Arqueología

La moda de comer algas llegó a España hace más de 8000 años, en el Mesolítico

El artículo, publicado en Nature Communications, sugiere que las algas pudieron ser una parte importante en la alimentación europea al menos hasta la Edad Media.

Algas en la arena de una playa
Algas en la arena de una playaPublicDomainPicturesPixabay

Aunque en España generalmente no se consumen en el día a día, las algas y las plantas marinas son muy comunes en la gastronomía de muchas culturas. En la actualidad, su peculiar sabor salado y sus propiedades nutricionales han permitido que se abran camino en la alta cocina, coronando ciertos platos para ofrecer texturas y sensaciones únicas. Pero un nuevo estudio muestra como esta “novedad gastronómica” puede no ser tan novedosa, y que nuestros antepasados ya consumían algas en su día a día. Así lo muestra un artículo en el que se ha realizado un examen minucioso de los cálculos encontrados en las piezas dentales deenterramientos desde el Mesolítico hasta la Edad Media.

Mirando al mar (o a los lagos)

El agua es necesaria para hidratarse, primordial para el transporte y ha sido una importante fuente de alimento para incontables civilizaciones. Incluso antes de que los seres humanos se organizasen en sociedades complejas, los homo antiguos ya consumían pescado cocinado. Así lo muestran los yacimientos arqueológicos de Gesher Benor Ya’aqov, situados entre el sur de Siria y norte de Israel que datan de hace 780 000 años. En estos yacimientos se encontró un gran número de dientes de carpas gigantes con cristalizaciones que solo se producen mediante el cocinado a temperatura controlada.

Pero no todo era pescado, como mostró una investigación internacional liderada por el Dr. Miguel Cortés Sánchez y en la que participó el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Hace aproximadamente 150 000 años en la Cueva Bajondillo en Málaga, unos miembros de la especie Homo neanderthalensisse tomaron una buena “mariscada” compuesta por caracoles, almejas, y otros moluscos que obtuvieron de los alrededores. El yacimiento, junto con otras pruebas halladas en Sudáfrica, son los indicios más antiguos de la práctica del marisqueo del mundo por miembros de la familia Hominidae. La lógica en el consumo de marisco está clara, disponer de una fuente de alimento más en aquella época podría suponer la diferencia entre la vida y la muerte del grupo.

Pero faltan restos de algas

Ahora bien, si han llegado restos de pescados y de marisco a la actualidad es porque estos animales contienen partes duras que no se degradan con facilidad. Los dientes de los pescados, así como las conchas de los moluscos, son capaces de aguantar las inclemencias del tiempo y, al ser enterradas, pueden durar miles de años. Con los tejidos blandos, las condiciones para su conservación han de ser idóneas porque, debido a los microorganismos, desaparecen al cabo de unas pocas semanas, eliminando así cualquier evidencia de su presencia. Ahora bien, como indica el refrán, “somos lo que comemos” y, en paleoantropología tienen claro que, para averiguar la dieta de una persona han de fijarse en lo que queda en sus piezas dentales.

Por ello, en la Universidad de York han realizado el estudio del sarro presente en las piezas dentales de 74 individuos procedentes de 28 yacimientos arqueológicos de toda Europa, desde el norte de Escocia hasta el sur de España. Tras su análisis mediante técnicas de espectroscopía de masas han averiguado que los perfiles químicos de este sarro coinciden con los que se crearía al consumir algas asiduamente, tanto marinas como fluviales, lo que replantea la dieta europea.

Las algas en España

En España se han analizado los restos de dos yacimientos, el de Bòbila Madurell, situado en Sant Quirze del Vallès, Barcelona y el de La Corona, en Villena, Alicante. Es en este último yacimiento en el que se ha podido observar la presencia de cálculos dentales que coinciden con el consumo de algas en los restos de una mujer de entre 35 y 40 años. El yacimiento de La Corona está datado entre hace 8080 y 7870 años y se encuentra actualmente a unos 80km de la costa, por lo que el consumo de algas tan al interior puede resultar algo sorprendente.

Sin embargo, la distancia actual hasta el mar es mucho mayor que la que había a mediados del Holoceno, y se cree que la población Mesolítica de esa zona estaba especializada en obtener los recursos que les ofrecían los ecosistemas acuáticos. Tanto es así, que se especula que esta población podría aprovechar las vías fluviales, como los ríos, para llegar al mar tanto para mariscar como para obtener algas. Esta hipótesis se encuentra reforzada por la abundante presencia de conchas de moluscos marinos encontrados en el yacimiento. Los hallazgos permiten comprender mejor la dieta de los homínidos que habitaban Europa en la antigüedad y acercarnos un poco a su gastronomía, que es una parte muy importante de la cultura.

QUE NO TE LA CUELEN:

-Estos estudios no implican que, para mejorar nuestra salud, tengamos que “volver atrás” e imitarles en todo lo que hacían. Como se ha demostrado en estudios nutricionales, comer grandes cantidades de algas no está exento de perjuicios, ya que su alto contenido en sales, y metales pesados como el cadmio, pueden afectar a los riñones u otros órganos, por ello se recomienda su consumo con moderación.

Referencias (MLA):

-Stephen Buckley, Karen Hardy , Fredrik Hallgren, Lucy Kubiak-Martens, Žydrūnė Miliauskienė, Alison Sheridan, Iwona Sobkowiak-Tabaka, Maria Eulalia Subirà. «Human consumption of seaweed and freshwater aquatic plants in ancient Europe.» Nature Communications (2023): 14:6192. https://doi.org/10.1038/s41467-023-41671-2