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Cierra la Marlborough: quien no exponía allí no era nadie

La sede en Nueva York de la consagrada galería echa el cierre tras vivir una serie de luchas internas y enfrentarse a la crisis ocasionada por la pandemia
Galeria de Arte MarlboroughLA RAZON

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En 1946 dos jóvenes que habían coincidido en ese espanto que se llama guerra y que había acabado con media Europa decidieron fundar un espacio dedicado al arte. El Cuerpo de Pioneros del Ejército Británico los había unido. En las familias de ambos, Frank Lloyd y Harry Fischer, existían inquietudes artísticas y un pasado como anticuarios y bibliófilos. Ambos, en tiempos de penuria, pusieron en marcha el negocio, dedicado a la exhibición de impresionistas, postimpresionistas y maestros modernos. La galería se levantaba en Bond Street, una arteria emblemática de Londres. La buena marcha del negocio hizo que se consolidara y extendiera sus brazos más allá del Viejo Continente. Había que probar suerte en Estados Unidos, y Nueva York era la ciudad elegida para abrir una sucursal. Fue en 1963 cuando se inauguró la sede de Manhattan. La lista de artistas resultaba abrumadora.
Los pinceles del expresionismo abstracto colgaron en sus paredes (aunque algunos problemas con los herederos de Rothko les pasaron factura) y el espacio de Nueva York fue, probablemente, el embrión de lo que años después serían las megagalerías capitaneadas por Larry Gagosian. Si no aparecías en la nómina de artistas de la Marlborough no eras nadie. O casi nadie en la ciudad de los rascacielos. Los tiempos de bonanza parece que han tocado a su fin y tras la convulsión de los últimos años, con unos planes de expansión que no se acaban de concretar, ha llegado la noticia del cierre del espacio.
Las luchas entre el propietario y la junta directiva, los malos entendidos, un golpe de estado artístico y la pandemia, que ha afectado directamente al responsable de la sala (se acusa a la junta de haber dado un golpe de mando cuando el veterano Pierre Levai, sobrino del fundador de la galería y actual líder de Marlborough, estaba debatiéndose entre la vida y la muerte en un hospital, víctima de la COVID-19) se han conjurado para echar el cierre. Los empleados, despedidos temporalmente en marzo, no podrán volver a sus puestos de trabajo en el 57 del Upper East Side y se perderá uno de los espacios más representativos para el arte en la ciudad que nunca duerme. Incluso se había hablado de abrir una tercera sala, pero ya no podrá ser. Las miradas ahora se dirigen a la sede de Londres, la matriz, y la pregunta es si será solamente cuestión de tiempo que permanezca abierta o si los ajustes de cuentas entre la dirección y la junta se podrían llevar por delante la sede Bond Street. Confiemos en que los rumores sean eso, simplemente rumores.