
Espacio
Descubren de dónde viene el agua de los océanos… y no es de donde pensábamos
Un nuevo estudio de la Universidad de Oxford sugiere que el agua pudo estar en la Tierra casi desde que se formó

¿De dónde viene tanta agua? Esta canica azul a la que llamamos planeta tiene una superficie de 510 millones de kilómetros cuadrados y, 357 de ellos, son de agua. Somos un mundo de océanos que, de media, tienen unos 3.900 metros de profundidad, llegando a veces a superar los 11 kilómetros de hondo. Sumadas, todas estas masas de agua (y las que no vemos) alcanzan los 1.386 millones de kilómetros cúbicos. ¿Con qué podríamos comparar una cantidad tan monstruosa para que nos podamos hacer una idea? Los estadios de fútbol se nos quedan cortos, pues harían falta casi cinco billones (millones de millones). ¿De dónde viene? Es posible que no tengas ni idea o, incluso, que te suene haber escuchado que viene del impacto de incontables meteoros. Pero no importa, porque sea como fuere, un nuevo estudio sugiere que estábamos equivocados hasta ahora.
A juzgar por los resultados de un equipo de investigadores de la Universidad de Oxford, es posible que a nuestro planeta no le hiciera falta una ayuda externa para acumular tal cantidad de agua. Su estudio, que acaba de ser publicado en la revista científica Icarus, pone en jaque una de las hipótesis más aceptadas sobre el origen del agua terrestre, la cual, sugería que el hidrógeno que la compone (la “H” del famoso “H2O”) habría llegado, mayormente, en meteoros, acumulándose poco a poco a lo largo de millones de años. ¿Cómo han podido deducir tal cosa? La respuesta es: analizando meteoritos. Y, sabiendo esto, podríamos sospechar que han encontrado menos hidrógeno del que esperaban en ellos, pero no. De hecho, ha pasado todo lo contrario: la gran cantidad de hidrógeno en los meteoritos estudiados sugiere que el hidrógeno del agua terrestre no llegó, como se pensaba hasta ahora, en meteoritos. Y, lo mejor de todo, es que esta aparente paradoja tiene todo el sentido.
Meteoritos y meteoritos
Vamos a saltarnos una de las reglas de oro del periodismo moderno: para un momento y piensa, abandona incluso el artículo, si quieres. Dale una vuelta a lo que acabas de leer e intenta dar con el truco del párrafo anterior. Y, cuando lo hayas reflexionado durante un rato, vuelve, porque tiene sentido.
Aunque no tenemos todas las claves para comprender cómo se forman los planetas, sabemos que en ellos juega un papel especial la acreción, la suma progresiva de pequeños fragmentos que se atraen gravitatoriamente entre sí. Poco a poco, la masa va creciendo y formando un planeta enano, un planeta o, quizás, incluso una estrella. La cuestión es que podemos conocer la composición química de aquellos fragmentos primigenios. ¿Cómo? Analizando fragmentos de aquella época que hayan sobrevivido hasta nuestros días. Esto es: meteoros.
Ahora bien, si los meteoritos de aquella época hubieran tenido poco hidrógeno, habría hecho falta mucho más tiempo y el impacto de meteoros posteriores para alcanzar la cantidad de agua que tenemos ahora. En cambio, si la cantidad de hidrógeno en ellos es alta, podemos suponer que la química de la Tierra primigenia también tenía suficiente hidrógeno para explicar buena parte del agua que cubre nuestro planeta. Y, precisamente, así ha sido.
LAR 12252
El objeto de estudio que resolvió el problema se llama LAR 12252, un meteorito recogido en la Antártida cuyo origen remonta a los orígenes del sistema solar. El equipo de investigación liderado por la Universidad de Oxford se centró en este meteorito y aplicó una técnica avanzada de análisis conocida como espectroscopía XANES (Estructura de Absorción Cercana al Borde de Rayos X, por sus siglas en inglés). Esta técnica les permitió no solo detectar la presencia de hidrógeno, sino identificar su forma química y su procedencia. Lo más sorprendente fue que el hidrógeno no estaba solo donde esperaban encontrarlo, sino en una matriz fina de material que rodeaba al meteorito.
De hecho, esta última resultó ser especialmente rica en sulfuro de hidrógeno. La cantidad era sorprendentemente alta, unas cinco veces mayor que en el resto del meteorito. Y, lo más importante de todo: no había señales de que ese hidrógeno proviniera de contaminación terrestre. En otras palabras, estaba allí desde el principio. Una prueba de que, la química de los materiales que formaron el planeta posiblemente ya contenía suficiente hidrógeno para dar lugar a la vasta cantidad de agua que disfrutamos. En este estudio todo apunta a que el agua de la Tierra es, en gran medida, nativa.
Este hallazgo no solo cambia lo que creíamos sobre nuestro propio planeta, sino que también puede alterar la forma en que entendemos la formación de otros mundos.
QUE NO TE LA CUELEN:
- Sin embargo, a pesar de los interesantes resultados del estudio, hará falta que otros investigadores repliquen los resultados y que afinen los cálculos para determinar qué porcentaje del hidrógeno del agua terrestre estaba desde la formación del planeta y cuánto llegó en lluvias de meteoritos posteriores.
REFERENCIAS (MLA):
- Barrett, Tom, et al. "The Source of Hydrogen in Earth's Building Blocks." Icarus, vol. 416, 2025, p. 116588. Elsevier, https://doi.org/10.1016/j.icarus.2025.116588. Accedido el 16 abril 2025.
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