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«It’s a Sin»: cuando el sida acabó con la revolución sexual

HBO España estrena, al completo y en cinco episodios, la nueva serie del creador de «Queer as Folk» y «Torchwood»
La Razón
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  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

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Ante la mala costumbre y, casi predisposición, a que las ficciones que se acercan al VIH se conviertan en dolorosos valles de lágrimas y no dejen espacio al contexto, el descaro de «It’s a Sin» no solo se hace refrescante, sino que hasta podría encajar en lo revolucionario. La nueva propuesta de HBO, cuyos cinco capítulos de arranque ya se pueden disfrutar en la plataforma de «streaming», es un híbrido de fino magnetismo entre las pulsiones reivindicativas de «Angels in America» o «The Normal Heart» y las pasiones más pueriles de «Skins» o, si rizamos el rizo, la reverenciada «Queer as Folk». Precisamente el creador de esta última, Russell T. Davies, vuelve para actualizar su relato sobre la homosexualidad pero, paradójicamente, retrotrayéndose hasta el final de los ochenta.
El viaje en la máquina del tiempo no es casual, porque ahí radica el toque de clase mundial de la serie, en esa intención de pedagogía histórica y en ese bajar la pelota al suelo para que el espectador sea consciente del «shock» que supuso el sida en la vida de millones de personas. La revolución sexual que había empezado en el verano del amor y que tuvo su primer eco político en los disturbios de Stonewall, se frenó en seco por culpa de un enemigo invisible y verdugo silencioso de un colectivo al que recién se le habían abierto las puertas del cielo normativo.

Ceder el testigo

La maestría de Davies pasa por dejar de lado su aburguesamiento británico habitual para adaptarse a un público que, desde el extrarradio cultural, exige verse en pantalla. Los rostros siguen separados apenas por una generación del hollín de las minas, pero ahora, además de blancos, son de negros, de mujeres y de nativos americanos. El lujo viene pues de la capacidad artesanal para insertar la historia unívoca del islote (esas reformas de Thatcher que moldearon el Reino Unido a martillazos de privatización) en esa otra historia, la que siempre estuvo ahí pero que nunca nos dignamos a mirar y habla, a partes iguales, de la falta de educación sexual y de la precariedad laboral.
Protagonizada por Olly Alexander («God Help the Girl»), el debutante Nathaniel Curtis y una imperdible Lydia West («Years and Years»), «It’s a sin» cuenta con numerosos cameos que le dan entidad al elenco pero que no se apropian de las tramas. Esa parece ser también la intención ulterior de Davies, la de explicar a las nuevas generaciones lo valioso del sueño de la libertad sexual y política que, sin embargo, está a un solo «volantazo» del destino de convertirse de repente en pesadilla. El autor no solo cede el testigo con elegancia, como sabiendo que toda generación debe cometer sus propios errores, sino que además le imprime una pátina de sosiego a la veintena pocas veces vista en televisión.