Sección patrocinada por sección patrocinada
Teatro

Teatro

“Mil novecientos setenta sombreros”: Por amor al circo ★★★✩✩

Pepe Viyuela protagoniza "Mil novecientos setenta sombreros" en el Circo Price
Pepe Viyuela protagoniza "Mil novecientos setenta sombreros" en el Circo Price.Teatro Circo Price

Autores: Aránzazu Riosalido y Pepe Viyuela. Director: Hernán Gené. Intérpretes: Juanjo Cucalón, Jaime Figueroa, Hernán Gené, Marta Larralde, Miguel Uribe, Pepe Viyuela… Teatro Circo Price, Madrid. Hasta el 1 de noviembre.

Un homenaje sencillo, tierno y honesto al mundo del circo es lo que han hecho los coautores de “Mil novecientos setenta sombreros”, Aránzazu Riosalido y Pepe Viyuela, en este espectáculo dirigido por Hernán Gené en el que hay escenas, como la del sueño del payaso, francamente hermosas en su composición.

Viyuela, además, sirve de hilo conductor de la historia sobre el escenario, dando vida a ese payaso protagonista que quiere dejar su oficio porque, según él mismo asegura en la función, “hoy el circo no sirve para nada”. Un sucinto y cariñoso recorrido por la propia historia del Price, y por los retos y aspiraciones de sus artistas, podrá devolver la ilusión a este personaje cuya pesimista visión sobre el presente del circo viene a representar de manera muy acertada la opinión que puede tener hoy, por desgracia, una buena parte de la sociedad.

Las evocaciones a la trapecista Pinito del Oro, al faquir Daja Tarto, al escritor Ramón Gómez de la Serna –gran enamorado y defensor de este arte, interpretado aquí por Juanjo Cucalón– o al payaso Charlie Rivel –en una encarnación maravillosa del propio Viyuela– se alternan con números de diferentes artistas y disciplinas que no destacan tanto aquí por su complejidad o por su ejecución puramente técnica como por su importancia a la hora de crear conjuntamente una bonita y sugerente estampa de un arte que cifra todo su encanto en la emoción y en la imaginación, y que tendrá siempre por ello el romanticismo impreso en su esencia.

Lo mejor

Preciosa, y muy original, la escena del ventrílocuo junto al payaso dormido, ya casi al final.

Lo peor

La historia, ya de por sí poética, daba para haber elaborado un texto también más poético, más literario.