Opinión
Elijo cintura y sonrisa
La dana -el acrónimo, por desgracia también, ha dado paso al nombre común- da su auténtico valor, el literal, a la expresión bajar al barro; me carga, la verdad
Alicante ha hecho los deberes y los ciudadanos, personas que, hay que recordarlo una y otra vez, eligen a los políticos cada cuatro años en las urnas, pueden respirar; hay acuerdo entre partidos políticos, PP y Vox para ser exactos, para que, al igual que si se tratara de la economía del propio hogar, ese gran hogar que es Alicante tenga presupuesto en 2025. Hasta ahí todo bien si se obvia, claro está, el tira y afloja constante entre ambos partidos en 2024 y sus desacuerdos constantes y sonantes en público y en privado. Parece que la política, por desgracia, es sinónimo de tono bronco hoy en día.
Demasiado ruido para ir a morir a un final de película feliz, léase habemus pacto. Y mientras, la dana -el acrónimo, por desgracia también, ha dado paso al nombre común- da su auténtico valor, el literal, a la expresión bajar al barro. Me carga, la verdad, y más en tiempos en que el «no me da la vida» es la frase escudo para que, entre el común de los mortales, salten por los aires la educación, la empatía o el respeto. Y se baja al barro cada dos por tres.
Y a mí que me encanta el «modo tripi» -la realidad es demasiado cruel para mirarla de frente-, me da pereza ponerme los guantes de boxeo. Lo malo es que la crispación campa a sus anchas y no solo entre la clase política. Se da en otros foros de la vida cotidiana e incluso traspasa ese muro invisible que hay entre las personas que dan una rueda de prensa y los periodistas. Y hay pique, y no siempre sano, ya no entre políticos y periodistas, sino también entre los propios compañeros de profesión. Quizá tener mano izquierda y sortear los desacuerdos con cintura convierta este mundo en un lugar un poquito más habitable.
Pues eso, que elijo cintura. Y entre risa o sonrisa, elijo risa. Y conciliar y llegar a pactos sin codazos ni broncas, si puede ser.
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