Satélites
Incertidumbre con los satélites Starshield de Elon Musk: emiten una rara señal y nadie sabe qué es
El hallazgo de una señal de radio no autorizada, captada por un aficionado, pone el foco sobre la red secreta de satélites espía que SpaceX desarrolla para el Gobierno de Estados Unidos bajo un contrato millonario
Un vasto sistema de espionaje estadounidense, desarrollado en el más absoluto secreto por la compañía SpaceX, podría encontrarse ya en una fase operativa avanzada. La revelación, que ha puesto en jaque uno de los programas militares más herméticos de Washington, no proviene de una agencia de inteligencia rival, sino del trabajo minucioso de un astrónomo aficionado en Canadá, quien ha destapado una actividad que debería permanecer oculta.
De hecho, la clave del hallazgo reside en una anomalía técnica de gran envergadura. El observador detectó una insólita señal de radio que, según todos los indicios, procede de la flota de satélites Starshield. Lo anómalo es que la transmisión se produce en una frecuencia reservada exclusivamente para las comunicaciones desde la Tierra hacia el espacio, pero en este caso la señal viaja en sentido contrario, descendiendo desde la órbita.
Asimismo, el análisis posterior ha confirmado que no se trata de un fallo aislado. Al menos 170 de los 193 satélites Starshield identificados hasta la fecha estarían emitiendo esta misma señal sin que exista, además, ninguna autorización para ello en los registros de la Unión Internacional de Telecomunicaciones. Esta red es la pieza central de un contrato clasificado de 1.800 millones de dólares, firmado en 2021 entre SpaceX y la Oficina Nacional de Reconocimiento (NRO), la agencia de inteligencia encargada de los satélites espía norteamericanos.
Un silencio que alimenta la incertidumbre
En este contexto, conviene recordar que Starshield es la versión militarizada de la red Starlink, pero con un propósito radicalmente distinto: la defensa nacional y la recopilación de información para el gobierno estadounidense. Su objetivo final es el despliegue de cientos de satélites capaces de tejer un sistema de vigilancia con la capacidad de monitorear objetivos en cualquier rincón del planeta.
Por el momento, tanto SpaceX como la propia Oficina Nacional de Reconocimiento han optado por el mutismo absoluto. Ninguna de las dos entidades ha ofrecido explicación alguna sobre el origen o la finalidad de estas emisiones no autorizadas, una falta de transparencia que no hace más que alimentar las especulaciones sobre el alcance real de uno de los proyectos espaciales más secretos de Estados Unidos.