Deporte

Vínculo entre el fútbol y un descenso en las capacidades cerebrales

"Existe una enorme preocupación por la posibilidad de que los cabezazos en el fútbol causen efectos cerebrales adversos a largo plazo", señalan los autores del estudio.

Leon Goretzka (arriba) de Alemania cabecea un balón hoy, en un partido de la fase de grupos del Mundial de Fútbol Qatar 2022
Los golpes repetitivos de cabeza tienen un impacto negativo en la capacidad de aprendizaje.Juan Ignacio RoncoroniAgencia EFE

Llevamos años con la polémica: ¿cómo afectan los remates de cabeza a los jugadores de fútbol? La mayoría de los estudios concuerdan que la práctica de este tipo de remates puede traer consecuencias que van desde dolores de cabeza hasta la posibilidad de un derrame cerebral o derivar en encefalopatía traumática crónica, provocada por los golpes continuos, como le ocurrió a Scott Vermillion, jugador de la MLS. Y ahora aparecen nuevas evidencias: un vínculo entre este tipo de remates y un descenso en las capacidades cerebrales.

De acuerdo con un nuevo estudio presentado en la reunión anual de la Sociedad Radiológica de América del Norte (RSNA), existe una relación entre los remates de cabeza en el fútbol y una disminución mensurable en la microestructura y función del cerebro durante un período de dos años.

"Existe una enorme preocupación mundial por las lesiones cerebrales en general y por la posibilidad de que los cabezazos en el fútbol causen efectos cerebrales adversos a largo plazo – explica el líder del estudio Michael L. Lipton -. Una gran parte de esta preocupación se relaciona con la posibilidad de que los cambios en la edad adulta joven confieran riesgo de neurodegeneración y demencia en el futuro".

Si bien investigaciones anteriores han examinado los efectos adversos en el cerebro relacionados con el cabeceo en el fútbol en un solo momento, este nuevo estudio analizó los cambios cerebrales a lo largo de un periodo de dos años. El estudio incluyó a 148 jugadores de fútbol aficionados (edad media 27 años, 26% mujeres). El equipo de Lipton desarrolló un cuestionario especializado para que los jugadores determinaran con qué frecuencia golpeaban el balón de fútbol con la cabeza.

"Cuando comenzamos, no existía ningún método para evaluar la cantidad de impactos en la cabeza que experimentaba un jugador – añade Lipton -. Por ello desarrollamos un cuestionario epidemiológico estructurado que ha sido validado en múltiples estudios".

El cuestionario consta de una serie de preguntas sobre con qué frecuencia un individuo juega, practica y cabecea el balón, y en qué tipo de situaciones. La exposición a este tipo de golpes, a lo largo de los dos años, se clasificó como baja, moderada o alta dependiendo de la frecuencia. Al mismo tiempo se evaluó el aprendizaje verbal y la memoria de los jugadores y se les realizó imágenes con tensor de difusión (DTI), una técnica de resonancia magnética, en el momento de la inscripción y dos años después. Este método caracteriza la microestructura del cerebro siguiendo el movimiento microscópico de las moléculas de agua a través del tejido.

En comparación con los resultados de la prueba inicial, el grupo de mayor frecuencia (más de 1.500 remates de cabeza en dos años) demostró un aumento de la difusividad en las regiones frontales de la materia blanca y una disminución del índice de dispersión de la orientación (una medida de la organización cerebral) en ciertas regiones del cerebro después dos años de exposición al título. El análisis se ajustó por variables que incluyen edad, sexo, educación e historial de conmociones cerebrales.

"Nuestro análisis encontró que los altos niveles de cabeceo durante el período de dos años se asociaron con cambios en la microestructura cerebral similares a los hallazgos observados en lesiones cerebrales traumáticas leves – confirma Lipton -. Los niveles altos de cabeceo también se asociaron con una disminución en el rendimiento del aprendizaje verbal. Este es el primer estudio que muestra un cambio en la estructura cerebral a largo plazo relacionado con impactos en la cabeza sin conmoción cerebral en el fútbol”.

A estos resultados, el equipo de Lipton le suma los que produjeron un segundo estudio en el que también utilizaron la técnica de DTI, pero esta vez para investigar la asociación entre los impactos repetitivos en la cabeza y el rendimiento del aprendizaje verbal. En este caso se analizaron los remates de cabeza durante 12 meses antes de la DTI y las pruebas de rendimiento del aprendizaje verbal en 353 jugadores de fútbol aficionados (de 18 a 53 años, 27 % mujeres). A diferencia de investigaciones anteriores, que se centraron en regiones profundas de la materia blanca, este estudio empleó una nueva técnica, utilizando parámetros DTI para evaluar la integridad de la interfaz entre la materia gris y blanca del cerebro más cercana al cráneo.

"Es importante destacar que nuestro nuevo enfoque aborda una región del cerebro que es susceptible a sufrir lesiones, pero que ha sido descuidada debido a las limitaciones de los métodos existentes – apunta Lipton -. La aplicación de esta técnica tiene el potencial de revelar el alcance de la lesión por cabeceo repetitivo, pero también por conmoción cerebral y lesión cerebral traumática en un grado que antes no era posible".

Los resultados mostraron que la normalmente nítida interfaz entre la materia gris y la materia blanca se debilitaba en proporción a la alta exposición repetitiva a impactos en la cabeza.

"Utilizamos DTI para evaluar la nitidez de la transición de la materia gris a la materia blanca – concluye Lipton-. En diversos trastornos cerebrales, lo que normalmente es una clara distinción entre estos dos tejidos cerebrales se convierte en una transición más gradual o más borrosa. Estos hallazgos se suman a la conversación y al polémico debate en curso sobre si cabecear en el fútbol es benigno o confiere un riesgo significativo".