Cambio climático
Este es el frutal que debes plantar para combatir el cambio climático
Se puede cultivar prácticamente en toda España y sus frutos son muy buscados.
La teoría es muy conocida: los árboles absorben dióxido de carbono y liberan el oxígeno imprescindible para la vida en el planeta. Pero… No es tan sencillo. Lo primero es que los árboles necesitan unos años para ser efectivos en la captura de CO₂ y lo segundo es que no todos los árboles capturan la misma cantidad de CO₂, por lo tanto, la política de plantar árboles de forma indiscriminada no es efectiva.
En este sentido, uno de los árboles más eficientes resulta ser la higuera. Y es que parte del dióxido de carbono que absorben las higueras se convierte en carbonato de calcio dentro de la madera y el suelo circundante, lo que garantiza que el carbono se mantenga fuera del aire durante más tiempo.
Algunas higueras pueden convertir cantidades sorprendentemente grandes de dióxido de carbono en piedra, lo que garantiza que el carbono permanezca en el suelo mucho después de la muerte del árbol. Esto significa que las higueras plantadas para la silvicultura o para su fruto podrían ofrecer beneficios climáticos adicionales mediante este proceso de secuestro de carbono.
Todos los árboles absorben CO₂ del aire, y la mayor parte de ese carbono suele terminar en moléculas estructurales utilizadas para construir la planta, como la celulosa. Sin embargo, algunos árboles convierten el CO₂ en un compuesto cristalino llamado oxalato de calcio, que las bacterias del árbol y del suelo pueden convertir en carbonato de calcio, el componente principal de piedras como la caliza y la tiza.
El carbono en forma mineral puede permanecer en el suelo durante mucho más tiempo que en la materia orgánica del árbol. Entre los árboles que se sabe que almacenan carbono de esta manera se encuentra el iroko (Milicia excelsa), que crece en África tropical y se utiliza como madera, pero no produce alimentos.
Un equipo liderado por Mike Rowley, de la Universidad de Zúrich (Suiza), ha descubierto que tres especies de higueras nativas del condado de Samburu (Kenia) también pueden producir carbonato de calcio a partir de CO₂.
“Gran parte de los árboles produce carbonato de calcio en la superficie – señala Rowley -. También observamos estructuras radiculares completas que prácticamente se han convertido en carbonato de calcio en el suelo, donde no debería estar, en altas concentraciones”.
El equipo de Rowley identificó primero las especies de higueras que producen carbonato de calcio rociando ácido clorhídrico diluido sobre los árboles y buscando burbujas, una señal de la liberación de CO₂ del carbonato de calcio. Después, midieron la distancia a la que podían detectar el carbonato de calcio en el suelo circundante y analizaron muestras de los árboles para determinar en qué partes de sus troncos se producía carbonato de calcio.
“Lo que realmente me sorprendió, y aún me estoy recuperando, es que el carbonato de calcio había penetrado mucho más profundamente en las estructuras de la madera de lo que esperaba – añade Rowley, quien presentará el estudio en la Conferencia Goldschmidt en Praga, República Checa, esta semana -. Esperaba que se tratara de un proceso superficial en las grietas y debilidades de la estructura de la madera”.
Pese a los buenos indicadores, los científicos tendrán que seguir trabajando para calcular cuánto carbono almacenan los árboles, así como cuánta agua necesitan y su resiliencia en diferentes climas. “Pero si las higueras se incorporan a futuros proyectos de reforestación, podrían ser tanto una fuente de alimento como un sumidero de carbono”, concluye Rowley.