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Joan Matabosch: “El ''no me toques'' seguro que no llegará a la ópera”

El director artístico del Teatro Real habla del contacto físico en la lírica y adelanta que «La Traviata», prevista para el mes de mayo, se podría desplazar a julio

Joan Matabosch señala que de esta pandemia "vamos a aprender, queramos o no, que somos más frágiles de lo que nos creemos"
Joan Matabosch señala que de esta pandemia "vamos a aprender, queramos o no, que somos más frágiles de lo que nos creemos"Connie G. SantosLA RAZON

Torrencial aun en tiempos de confinamiento. Con reuniones por videoconferencia y gestiones por teléfono y mail «para ultimar la temporada 2020-2021 y reestructurar temporadas futuras para reubicar los proyectos que se han tenido que caer. Y con más tiempo que antes para leer, escuchar música, ver películas y series». Así pasa este periodo de confinamiento Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real. ¿Qué vamos a aprender de este tiempo? «Queramos o no, que somos más frágiles de lo que nos creemos.

–La ópera es uno de los espectáculos al que más puede afectar la pandemia, pues es un espectáculo total. ¿Cómo puede cambiar la manera de representar?

–Las normas para interaccionar social y profesionalmente con otras personas deben ser muy estrictas en estos momentos, pero todo se estabilizará y normalizará en el futuro. Quizá habrá un período de transición pero no me imagino que se vaya a ensayar o representar de manera diferente cuando todo haya pasado.

–¿Habrá que disminuir el aforo del patio de butacas dejando filas vacías o butacas libres?

–Esta es una medida que tienen que analizar, valorar y decidir las autoridades sanitarias, y políticas. A mi, personalmente, me gustaría que los teatros se abrieran junto a las tiendas, pero con el condicionante de un máximo de aforo durante unos meses. Pero yo no pinto nada en esta discusión porque lo que hace falta no es una opinión de un representante de una institución, sino la opinión de una autoridad política convenientemente asesorada por las autoridades médicas y científicas.

–¿Va a llegar el «no me toques» a la ópera?

–Seguro que no va a llegar.

–En la ópera hay un permanente contacto físico. ¿Esto se va a «matizar», suprimir, a adecuar al momento?

–Hay contacto físico en cualquier actividad escénica o musical, desde el teatro a la danza o la música. Sencillamente, en cuanto se pueda vamos a adaptar la actividad a las instrucciones de las autoridades sanitarias, que previsiblemente serán más estrictas al inicio y progresivamente más enfocadas a restaurar la normalidad.

–¿Qué títulos seguirán en pie la temporada presente? Podremos ver alguna de las representaciones de «La Traviata», cuyo estreno estaba previsto para mayo, el recital de Joyce Di Donato o las representaciones de «Iris»?

–Qué más querría que poder contestarle. Por el momento hemos tenido que aplazar «Achille in Sciro» de Corselli y «Lear» de Reimann. Está en fase de estudio si se puede reestructurar el planning de ensayos de «La pasajera» para lograr mantenerla dependiendo de las instrucciones sanitarias; y también «Iris», y las actuaciones de Joyce DiDonato y Philippe Jaroussky, que seguramente se celebrarán la próxima temporada; y quizá «La Traviata» en julio. Vamos adaptando las cancelaciones de proyectos a las instrucciones de las autoridades.

–¿Cómo le va a afectar a la próxima temporada, la 20/21 que ya tenía que haberse presentado? ¿Se encajará en ella alguno de los títulos que no se van a poder representar?

–Desde luego que va a afectar, pero estamos trabajando para que no desvirtúe en nada la excelencia del producto. Vamos a encajar todos los proyectos que no se han podido llevar a cabo en temporadas futuras, pero nunca antes de dos o tres años. Es imposible antes porque nuestra programación ya está cerrada y, sobre todo, porque no están libres los artistas que necesitamos, que son los que teníamos esta temporada y con los que lógicamente tenemos que contar cuando se vuelvan a programar las óperas.

–¿Podrá el «streaming» matar a la estrella de la ópera?

–Si no hay representaciones en directo no va a haber productos para hacer “streaming”. Es un debate absurdo. Para lo que sirven los “streaming” y las políticas audiovisuales inteligentes es para incrementar el consumo de ópera y de cultura, y para que el sentido de la existencia de una institución como el Teatro Real no se limite al público que asiste a sus espectáculos, sino que se extienda a toda la población porque es un poderoso agente de difusión de cultura, que es lo que debe ser un teatro. Por esto es una gran satisfacción el exitazo del Teatro Real en este ámbito. Sin duda, es uno de los teatros del mundo con una política audiovisual más ambiciosa, de más calidad, más social y con más prestigio y reconocimiento. Es una satisfacción que los International Opera Awards hayan nominado la grabación del Teatro Real de “Street Scene” de Kurt Weill entre los mejores productos audiovisuales del año pasado.

–El Teatro Real estará en contacto con otros coliseos internacionales. ¿Se ha pensado en tomar alguna medida conjunta?

–Desde luego que estamos en contacto con otros teatros para coordinarnos y establecer criterios para responder colectivamente a la complejísima situación que estamos viviendo. Lo que sucede es que las realidades de los teatros son muy diferentes. El efecto de las cancelaciones es mucho menos dañino en los teatros que tienen mayores porcentajes de subvenciones públicas. En toda Europa las subvenciones oscilan entre el 50 y el 85 % del presupuesto. El Teatro Real es el único con una subvención del 24 %. Es decir, por muy en contacto que estemos, los efectos de la situación no son comparables.

–¿Se han estimado las pérdidas por la pandemia?

–Para realizar ese cálculo hace falta conocer antes hasta cuándo se va a interrumpir la actividad. Desde luego, para un teatro cuyos ingresos propios son del 76% cada semana de interrupción de actividad conlleva pérdidas.

-¿Qué le pediría al ministro de Cultura con respecto al sector y concretamente con respecto a la ópera?

-Creo que la única solución posible es dar a los teatros un tiempo razonable, de más de una década, para ir reabsorbiendo la deuda que va a provocar la situación. Esto creo que tiene solución si la solución se contempla como un ejercicio progresivo de gestión inteligente a medio/largo plazo bajo la premisa de no desfigurar el producto y, al mismo tiempo, reducir progresivamente la deuda.