
Historia
ADN de los soldados de Napoleón lo confirma: dos inesperadas bacterias devastaron su ejército en Rusia
Las infecciones se unieron al frío, el hambre y el agotamiento durante un retorno que diezmó al ejército napoleónico

En 1812, el ejército francés emprendió un largo camino hacia la muerte. Con el propósito de conquistar el Imperio Ruso, Napoleón puso en marcha a más de 400.000 soldados que atravesarían Europa hasta llegar a Moscú. De aquellos, 400.000, solo volverían 10.000, uno de cada 40 habrían muerto y, tan estrepitosa derrota, no se debió al poderío del Imperio Ruso, sino a una serie de calamidades que no dieron tregua, ni siquiera, durante la retirada.
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Y es que de aquellos 400.000 ,100.000 emprendieron el viaje de regreso. Eso significa que en la ida murieron 3 de cada 4 (el 75%) mientras que, durante la vuelta a casa, fallecieron 9 de cada 10 (un 90%). Bajas que, históricamente, hemos atribuido al general invierno, pero que ahora sabemos que hemos de repartir entre el frío, el hambre, el agotamiento y dos bacterias que un grupo de investigadores acaba de encontrar en los dientes de trece soldados napoleónicos.
Los culpables
Científicos de varias universidades coordinados por el Instituto Pasteur (Francia) acaban de publicar una investigación al respecto en la revista Current Biology. Con ella querían poner a prueba si la fiebre que asoló al ejército había sido causada por el tifus, como defendían la mayoría de los expertos. Según relató en 1836 el médico J.R.L. Kirchhoff: “La diarrea era común entre nosotros en Lituania. Un poderoso factor que contribuyó a esta enfermedad fue que encontramos en casi todas las casas, desde Orcha hasta Vilnius, grandes barriles de remolachas saladas, que comimos y bebimos el jugo cuando teníamos sed, lo que nos afectó mucho e irritó fuertemente el tracto intestinal”.

Aquella diarrea no había sido el producto de la remolacha salda ni de ningún otro embutido. Los síntomas encajaban con el tifus, pero la medicina moderna sabe que los microorganismos son muchos y muy variados, algunos tan camaleónicos que podemos confundir con facilidad. Hacía falta algo más que testimonios, hacía falta un genetista en el siglo XIX o, en su defecto, uno en nuestra época que, con las muestras adecuadas, pudiera reconstruir el pasado.
13 dientes
Según explica Nicolás Rascovan, el autor principal del estudio y jefe de la Unidad de Paleogenómica Microbiana del Institut Pasteur: “Acceder a los datos genómicos de los patógenos que circularon en poblaciones históricas nos ayuda a entender cómo las enfermedades infecciosas evolucionaron, se propagaron y desaparecieron con el tiempo, e identificar los contextos sociales o ambientales que influyeron en estos procesos. Esta información nos brinda valiosos conocimientos para comprender y abordar mejor las enfermedades infecciosas actuales”.
Pero… ¿cómo? ¿Cómo tomar una muestra de las bacterias que asolaron un ejército hace más de 200 años? Por suerte, la paleogenómica ha afinado las técnicas hasta convertir esos 200 años en un suspiro. Durante las últimas décadas hemos logrado recuperar ADN de bacterias que murieron hace miles de años y hemos aprendido que, uno de los lugares donde debemos mirar, son los dientes. En este caso, los investigadores tomaron muestras de los dientes de trece soldados enterrados en Vilnius durante el supuesto ataque de aquellas infames remolachas. Esperaban encontrar indicios de bacterias causantes del tifus, pero en su lugar, encontraron una sorpresa.
Sospechosos no habituales
En aquellos dientes no había Rickettsia prowazekii, causante del tifus. Tampoco había rastro de Bartonella quintana, la bacteria culpable de la famosa fiebre de las trincheras. Los sospechosos habituales no estaban presentes, pero cinco de aquellos soldados tenían restos de otras bacterias mucho menos frecuentes, pero capaces de causar síntomas muy parecidos a los que sufrieron los soldados napoleónicos.
De aquellos trece, cuatro dieron positivo en Salmonella enterica (concretamente la subespecie Paratyphi C). A pesar del nombre, este microorganismo no produce tifus, sino fiebre paratifoidea, una enfermedad que produce dolor de cabeza, erupciones cutáneas, debilidad y, por supuesto fiebre y problemas digestivos. Una bacteria que los expertos no suelen valorar como causante de estas desgracias históricas. Y, con ella, otra sospechosa no habitual, la Borrelia recurrentes, había infectado a dos soldados. Una bacteria transmitida por los piojos y que provoca episodios de fiebre alta separados por periodos de aparente mejora.
En definitiva, cinco de los trece soldados estaban infectados. Sí, los cuatro casos de fiebre paratifoidea y los dos de fiebre recurrente suman cinco porque, desgraciadamente, dos de los casos se habían dado en un mismo y desdichado soldado. Y, aunque es aventurado afirmar que estos dos microorganismos arrasaron con el nutrido ejército de Napoleón, es muy probable que jugaran su papel, aunque fuera modesto, en una de las retiradas más calamitosas de la historia.
QUE NO TE LA CUELEN:
- Como indican los propios investigadores, es imposible concluir que estos dos fueran los principales causantes de los problemas médicos que asolaron a las tropas durante su vuelta. En especial cuando solo han podido tomar muestras de 13 soldados de las decenas de miles que componían el ejército. En cualquier caso, ahora sabemos que las remolachas encurtidas eran inocentes y que el Dr. Kirchhoff no era el médico más afilado del ejército.
REFERENCIAS (MLA):
- Barbieri, Rémi, et al. “Paratyphoid Fever and Relapsing Fever in 1812 Napoleon’s Devastated Army.” Current Biology, vol. 35, no. 20, 24 Oct. 2025, pp. R1154–R1163. Cell Press, doi:10.1016/j.cub.2025.09.047
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