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Astrofísica

Descubren un canal de gas que conecta nuestro sistema solar con otras estrellas

Un nuevo estudio revela que el sistema solar no está aislado: forma parte de una enorme estructura de cavidades conectadas por antiguas supernovas.

Desafortunadamente, debido a su temperatura, estas estructuras no se pueden transitar JS/DesignerJS/Designer

Un nuevo estudio basado en observaciones de rayos X ha revelado una estructura de gas caliente y muy tenue que parece extenderse desde nuestro vecindario solar hacia regiones estelares cercanas. Lejos de ser un “túnel” en el sentido físico, este canal podría ayudar a comprender cómo interactúa nuestro sistema con el entorno galáctico y cómo fluye la materia en la Vía Láctea. Lo que significa que vivimos dentro de una burbuja… literalmente.

Para entender este descubrimiento es necesario recordar que el Sol y, con él, todos nosotros, no flota en un vacío perfecto. Nuestro sistema solar está inmerso en una gigantesca cavidad llamada Burbuja Local, una región con forma irregular que se extiende unos 1.000 años luz y que está llena de gas extremadamente caliente, a millones de grados, pero con una densidad bajísima, mucho más tenue que el promedio del medio interestelar.

Esta burbuja se formó por la acción acumulada de varias supernovas que explotaron cerca del sistema solar hace entre 10 y 20 millones de años. Las ondas de choque de estas explosiones barrieron el gas circundante, lo calentaron y excavaron un “hueco” que continúa expandiéndose y fluctuando con el tiempo. Dicho de otro modo: habitamos dentro de una enorme cavidad soplada por antiguas estrellas que murieron de manera espectacular.

El nuevo análisis publicado en Astronomy & Astrophysics, basado en datos del telescopio de rayos X eROSITA, muestra que la Burbuja Local no es una cavidad aislada, sino que podría estar conectada mediante estructuras o canales de plasma caliente a otras burbujas del vecindario galáctico, en particular a zonas donde se están formando estrellas, como la región de Scorpius-Centaurus.

El equipo no ha encontrado un túnel físico tal como lo imaginaríamos, sino una continuidad estructural del gas a lo largo de una región extensa, cuya forma y propiedades parecen unir nuestro entorno con regiones más alejadas. Son rutas de baja densidad a través de las cuales el gas caliente fluye más fácilmente.

Este “corredor” no es navegable ni transitable, pero sí es un fenómeno astrofísico revelador. Se trata de un gradiente de densidad y temperatura en el gas interestelar, producto de la interacción entre burbujas generadas por explosiones de supernova.

El estudio identificó firmas en rayos X que indican que esta estructura está compuesta por gas calentado a millones de grados, densidades extremadamente bajas y una posible continuidad entre la Burbuja Local y otras cavidades galácticas.

La Vía Láctea, lejos de ser estática o uniforme, parece estar formada por un entramado de cavidades que se tocan y se abren unas en otras, como un conjunto de pompas de jabón cósmicas conectadas entre sí.

La pregunta lógica es por qué este hallazgo importa. Aunque no se trate de un pasaje interestelar, el descubrimiento ayuda a reconstruir la historia energética de nuestra región de la galaxia. Sugiere que las supernovas que formaron la Burbuja Local pudieron haber enlazado su expansión con burbujas vecinas. Pero también señala que existen rutas preferenciales para el flujo del gas caliente a través del medio interestelar y, más importante aún, que el entorno del sistema solar no está aislado, sino que forma parte de una red dinámica de estructuras gaseosas.

Estas conexiones también podrían explicar irregularidades detectadas en estudios de polvo, radiación y campos magnéticos del entorno solar. Visto desde la superficie terrestre, el cosmos parece silencioso. Pero el espacio que rodea al Sol es un entorno en movimiento continuo, esculpido por explosiones estelares pasadas y modelado por la interacción entre cavidades de gas caliente.

El canal identificado por eROSITA no es un “túnel” al estilo de la ciencia ficción, pero sí una pista fundamental para entender cómo respira y se conecta nuestra porción de la galaxia. Y, sobre todo, para recordar que vivimos dentro de una estructura con historia, dinámica y cicatrices de antiguas estrellas que explotaron mucho antes de que la vida existiera en la Tierra.