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El falso mito de los Bécquer contra los Borbones

Una biografía sobre el gran poeta sevillano aclara por fin el misterio sobre un controvertido álbum pornográfico, republicano y anticlerical que se ha seguido publicando como obra original de los hermanos Gustavo Adolfo y Valeriano
Gustavo Adolfo Bécquer
larazonFUNDACIÓN CAJASOL
  • Víctor Fernández está en LA RAZÓN desde que publicó su primer artículo en diciembre de 1999. Periodista cultural y otras cosas en forma de libro, como comisario de exposiciones o editor de Lorca, Dalí, Pla, Machado o Hernández.

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A Gustavo Adolfo Bécquer lo ha perseguido siempre la imagen estereotipada de ser el poeta que se preguntaba si volverían las oscuras golondrinas o que proclamaba que «poesía eres tú» después de clavar su pupila en la de una dama, el autor de algunas de las más famosas leyendas, textos que aparecen en el conjunto de las muchas ediciones que se han hecho de su obra completa. Sin embargo, existe unos versos que, aunque citados en numerosas ocasiones como de su mano, no suelen ser incluidos en los libros que reúnen el conjunto de sus trabajos. Es más, se dice que esos escritos fueron ilustrados por su hermano Valeriano y que son la más salvaje de las críticas que ha recibido la familia Borbón. Se trata del álbum conocido como «Los Borbones en pelota» editado en alguna ocasión casi de manera clandestina, pero siempre atribuido a Valeriano y Gustavo Adolfo. Pero, ¿fueron los Bécquer los autores de esas controvertidas páginas?
Derribar mitos
Cátedra acaba de publicar la que posiblemente sea la más completa de las biografías que se han escrito sobre el autor de «Cartas desde mi celda». En «Bécquer. Vida y época», Joan Estruch Tobella pone al día los estudios becquerianos y derriba algunos de los mitos que siguen persiguiendo al poeta. Estruch Tobella ha dedicado muchos años al autor sevillano y a él le debemos la que es ahora la más completa de las ediciones de su obra.
En la biografía que acaba de ver la luz hay un interesante capítulo centrado en «Los Borbones en pelota», un álbum formado por 107 láminas, muchas de ellas de carácter pornográfico y que hacían mofa de la vida privada de la reina Isabel II y su esposo Francisco de Asís Borbón. Allí el lector se encontraba una serie de escenas muy subidas de tono, con situaciones que iban de lo anticlerical a la crítica política más feroz, con la presencia de personajes como Juan Prim.
Las láminas fueron adquiridas por la Biblioteca Nacional en 1986 y cinco años después se publicaron en edición de Robert Pageard, Lee Fontanella y María Dolores Cabra. Como autores del volumen aparecían «Valeriano Bécquer, Gustavo Adolfo Bécquer, SEM». ¿SEM? Cuando los dos hermanos fallecieron en 1870, con unos pocos meses de separación, el periódico satírico republicano «Gil Blas» informó a sus lectores que los Bécquer habían participado en dicho diario «con dibujos que llevaban la firma SEM».
Así que para muchos, en 1991, los Bécquer pasaron a ser unos pornógrafos, los autores de una obra de propaganda revolucionaria, uno de esos panfletos que tenían como objetivo criticar a la corrupta monarquía de Isabel II. Como señala en su estudio Estruch Tobella, «Los Borbones en pelota» sigue otras publicaciones de ese tiempo, como «Los reyes en camisa» o «Los neos en calzoncillos», y que tuvieron una buena acogida por parte del público.
La citada necrológica en «Gil Blas» servía para identificar a los Bécquer como autores de «Los Borbones en pelota». El dato es importante, porque cuando se hace público que son ellos quienes se ocultan bajo la firma SEM ya «no podían defenderse y aclarar el asunto», como apunta en su libro el biógrafo de Gustavo Adolfo Bécquer. Pero hay un aspecto que hace insostenible la atribución. Entre las caricaturas existe una sátira del discurso que Isabel II pronunció con motivo de la inauguración de las sesiones de las cortes de 1866. «Gil Blas» no ocultaba su filiación republicana y anticlerical, en muchas ocasiones respaldada en jocosas ilustraciones de su principal dibujante, Francisco Ortego.
Por esas fechas, en enero de 1866, Gustavo Adolfo pasó a ser el director de la revista conservadora «El Museo Universal», que públicamente se hacía llamar apolítica. ¿Había un doble juego por parte del poeta? ¿Públicamente conservador y pornógrafo republicano y anticlerical con su hermano bajo seudónimo? No lo parece. Para el biógrafo, lo que resulta más evidente es señalar a Francisco Ortego como SEM.
¿Quién fue el responsable de lanzar semejante bulo que todavía persigue a Gustavo Adolfo y Valeriano? Si hubiera que señalar a alguien ese sería Manuel del Palacio, fundador de «Gil Blas» y buen amigo de los dos hermanos. Palacio había tenido un encontronazo con el poeta y dado un giro importante a su carrera. Protegido por Sagasta, empezó a recoger cargos públicos que lo habían llevado a tener una nueva vida, muy alejada de la época en la que escribía ingeniosas caricaturas y sonetos críticos, siempre desde un sentido anticlerical y absolutamente republicano. El autor que aplaudía la llegada de la república, una vez lograda la responsabilidad pública se había pasado a elogiar a Amadeo I como rey de España. Estruch Tobella no descarta que fuera uno de los autores de los ripios incluidos en «Los Borbones en pelota». ¿Qué mejor que utilizar la necrológica de los Bécquer en «Gil Blas» para desviar la atención y apuntar a otros? Según Manuel del Palacio aquella era una manera de eliminar huellas de su pasado que se le podían volver en contra si quería vivir de las prebendas de los organismos oficiales.
Hay un nuevo candidato en la participación de la célebre necrológica y que salía beneficiado desviando la atención hacia los Bécquer. Se trata de otro de los redactores de «Gil Blas»: Eusebio Blasco, quien sentía un nada oculto desprecio hacia el sevillano. De él diría en sus memorias que «era un hombre negro. Moreno hasta la exageración, sombrío hasta la grosería, soñando despierto, viviendo modestísimamente del sueldo de doce mil reales que su amigo González Bravo le dio como censor de los demás. (...) Hay pocos hombres que sepan sentir la democracia vestida de limpio, y Bécquer era uno de ellos».
Fundador de «Gil Blas», su caso es muy parecido al de Manuel del Palacio al llevar a cabo una evolución política que lo hizo derivar hacia el mismo conservadurismo que había rechazado un tiempo atrás. ¿Motivo? De nuevo el poder alcanzar un puesto oficial. En 1870, Nicolás María Rivero fue nombrado ministro de Gobernación y se llevó con él a Eusebio Blasco como secretario personal. Así que, ¿por qué no cargar la responsabilidad de «Los Borbones en pelota» en los Bécquer? Están muertos. Eso debieron pensar los dos sospechosos.
Hay una prueba más y que parece ser definitiva para aclarar uno de los mayores misterios de la literatura española del siglo XIX. La encontró en 1994 otro estudioso de Bécquer, Jesús Rubio, una lámina del álbum, la número 62 , y que está firmada por Ortego, no por Bécquer.
En 2012 se publicó la más reciente de las ediciones de «Los Borbones en pelota» con la incorporación de nuevas láminas y sin olvidar de asignar a los Bécquer su autoría. Una de las estampas está protagonizada por el general Prim, que aparece como un malabarista aguantando en sus pies a la reina Isabel y a su marido. Pero lo más llamativo es en un segundo plano cuatro trabucos que disparan contra Prim, una evidente alusión a su asesinato. Aquel célebre y misterioso atentado mortal en la madrileña calle del Turco tuvo lugar el 27 de diciembre de 1870. Valeriano Bécque murió el 23 de septiembre de ese año. Su hermano Gustavo Adolfo, el 22 de diciembre. Así que otros eran SEM.

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