Polémica
Descubren que los estudios genéticos llevan décadas ignorando a la mayor parte de la humanidad, según científicos españoles
Confirman, utilizando un superordenador en Barcelona, que hemos estado perdiendo información valiosísima al estudiar, casi exclusivamente, a sujetos europeos
En el año 2006 sentimos que la genética estaba a nuestros pies. En mayo de ese año, el Proyecto Genoma Humano publicó la secuencia del último cromosoma que le faltaba. Habíamos logrado algo inaudito en la historia de la humanidad: leer las “instrucciones” de la vida tan solo 140 años después de que, cultivando guisantes, Mendel intuyera las leyes de la herencia. Sin embargo, el tiempo pone todo en contexto y el Proyecto Genoma Humano no era el final del camino. Podríamos comprar aquel logro con el de transcribir la secuencia de letras de un libro completo en una biblioteca llena de versiones y ediciones, cada una con diferencias únicas. No solo nos faltaba comprender el resto de los libros y cómo los interpretaría la población, sino que, ni siquiera comprendíamos el significado de las palabras del nuestro. Es más, por no saber, tampoco sabíamos dónde empezaba y acababa cada palabra.
Teníamos una secuencia de letras y eso era un éxito revolucionario, un avance sin precedentes que nos abría la puerta de la era de la genética pero que, comprado con lo que estaba por llegar, no era más que un tímido tanteo. Ahora ya reconocemos las palabras (que podríamos llamar “genes”), sabemos dónde se encuentran y cuántas hay. Sabemos, incluso, cuáles varían más entre los diferentes libros (que son los genomas de distintos individuos). Sin embargo, sigue habiendo una gran limitación, un sesgo relacionado con la procedencia de los individuos estudiados: prácticamente solo hemos estudiado el genoma de los europeos.
¿Quién es “la población”?
El estudio ha sido realizado por investigadores de tres instituciones afincadas en nuestro país: el BarcelonaSupercomputing Center (BSC-CNS), el Centre for Genomic Regulation (CRG) y la Universitat Pompeu Fabra (UPF). Y, sus resultados, que acaban en Nature Communications, sugieren que llevamos años haciendo estudios genéticos con un brazo (y dos piernas) atadas a la espalda. “Los mapas genéticos son usados por científicos todos los días, pero hemos estado dejando fuera enormes porciones de la población mundial. Este estudio muestra, por primera vez, cuánto nos estábamos perdiendo”, afirma uno de los autores Pau Clavell-Revelles.
Y eso es una limitación que nos perjudica a todos, seamos europeos o no. “La mayor parte de la secuenciación genética hasta ahora ha provenido de individuos europeos, por lo que los catálogos de referencia en los que confiamos podrían estar omitiendo genes o transcritos que existen solo en poblaciones no europeas”, afirma el Dr. Roderic Guigó, coautor sénior del estudio. “Si una variante genética cae en uno de estos genes faltantes, asumimos que no tiene efecto biológico. En algunos casos, esa suposición podría ser simplemente incorrecta”, añade. Reflexiones que nos hacen desconfiar de a qué población se refieren los científicos cuando, en sus artículos, afirman haber estudiado a “la población”. ¿Es la población mundial o una “población” mucho más acotada? ¿Qué podemos saber realmente a partir de ella? Esas son las preguntas que a veces pasamos por alto.
El transcriptoma
Los investigadores del estudio decidieron que, en lugar de estudiar directamente el ADN de diferentes poblaciones, indagarían en sus transcritos, esto es: copias temporales que hace el ADN de algunos de sus genes para que las células puedan usarlas como guía para producir proteínas. Estas copias también son material genético, pero en lugar de ADN, están compuestas por ARN. Pero, lo más interesante no es esto, sino que de un mismo gen en el ADN pueden formar transcritos de ARN diferentes en función de cómo se “corten y peguen” esas moléculasde ARN en un proceso conocido como splicing.
Por usar una analogía: si leo en un libro la palabra “engorroso”, puedo copiarla comiéndome letras o reordenándolas y, así, formar palabras diferentes como “engorro”, “gorro”, “oso”, “negro” (sus transcritos). Nunca podré, sin embargo, crear palabras totalmente nuevas. como “calcetín” o “lentejas”.
Así pues, los investigadores utilizaron la supercomputadora MareNostrum 5 (Barcelona), para analizar los transcriptomas de 43 individuos de 8 poblaciones diferentes. Tres de las poblaciones analizadas procedían de África (Yoruba, Luhya y Mbuti), una de Asia (Han), otra de Sudamérica (Telugu), otra eran judíos asquenazis y, finalmente, europeos provenientes de Utah, en EE.UU.
Puesto en números
Así pues, al ampliar el continente de procedencia de los sujetos estudiados, los investigadores lograron identificar 41.000 transcritos que, a priori, parecen no encontrarse en las investigaciones de los proyectos más punteros, como GENCODE. Pero hay más, porque incluso si solo nos centramos en aquellos transcritos que ya conocíamos, el 41% corresponden a genes que podrían generar proteínas diferentes a las previamente catalogadas. Además, se detectaron 2.267 transcritos específicos de población, presentes en un grupo poblacional pero ausentes en el resto. Es más, 773 de los transcritos identificados provienen de regiones en el ADN que no habíamos estudiado, lo que ello sugiere que, ahí, podemos encontrar genes hasta ahora desconocidos.
Comparado con la pequeña escala del estudio (tan solo 43 individuos) la cantidad de nuevos transcritos es desbordante. “Creemos firmemente que cualquiera de los hallazgos que hicimos aquí es solo la punta del iceberg”, afirma la Dra. Frailie Reese. Estos resultados muestran que la expresión génica humana es mucho más diversa de lo que los mapas actuales del transcriptoma reflejan, subrayando la necesidad de ampliar la representación poblacional en estudios genómicos.
Información que hasta ahora desconocíamos y que, a juzgar por los genes implicados, podría ser clave para comprender por qué algunas enfermedades son más frecuentes entre determinados grupos de la población. Patologías como el lupus, la artritis reumatoide, el asma o algunos rasgos relacionados con el colesterol. “Esperamos que nuestro estudio sirva como base y como invitación a la comunidad científica global para contribuir con datos, métodos y poblaciones diversas. Solo mediante un esfuerzo colectivo lograremos un mapa de la biología humana verdaderamente completo e inclusivo, esencial para una medicina genómica justa y precisa”, concluye la Dra. Marta Melé, coautora sénior del estudio y líder de grupo en el BSC.
QUE NO TE LA CUELEN:
- Esto no significa que los estudios sobre el genoma y el transcriptoma humano realizados hasta ahora sean inservibles, ni mucho menos. Las ciencias son una institución cuyos nuevos descubrimientos se ven condicionados por qué y cómo queremos investigar. En parte, esa decisión está sesgada por cuestiones ideológicas y, en parte, por la limitación de los recursos. Por suerte, estudios como estos nos ayudan a redirigir los esfuerzos para sacar de ellos la mayor cantidad de información posible, cada vez menos sesgada y más beneficiosa para la humanidad en su conjunto.
REFERENCIAS (MLA):
- “Human Gene Maps Are Biased towards European Ancestries.” Nature Communications, 3 Dec. 2025, doi:10.1038/s41467-025-66096-x.