Salud
Giro de 180 grados en la lucha contra la ceguera: el implante que ha permitido volver a leer a 8 de cada 10 pacientes
La ciencia devuelve la vista a quienes la perdieron por degeneración macular. Un revolucionario implante ocular y unas gafas de realidad aumentada han permitido a un grupo de pacientes europeos volver a hacer algo tan cotidiano como leer
Un ensayo clínico llevado a cabo en Europa ha arrojado un resultado que redefine las posibilidades de la medicina regenerativa: el 84 % de los pacientes ciegos que participaron recuperaron la capacidad de volver a leer. Este hito, dirigido a personas que sufren atrofia geográfica, una forma grave de degeneración macular asociada a la edad, demuestra la viabilidad de una nueva terapia que combina un implante ocular con tecnología de realidad aumentada.
De hecho, el éxito no es una mera abstracción estadística. Los participantes en el estudio, que congregó a 38 personas de cinco países distintos, pudieron leer de media hasta cinco líneas de letras en un optotipo estándar, el panel que se utiliza comúnmente en las revisiones oftalmológicas. Esto supone un cambio radical para quienes habían perdido por completo la visión central.
La clave de esta proeza reside en un dispositivo pionero llamado PRIMA. Se trata de un sistema dual que integra un microchip de 2x2 milímetros implantado bajo la retina mediante una intervención quirúrgica de menos de dos horas. Según informa el medio Latest Science News -- ScienceDaily, este componente interno es el que recibe la información visual para convertirla en impulsos eléctricos que el cerebro puede interpretar.
Una simbiosis entre la máquina y el cerebro
Para ello, el implante no trabaja en solitario. El sistema se completa con un componente externo: unas gafas de realidad aumentada equipadas con una cámara. Estas capturan las imágenes del entorno, que son procesadas por un pequeño ordenador de bolsillo. Mediante inteligencia artificial, el dispositivo convierte la información en una señal de luz infrarroja que proyecta directamente sobre el microchip retiniano.
Sin embargo, la recuperación no es automática. Los pacientes deben someterse a un proceso de reaprendizaje que dura varios meses, un tiempo indispensable para que el cerebro se adapte a esta nueva forma de percibir el mundo. En este sentido, uno de los hallazgos más importantes del estudio, desarrollado por la compañía Science Corporation, fue la seguridad del procedimiento, ya que no se detectó ningún caso de pérdida de la visión periférica que los pacientes aún conservaban.