Cuando el último golpe suena a jazz y a poesía
En «Gong, el sonido del último round», Luca Aquino pone música a las historias de seis grandes boxeadores de la historia
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Nicolino Locche colocaba los brazos a lo largo del cuerpo, como esos señores que van a ver el avance de las obras del Metro, y con un simple movimiento de cabeza esquivaba los golpes del adversario. Lo llamaban el intocable. Una mirada hipnótica, el cansancio del rival y un único derechazo certero hacían el resto para ganar el combate. Muchas veces los grandes mitos no los construyen los divos, sino los extravagantes. O, mejor dicho, los descerebrados. En el boxeo, el deporte y en la vida. El baile estoico del boxeador argentino, campeón del peso superligero, ahora suena a jazz. Su absurda técnica es la que inspira al trompetista italiano Luca Aquino.
«El jazz tiene mucho que ver con el boxeo. El público identifica de la misma manera un intercambio de golpes que la alternancia entre la batería y la trompeta. Hay ritmo, danza y lo que hacía Nicolino es mi definición de la música: saber esperar el momento para entrar con la nota exacta», cuenta Aquino al teléfono tras su último concierto. Forma parte del Roma Jazz Festival, que, Covid mediante, se celebra estos días en «streaming». La actuación lleva el nombre de «Gong, el sonido del último round», y consiste en ponerle música a las historias de seis grandes boxeadores de la historia.
«Tenemos la América que encontró él, nacido en el 42 en Louisville, Kentucky. Una América racista, violenta, con el ritmo del jazz, que es negro desde siempre y para siempre. Con el boxeo y las apuestas que divierten a los blancos», se escucha en el escenario. De fondo se proyectan imágenes de Muhammad Ali, el más grande, flotando en el ring. Y, en primer plano, la trompeta de Aquino y su banda desatan una tormenta que se clava en el mentón. Ahora que vuelve Tyson, su historia gana en poesía. También saltan del ring a la trompeta el argentino Monzón, Sugar Ray Robinson o Primo Carnera, el primer italiano en ganar el título de los pesos pesados en tiempos del fascismo.
Dicen quienes saben de boxeo que es lo más parecido a la vida, con sus pocos campeones y sus muchas miserias. Y, para los entendidos en jazz, la perfección está entre su cadencia y la anarquía. No es nada nuevo, Miles Davis ya sacó un disco en homenaje a sus púgiles. Quería quitarse de la heroína y se metió a los gimnasios. Antes de combatir pedía: «No me peguen en la boca, que esta noche tengo concierto».