
Neurociencia
Así delatan tus ojos lo que piensas mientras duermes
Un nuevo estudio en ratones revela una microarquitectura desconocida en el sueño

La memoria es una de las funciones que más comprendemos sobre nuestro cerebro (salvando las distancias con los sentidos y la motricidad). Y, sin embargo, todavía desconocemos mucho acerca de cómo funciona. Por ejemplo, hasta hace poco no sabíamos que, durante el sueño, existen instantes muy estructurados durante los cuales intercalamos dos procesos que nos ayudan a fijar, primero los recuerdos recientes y, seguidamente, los más antiguos. Una alternancia de la que, en realidad, tenemos pistas externas.
Porque aparte de los cambios en la actividad cerebral podemos ver que las pupilas también mudan, chivándonos que el cerebro está pasando de un proceso al otro. Nuevo conocimiento que debemos a una investigación de la Universidad de Cornell recientemente publicada en la revista Nature. Por ahora hay que tomar los resultados con cierta cautela, pero, en general, esa afirmación se podría extender a buena parte del conocimiento neurocientífico obtenido durante los últimos años.
Más o menos por ahí
Durante el último siglo hemos aprendido bastante sobre cómo funciona nuestro cerebro. Podemos comparar nuestras circunvoluciones con los meandros de un río en una tierra ignora. Al principio no sabremos ubicarnos y, con suerte, si la exploramos, en algún momento conoceremos con todo lujo de detalles cada recodo.
Si mantenemos esa analogía tendremos que reconocer que seguimos bastante lejos de tener un mapa preciso que relacione cada zona y conexión con las funciones que desempeña. Ahora mismo estaríamos en un punto intermedio, ese momento en que quizás no sabemos ubicar cada detalle, pero cuando alguien nos pregunta por una dirección podemos entonar un “por ahí está”, señalando con el dedo.
Recordando sobre la memoria
Por ejemplo, sabemos que almacenamos información porque algunas conexiones entre las células que forman nuestro cerebro se refuerzan. Al exponernos repetidamente a un estímulo (un dato, un movimiento, una cara), se dispara un conjunto de estas células llamadas neuronas. Cuanto más se dispare ese grupo, más se refuerzan las conexiones entre ellas y más profundamente grabado queda el recuerdo. Por la contra, si no se evoca con cierta frecuencia, las conexiones se van debilitando hasta que se pierden. Y conocemos bastantes detalles, pero no con total precisión, por lo que convendría aclarar cuál es el verdadero estado del arte en lo que a la neurociencia se refiere.
El sueño es clave
Otro detalle que ya sabíamos antes de esta investigación es que la memoria se consolida durante el sueño. Puede que no entendamos exactamente cómo ocurre, pero parece que, durante la noche, en la fase llamada “no REM”, esas conexiones que se han formado durante el día se reactivan y, al hacerlo, como hemos explicado, se afianzan sus uniones, grabando más profundamente el recuerdo. Pues bien, aquí es donde entra la investigación de la Universidad de Cornell.
En ella entrenaron ratones durante un mes para que aprendieran a recolectar agua o premios de galletas en un laberinto. Seguidamente, registraron la actividad cerebral de los ratones durante el sueño con unos electrodos. Así es como lograron identificar los momentos en que reactivaban las estructuras relacionadas con lo que habían estado aprendiendo, un proceso que ocurría varias veces durante la noche, pero en tramos de apenas 100 milisegundos.
La niña de sus ojos
Pero la toma de datos no terminó aquí, porque decidieron medir simultáneamente el diámetro de las pupilas de los ratones a través de una pequeña cámara colgada frente a ellos que apuntaba directamente hacia su cara. Concretamente se trataba de una cámara de seguimiento ocular. Y así es como descubrieron que, tras estos procesos de fijación de memoria, había una estructura oculta.
Los investigadores determinaron que los nuevos recuerdos se consolidan cuando la pupila está contraída durante una subfase del sueño no REM. Cuando la pupila está dilatada, el proceso se repite para recuerdos antiguos. Si la investigación está en lo cierto, esta estructura alterna, donde parecen intercalar la fijación de recuerdos nuevos con recuerdos antiguos, permitiría evitar la llamada “catástrofe del olvido”, por la que, dicho de forma simplificada, los recuerdos nuevos podrían “guardarse” sobre los viejos, borrándolos.
No es la primera vez que descubrimos que tras un proceso aparentemente único hay, en realidad, dos actividades que se relevan. Hace unos años se especuló que, la creatividad, podría deberse a la actividad alterna de dos redes neuronales bien diferenciadas, una orientada a desempeñar tareas concretas y otra que se activa cuando dejamos que el pensamiento vague libremente. En realidad, todavía no podemos estar seguros de que esa sea la clave de los procesos que normalmente consideramos creativos y tampoco podemos afirmar con rotundidad que la fijación de la memoria actúe exactamente como sugieren en este artículo, pero es una propuesta interesante que, sin duda, la neurociencia contemplará durante los próximos años.
QUE NO TE LA CUELEN:
- Es pronto para aceptar estos resultados, sobre todo en un momento donde los estudios en neurociencia dan saltos poco justificables entre los resultados y sus conclusiones. Lo más cautos es quedarnos con los datos crudos: que hay una correlación entre la actividad del cerebro durante la fijación de memorias y el diámetro de las pupilas.
REFERENCIAS (MLA):
- Azahara Oliva, et al. “Sleep micro-structure organizes memory replay”. Nature. 2025
✕
Accede a tu cuenta para comentar