La nueva normalidad de Chema Martínez: «Sigo con la ilusión de que Hombres G me deje un minuto de gloria»
El atleta tenía previsto un ultra de 250 kilómetros, la Covid-19 lo ha impedido y ahora disfruta de las vacaciones mientras se recupera de una lesión de rodilla
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El atleta, que tenía previsto acudir a un ultra de 250 kilómetros en Costa Rica antes de la Covid-19, se recupera ahora de una lesión de rodilla. No pierde la sonrisa ni la espontaneidad en las respuestas. Dice estar «enfermo» y más cada día por el running a pesar de acumular 200.000 kilómetros en sus piernas. Con los años pierde la velocidad, pero el amor propio le mantiene intacto y sigue soñando a lo grande. Y si no lo creen, lean...
-¿Un atleta en pleno confinamiento es algo así como un animal enjaulado?
-En mi caso se me ha acentuado más la enfermedad. Ya sabía que no podía vivir sin correr, pero ahora es más grave.
-Y cuando le dan vía libre, se lesiona...
-Creo que ha sido fruto de las ansias. Cuando estaba en casa lo que me ayudaba a evadirme de todo lo que estaba pasando en el exterior era el deporte... Y puede que me haya pasado factura con esta lesión de rodilla.
-¿Cómo se lleva una nueva parada en boxes?
-Regular, no solo me afecta a mí, sino a la gente que está alrededor. Se nota la pérdida de energía.
-La familia tendrá ya un radar para captarle...
-Así es soy como los melones, con dos toquecitos se sabe cómo está por dentro. Daniela, mi hija, solo con verme ya sabe, mira a sus hermanos y dice «ojo, que está jorobado». Llevo 30 años viviendo de la misma manera y una lesión ahora da pereza por todo el proceso de recuperación y ver si eres capaz de volver a ponerte de nuevo a tope.
-¿En qué anda metido?
-Pues sigo en la revista Runner’s, colaborando con el programa de La Cope y he aprovechado este tiempo de encierro para acabar mi quinto libro con el que estoy muy ilusionado.
-De un tipo optimista como usted, ¿qué ha sido lo mejor de esta etapa?
-Ver que mi hijo, Nico, ha pasado de ser un niño a un adolescente. Paula de adolescente a mujer y Daniela de niña a preadolescente. En otro momento de la vida esto lo hubiera vivido de puntillas y ahora me siento agradecido por haberlo disfrutado.
-¿A qué es adicto?
-Al café, a la fruta y a los mimos de mis hijos.
-¿Qué tal se maneja entre fogones?
-Me encantaría decir que me manejo estupendamente, pero tengo tres o cuatro platos, que son pasta en sus múltiples variantes. Eso sí soy un artista pelando fruta. Más que entre fogones me manejo entre cuchillos.
-Su plato estrella viene a ser un barreño de fruta.
-Lo que para la gente normal son una o dos piezas de fruta para mí son dos barreños. Soy un artista partiendo un melón o una sandía en nada de tiempo. Eso sí, tardo menos aun en comérmelo.
-Cambió hacer un ultra en Costa Rica por quedarse en casa. ¿Vuelve a tener la meta fijada?
-Sí, no sabemos con qué seguridad, pero el objetivo está fijado. Me pilla seis meses más mayor.
-¿Ya cada mes cuenta?
-Casi sí, empiezo a plantearme cuánto tiempo voy a poder seguir siendo competitivo. Ojalá con 60 años lo siga siendo, pero no lo creo. Suena a frase hecha, pero en mi caso es una realidad, yo compito para ganar y estoy limitado por la edad. Llegará un momento en el que mi cuerpo diga: «hasta aquí» y el tiempo no juega a mi favor.
-¿Qué le diría a los políticos?
-Que se pusieran las pilas. Me los llevaría a todos a correr conmigo 10 km, no mucho más. Que se dijeran todas las cosas que se tuvieran que decir a la cara y que se pusieran a trabajar en lo común y lo importante, en los ciudadanos y todos los problemas que nos acechan que son unos cuantos.
-¿A quién aplaude?
-A toda esa parte de la sociedad que ha sido modélica y no era fácil. A toda la gente que ha estado a la altura y, por supuesto, a los sanitarios, que no tenemos días para agradecer lo que han hecho por nosotros.
-¿Cuáles son sus vacaciones de ensueño?
-Sueño con ese ultra en Costa Rica, perdido en la jungla y con el miedo y la ansiedad de poder encontrarme con un bicho en cualquier momento. Si me pudiera teletransportar no lo dudaría ni un momento.
-¿Su última borrachera?
-Hace muchos años... Más de dos décadas.
-Eso ha prescrito.
-Tiene más mérito ¿no? Aguantar sin beber copas. Se puede ir de fiesta sin beber alcohol.
-Usted que es de cantar... ¿Qué canción se le viene a la cabeza?
-La última que me gusta mucho es «Let´s fall in love for the night» de Finneas. Es la última que he metido en mi lista y la comparto con Paula, mi hija.
-El día que podamos ir a un concierto... Saque entrada.
-Ya la tengo. Soy fan de Hombres G y amigo. Ya me ha llamado Rafa para recordarme que tocan en septiembre y allí estaré. Y sigo con la ilusión de que me dejen mi minuto de gloria y pueda destrozar una de sus canciones.
-¿Alguna debilidad?
-Cualquiera de ellas, menos una balada. Si subo al escenario es para darlo todo.
-¿Está pidiendo una oportunidad?
-Llevo unos cuantos años, pero no se fían de mí. Yo espero.