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¿Se debe fumigar la Alhambra antes de que abra de nuevo al público?

El director general de Bellas Artes nos da la respuesta ante las medidas de desinfección acometidas en otros países por la pandemia
EFELa Razón

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El patrimonio cultural no ha quedado exento de los efectos de la pandemia. En este momento todos los sitios arqueológicos, monumentos, museos y colecciones están cerrados al público y un 85% de los que están gestionados por fundaciones o son públicos en gestión delegada total o parcial presentaron ERTEs para el personal de atención al público y actividades educativas, culturales y turísticas. Sin embargo, se trabaja literalmente a destajo desde los departamentos correspondientes. Es lo que comenta el director general de Bellas Artes, Román Fernández-Baca, que prevé que trabajar desde casa se va a convertir «en una entrada natural para el teletrabajo». Pero eso ya es otro tema.
Hace unos días alertaron desde su departamento de determinadas prácticas como fumigaciones en centros históricos, monumentos y sitios arqueológicos que se estaban realizando con productos de desinfección cuyos efectos son nocivos para el patrimonio. Eran imágenes que les habían llegado de diferentes partes del mundo, algunas de ellas muy llamativas, como una en la que se ve a un hombre vestido con un mono blanco fumigando en el exterior de Petra, en Jordania.
«Hemos recibido una información que nos ha alertado, de ahí que nos hayamos puesto en movimiento y enviado a su vez un informe al ICOM. Decidimos al ver ciertas fotografías elaborar una primera nota pero era necesario ir un paso más allá», señala Hernández-Baca. Era necesario avisar del riesgo que entrañan determinadas prácticas y poner en marcha una serie de recomendaciones por parte de la Dirección General de Bellas Artes y del Instituto de Patrimonio Cultural de España con el objetivo de orientar a las diferentes administraciones públicas. Ya lo tienen las Comunidades Autónomas y también organismos internacionales encargados de velar por el patrimonio mundial, como el Consejo de Europa, la Unesco, o el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios.
La química del cloro
En esta nota se dice lo siguiente: «Insistiendo en que, en situaciones como las actuales y como no puede ser de otro modo, la prioridad absoluta es la protección de la vida humana, es evidente que la mayor parte de estas prácticas de desinfección que ilustran las imágenes, utilizan compuestos como el etanol o el peróxido de hidrógeno, pero, sobre todo, productos derivados de la química del cloro. Estos productos pueden ocasionar graves efectos dañinos en el patrimonio cultural, ya que la mayor parte de los materiales constitutivos de los bienes culturales, desde el material pétreo hasta el textil, son sensibles a estos agentes clorados, fuertemente oxidantes y con gran capacidad para alterar los colores y destruir pigmentos, pátinas o capas de protección de todo tipo», a lo que se añaden las consecuencias nocivas para salud y el medio ambiente».
El responsable de Bellas Artes comenta que no pudieron cruzarse de brazos y que se alarmaron ante la visión de algunas imágenes. «El trabajo es inmenso, laborioso y delicado. Es natural que si no se está haciendo bien por desconocimiento se cambie inmediatamente», asegura. ¿En España se está realizando alguna desinfección que pueda resultar dañina? «No, aquí no se está haciendo. Además, contamos con un dato a favor. Los grandes edificios, como el Museo del Prado o los de Patrimonio Nacional, se cerraron desde el primer momento, lo que nos permite saber que dentro no hay infecciones ni virus en el ambiente, es decir, que en el campo de los bienes muebles estamos tranquilos. Llevan un mes largo cerrados y es un aval», añade. Si antes, y ese antes abarca apenas sesenta días, estaba «penalizado» tocar en un centro artístico, hoy es impensable. «Todo aquello en lo que el hombre haya puesto una mano ha de desinfectarse». Esa es la máxima. La pregunta es cómo hay que hacerlo.
No es lo mismo una superficie que otra y así nos lo plantea Hernández-Baca: «Una piedra no puede ni debe desinfectarse de la misma manera que un tejido, una policromía o una fachada gótica. Es necesario evitar el impacto de productos corrosivos que puedan afectar de manera inevitable y dañar para siempre superficies porosas, por ejemplo. Y que también puede afectar al ser humano». Y, por encima de todo, como aseguran desde el Ministerio de Cultura, «no debemos olvidar que el patrimonio cultural es un bien no renovable, y por lo tanto cada acción que pueda afectar a su estado de conservación debe ser adecuadamente conocida, valorada y documentada» por expertos en la materia. «Hemos visto imágenes que nos han alarmado, de limpieza en algunas iglesias italianas, realizadas directamente sobre el yeso o la madera, incluso sobre tallas, que deberían contar con todas las garantías», apostilla.
¿Cuáles son los productos prohibidos? Aquellos que sean «corrosivos y que, además, generan residuos dañinos, como la lejía, el amoniaco y los detergentes están totalmente contraindicados en conjuntos monumentales, edificios históricos, yacimientos arqueológicos, objetos...», por el contrario sí se podrían utilizar, siempre bajo supervisión de las autoridades sanitarias soluciones hidroalcohólicas diluidas o jabones neutros, aplicados siempre con presión controlada y bajo el asesoramiento de un técnico en conservación de bienes culturales.
¿Se puede frotar directamente sobre un bien cultural? La respuesta es clara: «Se desaconseja radicalmente utilizar cualquier tipo de desinfectante o biocida, es decir, aquella sustancia química que se emplea para eliminar organismo vivos o evitar su desarrollo, y mucho menos el frotado», sin la supervisión de un técnico especializado en la materia. Por otra parte, dentro de los espacios que albergan bienes culturales se limpiarán «suelos, puertas o manillares (siempre que carezcan de valor histórico o artístico) con las soluciones desinfectantes comunes propuestas por las autoridades sanitarias aunque preferentemente se empleará el etanol disuelto al 70%», según se recoge en el informe «Recomendaciones sobre procedimientos de desinfección en bienes culturales con motivo de la crisis por COVID-19», realizado por el Instituto de Patrimonio Cultural de España.
Rigor y respeto absolutos
¿Cabría fumigar la Alhambra? El monumento, un emblema de nuestro patrimonio, abrirá sus puertas en la fase 2 el 25 de mayo con las medidas sanitarias pertinentes y un tercio de su aforo. Antes de responder el director general de Bellas Artes habla de «tener todas las garantías» para acometer cualquier tipo de actuación desinfectante. «Es necesario que seamos extraordinariamente cautos. Estudiar los flujos, las visitas que han recibido los centros, en estos casos (llevan más de cuarenta días cerrados), o que van a recibir en un futuro. No es algo que se pueda decidir en un momento. Hay que repensarlo, trabajar con el máximo rigor y seriedad como país que posee un riquísimo patrimonio cultural que hemos de cuidar. Y, ante todo, trabajar con seguridad», responde. Lo que significa que nunca veremos una imagen como la tomada en Petra. No se va a fumigar la Alhambra, no. Además, por si existe alguna duda, el informe lo deja claro: «No se recomienda realizar fumigaciones o pulverizaciones generalizadas en espacios como salas de museo, archivos o iglesias. Debido al cierre de estas instituciones la existencia actualmente del virus en el ambiente de dichos espacios es poco probable».
También se aconseja limpiar las vitrinas que contengan bienes y que hayan podido ser tocadas por los visitantes, así como ventilar debidamente las estancias para evitar la proliferación de compuestos orgánicos volátiles y hacerlo siempre protegidos con guantes y mascarilla.
¿Cómo se procede ante los bienes culturales en espacio públicos, léase una calle o un parque? Se evitará rociar de manera directa los objetos o edificios de valor histórico-artístico. En el entorno directo de los bienes culturales (a menos de 1 metro de distancia, como aceras próximas o zócalos de edificios) se utilizará preferiblemente una disolución de etanol disuelto al 70% en agua proyectada a baja presión. Y sobre todo, y ahora se subraya más que nunca, no tocar.
Mucho cuidado con molestar al faraón
Un grupo de seis limpiadores con mascarillas y equipos de protección y fumigación desinfectaron hace tres semanas el entorno de las pirámides de Keops, Kefren y Micerino y regalaron una imagen que ya ha pasado a la Historia (en la imagen). El fumigado se acometió en los accesos a los monumentos, las taquillas, los arcos de seguridad y los caminos que circundan las tres construcciones colosales y la esfinge, «siempre con material específico y restauradores especializados. Además, la desinfección se ha realizado por el exterior de las rutas turísticas, los caminos, edificios e instalaciones administrativas solamente», aunque las paredes de los templos de Karnak y Abu Simbel, y los complejos hoteleros de medio país, ya han sido desinfectados, según ha advertido el Gobierno egipcio.