
Paleontología
Hace 100 millones de años, este animal ya usaba GPS
“Cualquier criatura que haya creado estos magnetofósiles, sabemos que probablemente era capaz de una navegación precisa", señalan científicos de Cambridge.

En sedimentos del fondo del Atlántico Norte, un equipo de científicos acaba de desenterrar lo que podría ser el sistema de navegación más antiguo jamás descubierto: diminutos fósiles magnéticos (cristales de magnetita), producidos por un animal desconocido hace al menos 97 millones de años, que funcionaban como brújula interna o “GPS biológico”. El hallazgo se ha publicado en Nature.
Usando una técnica avanzada de imágenes 3D, el equipo liderado por Rich Harrison, reconstruyó la estructura interna de una de esas partículas magnéticas y descubrió que alberga un vórtice magnético: una configuración óptima para detectar no solo la dirección del campo magnético terrestre, sino también su intensidad.
“Cualquier criatura que haya creado estos magnetofósiles, sabemos que probablemente era capaz de una navegación precisa,” afirma Harrison en un comunicado. Los fragmentos hallados tienen formas variadas: punta de lanza, aguja, bala, huso, pero todos comparten una cosa: su tamaño microscópico (más pequeños que una célula bacteriana) y su poder magnético.
Durante décadas, los científicos discutieron si esos “magnetofósiles” eran restos de bacterias magnéticas o simples partículas minerales de origen inorgánico. Pero el nuevo estudio aporta la primera evidencia directa de que, sea lo que fuere que los produjo, actuaron como un “sensor magnético”: un auténtico sistema de navegación interna.
De acuerdo con el equipo de Harrison, la estructura en espiral del vórtice magnético permite aprovechar variaciones en la intensidad del campo de la Tierra como una especie de mapa: no solo indicar “hacia el norte”, sino estimar la latitud o incluso longitud, abriendo la posibilidad de una navegación precisa en océanos primitivos.
Hoy sabemos que las aves migratorias, tortugas marinas, peces y algunos insectos, usan la magnetorrecepción: la habilidad de orientarse con el campo magnético terrestre. Pero hasta ahora no había pruebas fósiles tan antiguas de ese sentido. Este hallazgo sugiere que el ancestro de ese “sexto sentido” podría remontarse al Cretácico, hace casi 100 millones de años. “Estos gigantescos magnetofósiles marcan un paso clave en la evolución de la magnetorrecepción: de formas bacterianas simples a sistemas complejos de navegación”, añade Harrison.
Aunque no se ha identificado al organismo responsable, no hay restos de cuerpo, tan solo estas partículas, algunos especulan que podría tratarse de un pez migratorio o una especie marina abundante en ese tiempo, quizás algo similar a las anguilas modernas, conocidas por sus migraciones transoceánicas y su aparente sensibilidad magnética.
Pero, ¿por qué este hallazgo importa? Es la evidencia más antigua de navegación magnética interna conocida. Con 97 millones de años precede en decenas de millones de años al registro previo. Al mismo tiempo, refuerza teorías sobre migraciones marinas profundas en el pasado. Si ese animal podía orientarse con tanta precisión, pudo realizar viajes largos, con la brújula magnética como guía.
Y, finalmente, ayuda a explicar cómo la magnetorrecepción evolucionó en animales modernos. A partir de esos mecanismos antiguos podrían haberse desarrollado los sistemas más sofisticados que hoy usan aves, peces o tortugas. El enigma pendiente es ¿quién era el dueño de ese “GPS”? “Necesitamos encontrar un animal migratorio que fuera lo bastante común en los antiguos océanos como para dejar abundantes restos”, responde Harrison.
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