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Historia

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Auschwitz, contra “El niño con el pijama de rayas”

Fotograma de "El niño con el pijama de rayas", basada en el libro de John Boyne
Fotograma de "El niño con el pijama de rayas", basada en el libro de John Boynelarazon

Han pasado 80 años desde que el horror abandonó los campos de la muerte de Auschwitz. Y la herida, por mucho tiempo que medie, sigue abierta. El espanto es imborrable. Para quienes lo padecieron en carne propia, marcado en la piel con un número largo, la pesadilla está ahí y seguirá estando. Cierto es que siempre que se menciona el Holocausto las alarmas saltan. En esta ocasión ha sido un escritor quien a través de Twitter ha encendido la mecha.

John Boyne, que se convirtió en un «best seller», primero, y un «long seller», después, se ha quejado de que proliferan quizá en demasía, como si de una epidemia se tratara, los libros que llevan aparejado el apellido «de Auschwitz»: la bailarina, el tatuador, el farmacéutico, los barracones..., dando a entender que todo aquel texto que lleve como coletilla al campo vende, que se está creando un género tomando este argumento como pretexto y que al editarse casi de manera continua no hay lugar entre sus páginas para la reflexión. Terrible.

La respuesta del Memorial Auschwitz/Birkenau no se ha hecho esperar. No han gastado palabras, sencillamente recomiendan a todo aquel interesado en el conocimiento o la enseñanza de lo que fue el Holocausto que no lea «El niño con el pijama de rayas», salido de la mano de Boyne en 2007 y que ha tenido un millonario éxito de ventas, con lo que la polémica ha estallado en las redes sociales, que es como decir que ya inunda el planeta entero. Los usuarios han arremetido con el Memorial y salido en defensa del escritor.

Desde la institución sencillamente se llama la atención de aquellos que creen que los hechos que Boyne narra que ocurrieron «son en realidad ficticios», lo mismo que la película que se estrenó en 2008 aprovechando el éxito del libro. «Los personajes son demasiado estereotipados y un suceso como el que cuenta jamás hubiera podido suceder así», puntualizan sobre el «best seller». Y alertan, al mismo tiempo, de imprecisiones en otros libros que tratan el tema y que han sido denunciadas ya para que se enmienden.

Y es precisamente sobre esa posible confusión entre la realidad y la ficción de un libro en la que insisten desde el Memorial: la Historia, tremenda, durísima, implacable, es la que es. Los barracones de la muerte muy poco o absolutamente nada tienen que ver con un fotograma de una película en la que un crío rapado mira a cámara con los ojos de la tristeza. A su lado nos vienen a la memoria las atrocidades que un día fueron reales y que miles, cientos de miles de niños sufrieron.

Las ratas, las humedades, los experimentos de Mengele, el hambre, los kilos que se perdían junto a los cuerpos que se caían a pedazos. Aquellos ojos no aguantan un plano, quizá porque el sufrimiento que soportaban en aquellas fotografías que tan bien han retrato la vergüenza es imposible que una cámara lo pueda recoger. Frente a la avalancha de críticas recibidas el escritor ha escrito en Twitter: «Gritar como chacales en vez de hablar como humanos no es útil».