Biología

Los biólogos avisan de la doble amenaza del sapo marino: su veneno es letal y porta un hongo devastador

Su veneno puede causar ceguera, transmite enfermedades y su dieta no tiene límites. El sapo de la caña, una de las especies invasoras más dañinas del mundo, ya es una amenaza real tras localizarse los primeros ejemplares en España

Un técnico de Medio Ambiente muestra dos larvas de sapo partero bético en su mano
Un técnico de Medio Ambiente muestra dos larvas de sapo partero bético en su manoEuropa Press

Una sola hembra y más de 35.000 huevos en una única puesta. Esta es la abrumadora carta de presentación del sapo marino, un anfibio invasor cuya posible llegada a España ha puesto en alerta a biólogos y autoridades. Aunque aún no ha logrado establecerse de forma natural, la detección de ejemplares sueltos en nuestro territorio es un presagio preocupante. Su principal amenaza no reside en la fuerza, sino en su asombrosa capacidad reproductiva, una estrategia biológica que desborda por completo los ecosistemas que coloniza.

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De hecho, este anfibio, que puede superar los veinte centímetros, cuenta con un arsenal tóxico de gran eficacia. Justo detrás de sus ojos se ubican unas potentes glándulas venenosas que segregan bufotoxinas. Esta sustancia resulta letal para la mayoría de depredadores que intentan cazarlo, lo que incluye a mascotas como perros y gatos. Para los seres humanos, el simple contacto con el veneno puede provocar desde una intensa irritación en la piel hasta una ceguera temporal, convirtiéndolo en un animal de manejo muy arriesgado.

Asimismo, esta protección química le permite ser un depredador sin escrúpulos. El sapo de la caña es un animal extraordinariamente voraz con una dieta prácticamente ilimitada que abarca desde insectos y reptiles hasta pequeñas aves, una voracidad a la que se suma una fecundidad desbordante, consolidando su éxito como especie invasora.

La doble amenaza del veneno y la enfermedad

Por si fuera poco, el peligro que representa este anfibio va más allá de su veneno. El sapo marino es también portador de un hongo letal conocido por causar la quitridiomicosis, una infección devastadora para otras poblaciones de anfibios, muchas de ellas ya en una situación de extrema vulnerabilidad. Esta enfermedad supone una amenaza directa para las especies autóctonas de la península ibérica, que carecen de defensas naturales frente a este patógeno.

En este contexto, la principal vía de entrada de esta y otras especies exóticas es siempre la misma: la acción humana. La mayoría de las introducciones se deben a la liberación de mascotas exóticas, ya sea de forma intencionada o por un descuido. Las autoridades insisten en que abandonar estos animales en la naturaleza puede acarrear consecuencias ecológicas catastróficas, iniciando invasiones que son muy difíciles de contener una vez establecidas.

Por todo ello, la lucha contra el avance del sapo marino se centra en la prevención y la contención. Los protocolos actuales incluyen la vigilancia para evitar su asentamiento, la captura manual por personal especializado y la retirada sistemática de sus masivas puestas de huevos. En esta batalla por proteger la biodiversidad, la colaboración ciudadana es fundamental, no solo para alertar de posibles avistamientos, sino para actuar con responsabilidad en la tenencia de animales exóticos.