
Calor
Las olas de calor de este verano te van a envejecer: tanto como si fumaras o bebieras
Las olas de calor podrían tener un efecto en la salud tan perjudicial como el tabaco. Una investigación desarrollada en Taiwán asocia por primera vez la exposición continuada a las altas temperaturas con un envejecimiento biológico acelerado

Los agricultores, los obreros de la construcción y, en general, todos aquellos que desempeñan su trabajo al aire libre son los más expuestos al calor extremo. A ellos se suman las personas mayores y quienes viven en zonas rurales. Este colectivo, cada vez más numeroso por el avance del cambio climático, podría estar sufriendo consecuencias que van mucho más allá del agotamiento o la deshidratación puntual.
De hecho, una nueva investigación apunta a que los episodios de altas temperaturas prolongadas podrían estar provocando un envejecimiento biológico acelerado. El impacto sobre el organismo sería comparable, según los autores del estudio, al de hábitos tan nocivos como el tabaquismo o el consumo habitual de alcohol, lo que abre un frente completamente nuevo en la lucha contra los efectos del calentamiento global. Este riesgo se añade a otros impactos en la salud, ya que las olas de calor dificultan el descanso nocturno, y los estudios confirman que dormir mal puede perjudicar la salud del corazón, agravando el panorama general.
Dicha conclusión se apoya en un estudio de gran envergadura realizado en Taiwán, donde un equipo científico analizó los datos de casi veinticinco mil personas durante un periodo de catorce años, entre 2008 y 2022. Los resultados, tal y como han publicado en Science Alert, revelaron la existencia de marcadores biológicos que indicaban una edad celular más avanzada en aquellos individuos con mayor exposición a olas de calor.
Una correlación bajo la lupa científica
Sin embargo, los propios investigadores piden cautela a la hora de interpretar estos hallazgos. Subrayan que sus datos demuestran una asociación estadística clara, pero no una relación de causa y efecto directa. En otras palabras, aunque el calor extremo y el envejecimiento prematuro parecen ir de la mano, todavía se necesita más investigación para confirmar que las altas temperaturas son las responsables directas de este deterioro celular.
En este sentido, los resultados convierten esta amenaza silenciosa en un desafío de salud pública de primer orden. La conexión entre el clima y el envejecimiento biológico trasciende la anécdota individual para exigir una respuesta coordinada, centrada no solo en proteger a los ciudadanos durante los picos de calor, sino en diseñar estrategias proactivas que promuevan un envejecimiento saludable en un planeta cada vez más cálido. El calor es solo uno de los múltiples factores ambientales que impactan en nuestro bienestar, pues otras investigaciones sugieren que incluso la contaminación lumínica podría estar afectando al cerebro, lo que subraya la complejidad del problema.
En definitiva, todo apunta a la necesidad de políticas coordinadas que permitan adaptar nuestras sociedades a una nueva realidad climática. Abordar este problema requerirá un esfuerzo conjunto que combine la concienciación ciudadana con medidas valientes para proteger el bienestar de las generaciones presentes y, sobre todo, de las futuras.
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