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Sergio Blanco, ingresado en el Hospital Puerta del Mar por “Covid-451”

El dramaturgo uruguayo lleva al escenario del Gran Teatro Falla una autoficción sobre su estancia en la planta del centro gaditano dentro de la programación del FIT

El creador Sergio Blanco durante los preparativos de "Covid-451"
El creador Sergio Blanco durante los preparativos de "Covid-451"Alfred MauveFIT de Cádiz

Durante el confinamiento, hubo una cosa que Sergio Blanco echó en falta por encima de todo. Encerrado en su piso de París junto a su pareja, el creador franco-uruguayo sentía la necesidad del otro más que nunca. Costumbrado al frenesí de las clases, de sus trabajos de investigación, de los ensayos, de los seminarios..., todo se detuvo y, entonces, “tuve un déficit grande y sentí la ausencia”, cuenta en el patio del ECCO de Cádiz un Blanco que no utilizó el encierro para trabajar “como un loco”, sino para cultivarse y leer, “mucho”. También para ayudar, como fuera, en un centro de refugiados. “Lo mismo cortaba fruta que cargaba cajas”.

Fue ahí, en esa ayuda, en la que se dio cuenta de la magnitud del momento. “Si la primera semana atendía exclusivamente a extranjeros, pronto empezaron a llegar los vecinos del barrio”, recuerda un autor que apenas estrenará en este 2020 una decena de los 37 trabajos programados. De esas sensaciones y de todo lo que fue viviendo durante meses surgió la necesidad de “trabajar con otros y contar sus historias”.

Así surgió “Covid-451”, un proyecto en el que el dramaturgo sube, esta tarde, al escenario del Gran Teatro Falla (dentro del Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz) a cinco trabajadores hospitalarios de la propia ciudad gaditana (ya hizo lo propio en Barcelona durante el Grec): médico, camillero, enfermera, auxiliar de limpieza y asistente social. Todos ellos han prestado, y siguen prestando, sus servicios en estos tiempos de pandemia. El texto inicial de Blanco se mezcló con las historias de cada uno de ellos para formar una autoficción en la que, reconoce, hay que ser “infiel” a la realidad. Ahí radica la esencia de un género que “se nutre de las experiencias concretas, pero que las cambia” sin reparos. “Cuanto más se cambia, más triunfa el montaje”, afirma.

De este modo, “Covid-451” cuenta la supuesta estancia de un personaje, el propio Sergio Blanco, en el Hospital Puerta del Mar durante tres semanas. Circunstancia que aprovecha el autor para “representar el contacto del paciente con los diferentes personajes y mostrar cómo cada uno de esos sectores vivió la pandemia”. En el centro de la trama la habitación 228, un lugar recurrente en la carrera de Blanco que ya ha aparecido en otras de sus funciones.

Los temas sanitarios solo son “excusas”, dice, para abordar todo lo demás. Así lo explica el uruguayo en su cátedra, donde intenta transmitir cómo “un tema se conecta con otro hasta formar una especie de red, de constelación que nos lleva a hablar del cuerpo, la soledad, el contagio, la muerte, la vida, los vínculos...”.

El otro número de la pieza es el de su título, el 451, un guiño al texto de Ray Bradbury: “Ese texto en el que los bomberos prenden fuego a los libros en vez de apagar el incendio. De esta novela me gusta que el autor pinta un mundo negro, demoledor, terrorífico, y, sin embargo, nunca pierda la esperanza. Eso hace que el texto de ciencia ficción dé un salto y pase a ser un clásico. Más allá de la negritud, hace entender que la oscuridad es una forma de luz que está viniendo hacia nosotros”, explica en consonancia con esa frase del libro que propone que “estamos yendo hacia la noche, pero también vendrá un sol después”. Blanco se aferra a esta sentencia para declararse “optimista” por naturaleza. “La humanidad siempre estuvo atravesada por pandemias y el propio cuerpo humano las pudo vencer”.

Es esa positividad la que hace al dramaturgo ver un “extraordinario” futuro para el teatro. “El XXI va a ser el siglo del teatro. Si en el pasado, en el XX, fue el tiempo del cine, ahora nos toca a nosotros. Fue el siglo de la imagen y de las grandes dictaduras: estalinismo, fascismo, franquismo, nazismo y también del ultraliberalismo de Hollywood. El cine es un sistema de sometimiento. Y en la actualidad ya no importa la imagen, sino la mirada y ahí, el arte por excelencia es el teatro", cierra Blanco.