Comunidad Valenciana

Mayor afluencia pero sin aglomeraciones en la reapertura de los centros comerciales

Las secciones o centros de bricolaje concentran mayor número de compradores

La Comunitat Valenciana estrena íntegramente su pase a la fase 2 de la desescalada del estado de alarma
La Comunitat Valenciana estrena íntegramente su pase a la fase 2 de la desescalada del estado de alarmaKai FörsterlingAgencia EFE

El pase a la Fase 2 ha supuesto la esperada reapertura de los centros comerciales. Los establecimientos de más de 400 metros han abierto esta mañana sus puertas entre la satisfacción de los empleados recontratados (más de 14.000 en la Comunitat) y el alivio de los compradores que sienten como, poco a poco, las cosas retornan a la normalidad, aunque sea la nueva normalidad.

A las diez de la mañana, El Corte Inglés abría sus puertas y las personas que aguardaban en la puerta desde minutos antes eran recibidos con aplausos por los empleados de la cadena española reunidos en las entradas principales. Aplausos compartidos, recíprocos, y algún beso lanzado al aire tras el tamiz de la mascarilla marcaron los emocionantes primeros minutos de la desescalada comercial. Tras esta bienvenida a los tempraneros, la entrada era como la de un día cualquiera, eso sí, con puertas diferenciadas de entrada y de salida que encaminan también a pasillos separados, al menos en los accesos. Una amable señorita invita, si se quiere, a ponerse alcohol en las manos. No todos lo hacen. No hay guantes.

Ha habido más gente que en una mañana normal de un día laborable, pero no se han formado aglomeraciones. Los pasillos son ahora más anchos, hay mas espacio y la distribución de los expositores trata de evitar la concentración de los clientes. La buena voluntad y la ciudadanía hace el resto. En la mañana de hoy El Corte Inglés ha sido visitado principalmente por mujeres de edad media y un poco más, con aspecto de amas de casa. La distribución por secciones era variada y los dependientes tomaban nota de los aforos en franjas horarias. En el edificio de Pintor Sorolla, la zona de bricolaje acogía una densidad quizá mayor, mientras que la planta de decoración y muebles estaba casi vacía. No así la sección de muebles de jardín donde varios matrimonios discutían sobre el mobiliario más adecuado de cara al estío en chalets, urbanizaciones... o balcones bien aprovechados.

El Saler

Algo más concurrido ha estado esta mañana el Carrefour de El Saler, en Valencia, donde sí era obligatorio el uso de guantes y de alcohol. Los pasillos no se han ensanchado tanto como en El Corte Ingles, si bien en el pasillo central hay zonas más amplias y también recuadros donde aparcar el carro mientras buscan la compra en los lineales, para evitar también aglomeraciones. Al igual que en el centro comercial de Pintor Sorolla, las pegatinas en el suelo invitan a mantener el distanciamiento social y recuerdan las medidas de seguridad que implementan para que el entorno sea seguro. Una de las pérdidas de la nueva normalidad ha sido las degustaciones. Ya no las hay. Ni las de sushi que gentilmente ofrecían desde hace muchos tiempo y a diario en el pasillo central.

El aforo de Carrefour El Saler es de 1.003 personas un cifra a la que ni siquiera se han aproximado esta mañana. Una chica joven, con un contador en mano, controla las entradas y salidas. En la última media hora, hacia las doce, han entrado 121 personas.

La presencia en el centro comercial que acoge en su interior a Carrefour también era dispar. La planta de acceso al hipermercado era sin duda la más concurrida y en ella casi todos los locales estaban abiertos. Las obras de renovación integral del centro también distorsionaba un poco la imagen de afluencia: los techos están desmontados, falta luz y en algunas zonas el suelo es de hormigón a la espera de las baldosas. Nos cuenta un hombre que sale y cierra una zapatería que él no abrirá hasta la semana que viene, pero no por la pandemia, sino porque ha tenido una fuga de agua que le ha hecho mucho daño en el local.

Las tiendas de ropa, con atrayentes descuentos, no acaban de despegar.

Los establecimientos de restauración están todos cerrados y de ese modo, la planta alta, desierta y en obras. La planta baja, también en obras, está a media entrada con locales abiertos (los más grandes) y otros cerrados. Han desaparecidos los expositores que antes había en mitad de los pasillo y que ofertaban dulces marroquíes y caratulas de móviles. Una dependienta de ésta última comprueba que las lonas que cierran su expositor estén bien aseguradas: “no sabemos cuando vamos a volver, además, con las obras nos cambian de sitio. Yo estoy preparada para volver cuando quiera, pero creo que hasta la Fase 3, nada de nada”, afirma resignada.

La Ciudad de la Justicia, a su lado, está medio vacía. Los plazos no cuentan aún, y solo se admiten visitas prefijadas con citación judicial. Lo que hace que toda la población que luego se pasa por el centro comercial, ahora no esté.

Leroy Merlin

La mejor desescalada o al menos la más concurrida la están haciendo los centros de bricolaje. Como dice un dependiente: “nosotros somos la farmacia para los hogares”, y con tres meses de cierre, seguro que hacen falta muchos mimos y algunos arreglos.

El Leroy Merlín de Massanassa tiene una nutrida concurrencia, si bien la eficiente disposición de varias mesas para servirse alcohol y guantes hace que las colas no lleguen al minuto esta mañana. Se supone que esperan concurrencias mayores porque han dotado la primera fila de aparcamientos exterior con pequeñas carpas en fila para guarecer a la sombra al sufrido comprador. La salida y la entrada también está diferenciada. Funcionan la mayoría de las cajas, lo cual alivia mucho las colas y evita acercamiento social. Aunque la distribución de compradores puebla toda la tienda, se ve más gente en la sección de pinturas. Los compradores pretenden quizá, cambiar el aspecto de los techos que se han cansado de mirar durante tres meses.