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Espacio

Descubrieron unos puntos rojos en el espacio y podrían ser los objetos más misteriosos del universo: "Estamos desconcertados"

El James Webb ha hecho grandes avances en nuestro conocimiento del espacio desde que se desplegó

La NASA en alerta por tres puntos rojos sin explicación hallados por el telescopio James Webb NASA

El universo siempre encuentra formas de sorprendernos. Cuando creemos que ya conocemos sus secretos más profundos, aparece algo completamente inesperado que desafía todo lo que pensábamos saber.

La astronomía moderna está viviendo uno de esos momentos históricos. Los instrumentos más avanzados jamás construidos están revelando fenómenos que parecían imposibles hasta hace muy poco tiempo.

Y es que el cosmos primitivo guarda misterios que ni siquiera los científicos más experimentados habían imaginado. Objetos que brillan de forma extraña y que podrían cambiar nuestra comprensión del universo temprano.

Los puntos que desafían las leyes cósmicas

El Telescopio Espacial James Webb ha topado con algo extraordinario: diminutos objetos rojizos esparcidos por el universo primitivo que están poniendo patas arriba la astronomía moderna. Según apuntan desde UrbanTecno a principios de este año, estos “pequeños puntos rojos” aparecieron en los datos apenas seis meses después de que Webb comenzara sus operaciones científicas.

Un equipo de astrónomos ha logrado reunir la mayor muestra de estos objetos enigmáticos jamás estudiada. Lo fascinante es que prácticamente todos existían durante los primeros 1.500 millones de años tras el Big Bang, una época en la que el universo era apenas un bebé cósmico.

Dale Kocevski, investigador principal del estudio, admite su sorpresa: “Estamos desconcertados por esta nueva población de objetos que Webb ha encontrado. No vemos análogos de ellos en épocas más recientes, razón por la cual no los habíamos detectado antes”.

Los científicos han descubierto algo inquietante: aproximadamente el 70% de estos puntos rojos muestran evidencias de gas girando a velocidades vertiginosas, alcanzando los 1.600 kilómetros por segundo. Esta cifra solo puede significar una cosa: la presencia de agujeros negros supermasivos devorando materia a un ritmo frenético.

Pero aquí viene lo verdaderamente intrigante. Estos objetos aparecen en masa unos 600 millones de años después del Big Bang y luego experimentan una caída dramática en su cantidad hacia los 1.500 millones de años. Es como si hubieran tenido su momento de gloria cósmica y después hubieran decidido desaparecer del escenario universal.

Steven Finkelstein, coautor del estudio, señala lo más emocionante: “Estas fuentes realmente rojas básicamente dejan de existir en cierto punto después del Big Bang. Si son agujeros negros en crecimiento, esto sugiere una era de crecimiento oscurecido en el universo temprano”.

La investigación también ha resuelto un problema que tenía en vilo a la comunidad científica. Cuando se descubrieron por primera vez, algunos sugerían que la cosmología estaba “rota”, ya que si toda la luz provenía de estrellas, implicaría galaxias demasiado grandes para las teorías existentes. Sin embargo, el equipo ha demostrado que gran parte de esa luz procede de agujeros negros, no de estrellas, lo que mantiene intactas nuestras teorías cosmológicas.