonae. Según detallan en el estudio, pertenecen a la familia de los primatomorfos al igual que los primates, y las dos especies serían descendientes de un ancestro común que se habría encaminado hacia el norte. Pero I. mckennai e I. dawsonae habrían sido los primeros primatomorfos en traspasar el Círculo Polar Ártico.
De los trópicos al polo
Normalmente, los primates y sus parientes no viven en latitudes tan extremas sino que suelen habitar las regiones tropicales en torno al ecuador. Pero los fósiles se ubicaban en la Isla de Ellesmere, perteneciente a Canadá, donde se encuentra el asentamiento emplazado más septentrional del mundo. Los análisis realizados muestran que los fósiles tienen relación genética con especies de lugares norteamericanos como Nuevo México, Colorado, Wyoming, Montana e incluso Texas.
Estos fósiles se hallaron en los sedimentos extraídos a partir de perforaciones en la corteza terrestre. Los sedimentos se depositan de manera natural por capas, de manera que las más profundas corresponden a épocas más antiguas de la historia del planeta. En este caso, por la profundidad de los fósiles se ha podido deducir que estos primatomorfos vivieron hace 52 millones de años, en el Eoceno temprano.
La temperatura de entonces era muy elevada en comparación con la media actual. En particular, el clima del Ártico era llevadero para muchos animales que hoy no podrían alejarse demasiado de los trópicos: existía un ecosistema boreal en el que abundaban los cocodrilos, los lagartos o las serpientes. Pero, como hoy en día, durante la mitad del año vivían en oscuridad casi total.
Dientes robustos
Esta mezcla de circunstancias habría provocado que los primatomorfos recién descubiertos desarrollaran dientes y mandíbulas más robustas que las de otros parientes de los primates que vivieron en la misma época. Puesto que los dientes son los elementos fósiles que mejor se conservan, gran parte del trabajo en paleontología se enfoca en analizarlos para deducir cómo se habrían alimentado los animales a los que pertenecieron.
En este estudio, se realizó una microtomografía de alta resolución para elaborar un modelo tridimensional de los dientes. El resultado mostró que eran muy diferentes de los de sus parientes más cercanos. ¿Por qué? El equipo considera que la oscuridad podría dificultar la búsqueda de comida y forzar a que las dietas de I. mckennai e I. dawsonae se basaran en alimentos más duros de lo normal.
Los primates y sus parientes suelen preferir alimentos como las frutas que, sin embargo, serían muy difíciles de encontrar en circunstancias tan oscuras. Por ello, probablemente optaron por los frutos secos y las semillas, que serían más accesibles y les habrían forzado a fortalecer los dientes y las mandíbulas.
Además, estos animales tendrían el tamaño aproximado de una ardilla. Serían algo más grandes que sus parientes más cercanos que habitaban algo más al sur, los plesiadapiformes, pero pequeños comparados con los primates que conocemos hoy en día. Al igual que las ardillas (a pesar de que no hay parentesco con ellas), habrían vivido en los árboles la mayor parte del tiempo.
Adaptación al calor
Puesto que es la primera vez que se han documentado, el equipo investigador eligió los nombres científicos de estas especies. Las denominaciones I. dawsonae e I. mckennai hacen homenaje a dos paleontólogos, Mary Dawson y Malcolm McKenna, que realizaron numerosas expediciones en busca de fósiles y hallaron los ejemplares que analiza este estudio. Dawson lideró un proyecto importante en la Isla de Ellesmere y fue, posiblemente, la primera mujer en obtener un doctorado en paleontología. Ambos científicos fueron mentores del investigador sénior del estudio publicado ayer.
Este trabajo cobra una importancia crucial a la vista de la crisis climática actual causada por la actividad humana. El ejemplo de los primatomorfos podría ser un signo de una tendencia más general de adaptación ante un incremento en la temperatura global como el de hace 52 millones de años. Por ello, aquel calentamiento constituye una analogía muy valiosa de lo que podría suceder en el futuro.
El estudio permite aventurar que los primates podrían ampliar su hábitat y reaccionar ante el calentamiento global migrando hacia los polos en busca de climas menos hostiles. Si bien es cierto que la infraestructura construida por la humanidad podría dificultar algunas migraciones, estos fósiles abren la puerta a considerar un futuro en el que la enorme biodiversidad que actualmente se observa en el ecuador se redistribuya hacia el norte y hacia el sur.
QUE NO TE LA CUELEN:
- El calentamiento de hace 52 millones de años no es el mayor calentamiento registrado en la historia del planeta. Cuatro millones de años antes ocurrió el llamado Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno, en el que se produjeron emisiones masivas de CO2 y otros gases de efecto invernadero y provocaron un incremento de la temperatura del planeta de entre 5 y 6 ºC y una extinción masiva de especies.
REFERENCIAS (MLA):
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