
Segunda mano
Un comprador de segunda mano encuentra un espejo de los años 50: dos palabras grabadas en la parte posterior lo cambian todo
Lo que a ojos inexpertos puede parecer algo corriente, para alguien con buen ojo puede convertirse en un auténtico hallazgo

Aplicaciones como Wallapop, el rastro de los domingos o las tiendas de segunda mano son los lugares favoritos de coleccionistas y cazadores de tesoros. Aunque para muchos pueden parecer simples espacios donde se acumula polvo y objetos antiguos, para los entendidos son verdaderos templos en los que nunca se sabe qué joya puede aparecer.
Y es que, lo que a ojos inexpertos puede parecer algo corriente, para alguien con buen ojo puede convertirse en un auténtico hallazgo.
Al entrar en una tienda de segunda mano, es fácil pensar que los objetos de mayor valor son las joyas o los documentos antiguos, pero rara vez imaginamos que un simple peine, un juguete o un utensilio de cocina puedan ser los más valiosos.
Sin embargo, no siempre es como uno espera, y eso fue precisamente lo que le ocurrió a Aleixandre quien se encontró un espejo antiguo con dos palabras grabadas en el mango.

El estadounidense paseaba por los pasillos de una tienda de artículos de segunda mano cuando el brillo de un espejo llamó su atención. Su intención inicial era sencilla: encontrar un detalle bonito para su mujer, propietaria de un salón de belleza decorado con piezas vintage. “Mi mujer tiene un salón de belleza cuyas paredes están cubiertas de artículos de belleza antiguos: recortadoras, rizadores, secadores, tocadores y espejos”, explicó Alexander a Newsweek. “Así que siempre estoy atento a ese tipo de cosas”.
Tesoros en las tiendas de segunda mano
Las tiendas de segunda mano se han convertido en un auténtico fenómeno entre los amantes de las gangas y de los objetos con historia. Además del ahorro, estas tiendas esconden auténticas joyas que pueden multiplicar su valor con solo un poco de suerte y buen ojo.
En los últimos meses, varias historias similares han salido a la luz: una mujer que encontró una máscara de Halloween por apenas cinco euros y la revendió por más de 700, otra que compró una prenda de diseñador por 13 euros cuyo precio original superaba los 900, o incluso una simple bolsa de bolígrafos adquirida por tres euros que terminó valiendo más de 100.
La emoción de encontrar algo único hace que cada visita a una tienda de segunda mano se convierta en una pequeña aventura.
Un espejo con historia
En el caso de Alexander, fue el mango de plata lo que despertó su curiosidad. “En cuanto lo vi, supe que era antiguo o, al menos, una buena réplica”, cuenta. “Tenía una pátina muy característica, y eso me hizo pensar que podía tener valor”.
Pagó 9,99 dólares por el espejo y se marchó satisfecho, pensando en la reacción de su esposa. “Sabía que le iba a encantar. Me hacía ilusión ver su cara al recibirlo”, recuerda.
Sin embargo, al observarlo más detenidamente en casa, descubrió algo que lo dejó sin palabras: un grabado con la inscripción “Webster Sterling” y la fecha 1953. Aquellas dos palabras confirmaban que el espejo estaba hecho de plata de ley auténtica.
Un hallazgo con valor
Tras investigar un poco más y comparar con listados de subastas, Alexander descubrió que piezas similares alcanzan entre 75 y 200 dólares, dependiendo de su estado de conservación.
“Es plata auténtica”, confirma. “Calculo que el mío vale unos 200 dólares, dependiendo de algunos detalles”.
Aun así, no tiene intención de venderlo. Para él, el verdadero valor del espejo no está en el dinero, sino en el significado personal del hallazgo. “Voy a pulirlo y lo colocaré en el salón de mi esposa para que los clientes puedan mirarse en él”, cuenta.
Más que una ganga
Historias como la de Alexander demuestran que las tiendas de segunda mano siguen siendo un refugio para los curiosos, los nostálgicos y los cazadores de tesoros. Con un poco de suerte, es posible encontrar piezas únicas que esconden un valor histórico, emocional o incluso económico.
✕
Accede a tu cuenta para comentar


