Estas son las diez películas clave contra el racismo
El asesinato de George Floyd ha reabierto el sangrante debate sobre la discriminación racial en el país de Donald Trump. Analizamos algunas de las mejores cintas que han tratado esta lacra en el cine para entender la base de un problema que sigue siendo histórico
Creada:
Última actualización:
Durante los más de ocho minutos en los que el pasado 25 de mayo el cuerpo de George Floyd fue reducido y aplastado contra el asfalto de una de las calles de Powderhorn, en Minneapolis, mientras el agente de policía Dereck Chauvin se arrodillaba sobre su cuello y contemplaba su progresiva agonía hasta causarle la muerte, el mundo se replegaba, una vez más, sobre sí mismo. El episodio podría haber pasado a formar parte de la abultada lista de abusos policiales que se producen anualmente en diferentes partes del globo sin más importancia que la evidente si no fuera porque el ejecutor de tan atroz asesinato era blanco, la víctima negra y el escenario, un lugar en el que su presidente, Donald Trump, simpatiza con la población a través de afirmaciones tan poco incendiarias como “cuando empiezan los saqueos, empiezan los disparos”.
Lejos de tratarse de un acontecimiento aislado, el caso de Floyd ha vuelto a reflejar las fatales consecuencias de una práctica de estigmatización y discriminación racial desarrollada con particular atención en el país de las armas, cuyo origen se viene extendiendo por los márgenes de su historia desde el surgimiento de las primeras plantaciones de algodón en los territorios de Alabama, Virginia o Mississippi y que en los últimos años ha visto modificada su forma, por el paso del tiempo y la inevitable adaptación a los códigos de la modernidad, pero no su fondo.
Sin duda, uno de los mejores catalizadores de esta raigambre racista ha sido y es el cine, que, gracias a su potencia visual y a su capacidad para contextualizar la proyección de los mensajes ha construido historias repletas de reivindicación social que continúan poniendo en evidencia las fallas de un sistema que desplaza a la población negra. Por la reciente actualización de este debate y con el objetivo de rescatar algunas piezas audiovisuales extraordinarias que pueden resultar de utilidad para ampliar el campo de conocimiento sobre el trasfondo cultural del asesinato de George Floyd, hemos seleccionado un total de diez películas entre las que se encuentran clásicos como “Matar a un ruiseñor”, proyectos más desconocidos como “Manderlay” o la singular e indispensable obra de D. W. Griffith, una exaltación, precisamente, de todo lo contrario. Huelga decir que hay más títulos a parte de los mencionados a continuación, pero estos son sin duda algunos de los más ilustrativos y especiales. Vamos a recordar de dónde viene el odio y qué se ha hecho para combatirlo.
1. “El nacimiento de una nación” (1915)
En ocasiones el cine puede llegar a convertirse en una poderosa y al tiempo peligrosa herramienta propagandística y esta película muda dirigida por el prolífico D. W. Griffith resulta un buen ejemplo de ello. Sirviéndose de una reconstrucción exageradamente exaltada del nacimiento de Estados Unidos en términos de nación, del blanqueo manifiesto del surgimiento del Ku Klux Klan, cuya labor es “imponer justicia” y de la representación estereotipada de los negros como libertinos, promiscuos y holgazanes, el director narra la historia de dos familias americanas enfrentadas. Al término de la proyección en una sala de Indiana, un hombre blanco tiroteó a un joven negro.
2. “Matar a un ruiseñor” (1962)
Cuando Tom Robinson es acusado de violar a una niña blanca en un pequeño pueblo de Alabama en la década de los años 30, Atticus Finch, el impecable y justo abogado interpretado por un luminoso Gregory Peck, se lanza de cabeza a la defensa del caso. Dirigida por Robert Mulligan, esta adaptación cinematográfica de la novela homónima de la escritora Harper Lee cuestiona de manera explícita los prejuicios raciales que dominaban de manera incisiva los estados del Sur en los que el color de piel era un indicativo de la potencial tendencia a la criminalidad. “Llorar por el infierno en que los hombres blancos hunden a los de color, sin pensar que también son personas”, dirá Finch en un momento dado.
3. “Adivina quién viene a cenar” (1967)
¿Se imaginan la cara que se les puede quedar a unos padres procedentes de una familia de clase alta de San Francisco cuando su hija les anuncia que va a casarse con un médico viudo de raza negra interpretado por Sidney Poitier? En efecto, el gesto inicial no termina de ser conforme del todo. Sin embargo, a diferencia del carácter de denuncia que se puede apreciar en la película de Mulligan, en esta propuesta de Stanley Kramer el rechazo social se refleja de una manera mucho más amable y armónica, podría decirse que edulcorada, ya que finalmente las barreras terminan derribándose y la felicidad se impone de manera orgánica a la discriminación racial.
4. “El color púrpura” (1986)
“¿Quién te has creído que eres tú? Tú no puedes maldecir a nadie. Mírate. Eres negra, eres pobre, eres fea, eres una mujer. Vamos, que no eres nada", espeta un Danny Glover tirano y abusador. "Cada golpe que me hayas dado lo sentirás en tu persona dos veces. Y será mejor que te calles. Soy pobre, soy negra, puede que fea y no sé guisar. Pero ¡estoy aquí!”, replica Celie. En esta emocionante escena de la cinta de Spielberg ambientada en una región del sur de EE.UU asistimos por primera vez en toda la trama a la rebelión explícita del explotado frente al explotador. Con tan solo 14 años Celie, comienza una vida de maltrato y supeditación al lado de un hombre muy violento que la explota.
5. “Arde Mississippi” (1988)
Las siete nominaciones al Oscar que obtuvo esta cinta de Alan Parker ejemplifican la valía de un monumental y devastador retrato del Ku Klux Klan que dista considerablemente de la laxa y defensora visión anterior de Griffith. A mediados de los sesenta, Mississippi era un laberíntico útero de racismo y violencia en donde el odio se reproducía y nacía casi a diario. Cuando dos agentes del FBI se ven inmersos en la búsqueda de tres activistas por los derechos civiles que han desaparecido del sureño pueblo de Jessup, se encuentran de frente con las consecuencias más dementes de ese odio irracional que está siendo alimentado por esta repulsiva organización de extrema derecha.
6. “American History X” (1998)
La escena en la que Derek, un neonazi de Los Ángeles a quien da vida Edward Norton, remata con una patada la cabeza de un afroamericano contra el filo de un bordillo es tal vez una de las más sobrecogedoras e impactantes de los últimos años y un ejemplo del poder de las imágenes. Como si se tratase de un fogonazo momentáneo, no es difícil volver al rostro asfixiado de George Floyd al pensar en la mencionada escena. En este trabajo de Tony Kaye se pone de manifiesto la necesidad de aceptación y búsqueda de pertenencia al grupo que invade la psicología de los jóvenes que se acaban dejando convencer por la abrumadora toxicidad del racismo y del nazismo. Pero la redención y reconversión de Derek tras su paso por la cárcel, transmite esa sensación profundamente humana del perdón a uno mismo sintetizada en aquello de “si bien la pasión puede tensar nuestros lazos de afecto, jamás debe romperlos”.
7. “Manderlay” (2005)
El nunca indiferente cineasta Lars Von Triers indagó, en una de las etapas de su carrera más sustanciosas como director, en las raíces históricas que han vertebrado la edificación del territorio norteamericano. A esta trilogía la denominó “Estados Unidos: tierra de oportunidades” y “Manderlay” constituye la segunda entrega del bloque. A través de una envolvente y enrarecida atmósfera, Von Trier perfila los particulares infiernos de una plantación de algodón situada en Alabama y el empeño incesante de Grace, una extraña forastera que se rebela contra la sinrazón de la discriminación que sufren sus habitantes cuyo propósito es instaurar un régimen democrático.
8. “Gran Torino” (2009)
La tendencia ideológica de un gigante del cine como Clint Eastwood es de sobra conocida. Orgulloso representante de un ala de pensamiento conservador y defensor de esa América que abraza el sentir patriótico con emoción y se agarra con gusto al rifle, el director de títulos como “Mystic River” y “Million Dollar Baby” construye en “Gran Torino” una entrañable historia de aceptación y convivencia con el diferente en la que un veterano jubilado con agrio carácter y ademanes racistas llamado Kowalski tiene que acostumbrarse a sus nuevos vecinos asiáticos. Subyace en todo momento el reflejo de la América profunda pero el mensaje de entendimiento resulta completamente esperanzador.
9. “Django desencadenado” (2013)
Si hay una licencia creativa a la que Tarantino se ha agarrado con fuerza, especialmente para la realización de sus últimos trabajos, es, sin duda, la libertad de hacer con la Historia lo que le da la real gana. Moldearla, cambiarla y enmascararla a su antojo con destreza divina. No existen reglas documentales en la producción cinematográfica y de la misma manera que puede matar a Hitler ametrallándole en una sala de cine, puede revertir el racismo de las plantaciones de algodón, disfrazar de trovador a un negro y convertirle en un hombre libre. En el momento en el que Django (Jamie Fox) y el Doctor Schultz llegan a Mississipi para sacar de la esclavitud a la mujer del primero, ambos comprobaran y sufrirán el racismo que impera en este lugar. Peleas de mandingos, rocambolescos negreros negros y destripamientos de esclavos en las fauces de unos perros incluidos, el cineasta apuesta por una arriesgada y efectiva reescritura del oscuro pasado de Estados Unidos. El sádico personaje del dueño de la plantación y terrateniente Candie, interpretado por un visceral Leonardo DiCaprio y la escena del cráneo y su demencial justificación de la predisposición a la servidumbre de los negros, merecen mención aparte. Muy edificante.
10. “12 años de esclavitud” (2013)
En esta película basada en hechos reales la piel racializada de los esclavos se convierte en el campo de batalla más simbólico y corpóreo de la desigualdad. El secuestro y posterior venta como esclavo del músico afroamericano Solomon Northup generaba tal cantidad de interés cultural a la hora de entender la senda histórica de la esclavitud en Estados Unidos, que Steve McQueen no pudo resistirse a dirigir la adaptación cinematográfica de su vida. A lo largo de esta dilatada y densa peripecia plagada de sufrimiento, abuso y dolor que le llevará hasta una plantación en Louisiana, se materializan los riesgos que lleva implícita la lucha por la libertad.